Un paraíso fiscal, es, estrictamente hablando, económicamente inviable por definición. El caso más claro lo tenemos en Irlanda, antaño considerado con cinismo como el "tigre celta", el milagro ejemplarizante tan soñado por los catedráticos. A Irlanda se la dotó, con el previo consentimiento de la Comisión Europea, de un status tributario aberrante, con un tipo de impuesto de sociedades que se encuentra entre los más bajos del mundo. Gracias a ello, multitud de empresas pudieron afincarse allí y estafar a sus respectivos gobiernos miles y miles de millones en impuestos legítimos. A consecuencia, Irlanda padece un déficit crónico de ingresos públicos que, evidentemente, impide cualquier sostenimiento, por precario que sea, de los servicios sociales destinados a su población. Para maquillar esto, se destinan fondos europeos procedentes del contribuyente alemán, francés o finlandés. Se genera así una situación absurda y canallesca hasta límites delirantes: el contribuyente europeo paga para que ciertas empresas puedan estafarle con impunidad legal, deslocalizar sus puestos de trabajo y poco a poco ir deteriorando sus derechos y su cobertura en términos de salud, transporte, educación, etc. Conozco profesores de Universidad que nos venden este mecanismo como una ideaca maravillosa fruto sólo de mentes privilegiadas: las de los economistas a sueldo del mejor postor.
Posted on: Thu, 29 Aug 2013 18:49:54 +0000
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