“Un gran error de la izquierda es creer que la democracia puede - TopicsExpress



          

“Un gran error de la izquierda es creer que la democracia puede tener sustitutos” Marcos D. Valverde Sábado, 16 Noviembre 2013 22:16 I. De la literatura Luego de su discurso, Sergio Ramírez fue sujeto merecedor del aplauso, unánime y de pie, del VI Congreso Internacional de la Lengua Española, en Panamá. En sus palabras, el escritor nicaragüense elogió al español que se mantiene vivo entre fronteras, modismos, neologismos y cadencias, ese mismo con el que ha convivido durante más de 50 años de carrera literaria. Ahora, más relajado y sentado sobre un mueble del Hotel Sheraton, remueve los recuerdos para traspasar los cercos literarios y ahondar en las dimensiones de las que ha sido protagonista. - ¿Cuándo fue ese momento de su vida que determinó la vocación literaria? - Bueno, tú sabes que en Nicaragua la puerta de entrada a la literatura ha sido tradicionalmente la poesía, y empecé escribiendo poemas. Pronto me di cuenta de que lo que sentía era una necesidad de contar historias (…) lo importante es que para mí el camino se abría dejando atrás lo vernáculo, que era el camino que se seguía, ¿no?, y a través de la lectura comencé a adivinar que había otro camino que no pasaba por la fuente vernácula. - ¿Por qué decide salir para Costa Rica? - Bueno, cuando tenía veinte años me sentía agotado en Nicaragua porque decía: yo, abogado no voy a ser, no nací para litigar, para ser notario, y creía en la escritura, pero sabiendo que nadie vive de la escritura. - ¿Cree que es imperativo, para un aspirante a escritor, ejercer el oficio afuera, lejos? - No sé, creo que la memoria siempre lo sigue a uno. Cuando fui a Alemania en 1973, me puse a escribir ¿Te dio miedo la sangre?, y era la memoria de Nicaragua, y sentía que de aquella enorme distancia podía ver a Nicaragua más cerca, porque la nostalgia, en lugar de ser un velo que oculta, es un lente de aumento. - “Escribir es servidumbre y gozo”, dijo Vargas Llosa. ¿Está de acuerdo con eso? - Totalmente. Son las dos cosas. Uno goza inventando, pero además se vuelve un monje. Claro que se puede escribir una novela en la mesa de una cantina o en un salón de billar, no digo que no, porque el oficio del escritor se adapta a cualquier barrera y se adapta a cualquier circunstancia, pero en mi caso, necesito la soledad. - Eric Clapton dijo que si no tienes un sufrimiento que te atosiga la vida, difícilmente puedes transmitir a través de la música. ¿Lo mismo aplica para la literatura? - Yo creo que sí y no. Uno puede expresar a través de la música y de la novela un gran sentimiento de agonía, una gran frustración, pero también puede fabricarla con habilidades. La poesía de Góngora es pura fábrica; la de sor Juana (Inés de La Cruz), también, ¿no? Es decir, es poesía que alcanzaba la perfección desde el artificio. La imaginación puede fabricar mundos de sufrimiento que no he pasado yo. - De sus novelas, ¿cuáles considera la mejor lograda y la peor lograda? - Pues yo diría las más trabajadas. Trabajé mucho Margarita, está linda la mar; trabajé mucho Mil y una muertes, Castigo divino, con mucha investigación, con muchas fichas, averiguando fuentes… es un trabajo muy dilatado, muy complicado. Hay otras novelas que me senté a escribirlas con mis propios recuerdos, como Un baile de máscaras, que es la historia de mi infancia. Hay novelas mejores que otras, pero las veo a todas desde distintos ángulos. - Como lector, con cuál Sergio Ramírez se quedaría: ¿con el novelista, con el cuentista o con el articulista? - Pues yo me quedaría con el novelista y con el cuentista. Soy articulista por necesidad de expresar lo que opino, ¿no?, pero creo que la novela y el cuento son dos géneros paralelos que han ocupado mi vida de escritor. - ¿Cuál es su castigo divino? - La escritura, ¿no? Jejeje… La escritura es mi castigo divino. - Usted es un entusiasta de internet. ¿Cuál es su argumento contra los que piensan que internet puede frivolizar a la cultura? - Bueno, hay un riesgo de frivolidad en la cultura cuando se multiplican las oportunidades de la comunicación. Uno entra a una librería y se encuentra una oferta muy diferente: libros del nuevo milenio, que a mí no me interesan; o libros de autoayuda, que me interesan menos, como Sopa de pollo para el alma, Paulo Coelho, etcétera, pero también están los libros que me interesan. Es un asunto de la propia escogencia, e igual es internet. Yo ahora, en mi cuarto de hotel, tengo guardados mil libros con los que viajo en mi tableta. - (A) usted, escritor de libros y articulista de prensa, ¿lo ha tocado el temor a la desaparición del físico? - Es que yo no tengo ningún temor. Es decir, vería con nostalgia los libros si desaparecen. Tengo una relación amorosa, sensual, con el libro. II. De la política - A los 71 años, ¿de qué se arrepiente? - La lista sería muy larga, ¿no? De arrepentimientos, de nostalgia, de cosas que quisiera haber hecho. - Pregunto lo del arrepentimiento por su relación con (Daniel) Ortega. Después de la Revolución Sandinista, cuando ustedes hicieron esa alianza que llegó al poder, ¿no vio en él ni una pizca de lo que es hoy? - No, porque las circunstancias eran otras. Decir que Daniel Ortega era el mismo que es ahora, que sólo estaba fingiendo, sería absurdo y sería negar que el ser humano evoluciona de acuerdo con las circunstancias que vive. - Habla de evolución, ¿pero se atreve sentenciar que Daniel Ortega involucionó? - No, yo diría que Daniel Ortega eligió el poder, y es una elección muy seria en la vida. Cuando me enfrenté a él, eligió el poder a toda costa y yo elegí la escritura a toda costa. - En ese sentido, y luego, incluso, de un veto contra usted, ¿descarta de plano la posibilidad de un reencuentro con Ortega? - Tengo muchos años de no encontrarme con Ortega. No soy enemigo de él, nos separamos por razones políticas, y no he convertido esto en algo personal. - Si hablamos de Daniel Ortega, hablamos de uno de sus aliados, que alguna vez fue Hugo Chávez y que ahora es Nicolás Maduro. ¿Caimanes del mismo pozo, sentenciaría? - Nunca encontré paralelos entre Chávez y Ortega. Ortega es un hombre que no es carismático ni pretende serlo. Chávez, no se puede negar, tenía mucho carisma. Creo que Maduro no está adaptado para eso. Cuando quiere ser como Chávez, resulta una imitación. - ¿Sigue siendo sandinista bajo los mismos parámetros? - Unos parámetros muy simples me hacen ser sandinista: Sandino creía en la democracia, en la soberanía nacional y en la justicia social. Sigo creyendo en esos tres principios. - Son parámetros inmersos dentro de lo que puede ser una izquierda, si es que los términos derecha e izquierda caben en estos tiempos. - Existe la izquierda, lo que pasa es que tiene muchos falsificadores. - ¿Usted sigue siendo izquierdista? - Sí, pero un hombre de izquierda que cree en la democracia. Creo que el gran error de la izquierda es abominar de la democracia, creer que puede tener sustitutos, y cuando uno cree que la democracia puede ser sustituida por un solo hombre o por la voluntad de una sola persona, o por un sistema de un solo partido, está abominando de la izquierda. III. De la intimidad - Vamos a pasar a otro plano: el personal. ¿Cuánto tiempo tiene casado? - Voy a cumplir 50 años el año próximo. - Con doña Gertrudis (Guerrero Mayorga). - Sí, sí, tenemos 50 años de estar juntos. - ¿Qué son para usted el matrimonio y la familia? - Bueno, es una experiencia de vida. El hecho de tener una sola mujer durante 50 años ha sido una gran aventura. La mía es una experiencia bien consolidada. - ¿Esa consolidación y esa estabilidad matrimonial y familiar han determinado su éxito como escritor? - Siempre ella ha estado conmigo abriéndome oportunidades de escribir, y hemos pasado momentos difíciles, (como cuando) nos quedamos sin dinero, (o) cuando me metí en la Revolución y la dejé a ella y a mis hijos en Costa Rica. - ¿Cuáles son sus rutinas invariables como escritor y como articulista? - Bueno, yo escribo de lunes a viernes, todas las mañanas, desde las ocho hasta las dos de la tarde, y los sábados me dedico a escribir los artículos de prensa. - A sus 71 años, ¿no lo trastoca que cada día está más cercana la muerte? - Claro, uno tiene que pensar en eso. Tiene que ver que el tiempo hacia el futuro se va acortando. Hoy tengo que calcular mis pasos, y de mi propia obra literaria tengo que escoger, de la multitud de cosas que quiero hacer, qué es lo que voy a poder hacer. - Ir cerrando. - Es cuando uno empieza a pensar: mis ocho mil libros, en dónde van a quedar, en un espacio público, mis hijos se interesarán o no en esta biblioteca… - ¿Hay miedo? - Yo no diría miedo. Es necesidad de hacerse una preparación mental. Lo que tengo que enfrentar, más que a la muerte, que es absurdo, es al deterioro. - Usted y la religión, ¿cómo se la llevan? -Pues, me llevo muy bien con el agnosticismo. Es algo que no me estoy preguntando, eso del más allá y ese tipo de cosas, no es algo que esté en el centro de mis pensamientos: no soy ateo militante ni religioso militante. - ¿Cree que hay un final con la muerte? - Pues a veces sí y a veces no (risas). - Es como un consuelo. - Sí, creo que el ser humano busca ese consuelo siempre, Quizás en la medida en que el tiempo vaya pasando yo me voy a acercar a ese consuelo. Hay militantes ateos declarados, como Mario Vargas Llosa, que tiene esa seguridad en el ateísmo. Yo tengo dudas, soy más precavido. No vaya a ser que sea cierto. - ¿Y cómo se la lleva Sergio Ramírez con Dios? - Pues muy bien. Me gusta mucho el Dios que describe Ernesto Cardenal en sus poemas. - ¿Y su propia concepción de Dios, cuál es? - Bueno, el universo entero, como dice Ernesto. Cuando yo leí Historia del tiempo, de (Stephen) Hawking, fue una gran aventura intelectual. Al final, su conclusión es que Dios no existe. A mí no me pareció que esa fuera la conclusión necesaria. Simplemente, me metió en el enredo de un enorme misterio en el que pocas veces me gusta pensar porque me llena de angustia. - Y quizás son cuestiones para las que nunca va a haber respuesta. - Yo creo que no. Ni creo que esa respuesta se consiga mientras dure mi vida. Perfil Sergio Ramírez Mercado nació en Masatepe, Nicaragua, el 5 de agosto de 1942. Mientras estudiaba Leyes en la Universidad Nacional Autónoma de León, comenzó su tránsito literario al fundar la revista Ventana y al publicar su primer libro, Cuentos. En 1964 se trasladó a Costa Rica, donde ocupó el cargo de secretario general del Consejo Superior Universitario Centroamericano (Csuca). Durante la década siguiente destacó como opositor a la dictadura de Anastasio Somoza y, tras el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional, formó parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional. Desde 1986 hasta 1990 fue vicepresidente de Daniel Ortega, de quien ahora es crítico. Ha publicado De tropeles y tropelías (1971), ¿Te dio miedo la sangre? (1977), Castigo divino (1988), Un baile de máscaras (1995), Margarita, está linda la mar (1998), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2004), La fugitiva (2011) y Flores oscuras (2013), entre otros cuentos, novelas, ensayos y artículos.
Posted on: Sun, 17 Nov 2013 08:59:25 +0000

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