Un yuyito y una pasta que dejan lecciones Resultado exportador se - TopicsExpress



          

Un yuyito y una pasta que dejan lecciones Resultado exportador se mantiene positivo por la soja y la pasta de celulosa. Nelson Fernández La pasta de celulosa y la soja están salvando el resultado de las exportaciones de Uruguay. El primero podrá impedir que en el próximo año Uruguay sufra una caída en el total de ventas; el segundo es el que viene dando impulso para mantener tendencia ascendente este año. El producto que en Argentina derivó en un escándalo político por su altísimo grado de confrontación, es el motor que aparece en el crecimiento de las ventas al exterior, en tiempos en los que hay varios rubros que están complicados. Aquel que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner llamó despectivamente como “yuyito”. El otro producto, cuya industrialización el gobierno argentino quiso impedir que se hiciera en Uruguay, tiene tal fuerza que en el año próximo podrá cambiar el signo del total exportado por este país. En ambos casos fueron claves decisiones políticas importantes, y que de una u otra forman, involucran a todos los partidos. Y hoy esas decisiones se visualizan en su relevancia. El dato de exportaciones visto por su total, sin identificar la composición, arroja una lectura pobre de la evolución del comercio exterior, pero obviamente no es nada menor. Los problemas están adentro del número global, en las complicaciones que muchos sectores de la producción local tienen para colocar sus productos en otros mercados. Esta semana se conoció el dato primario de julio, que arrojó una baja de 2,3% respecto a un año atrás, pese a lo cual el acumulado de este 2013 mantiene un crecimiento de 4,5% en relación con enero-julio del año pasado. Eso, debido a buenos resultados de meses anteriores. El dato pelado puede confundir. Puede hacer creer que por batir récords de ventas –medidas en dólares corrientes– todo sigue bastante bien. O que es cierto que hay sectores en problemas, pero en líneas generales hay buenos resultados. Eso no es así. Y para un país tan chico como Uruguay, con un mercado interno tan acotado y que prácticamente no crece, como quedó en evidencia en el último censo, el dato de exportaciones es muy relevante. Como además no tiene petróleo y debe importarlo, y también para buscar crecimiento precisa traer de fuera de fronteras las maquinarias y otros bienes de capital para producir, así como otros bienes intermedios y de consumo, la capacidad exportadora en cuanto a la generación de divisas es fundamental para establecer las posibilidades económicas del país. Es cierto que los datos mensuales que se conocen sobre bienes no constituyen el total de exportaciones, porque no comprenden justamente los servicios, sector que en Uruguay tiene relevancia por el superávit que genera el turismo. Pero justo este sector anda complicado. Esta semana, el instituto oficial para promoción de inversiones y comercio Uruguay XXI, no solo reportó el resultado de julio, sino que también anunció proyecciones para lo que resta del año. Indicó que “se prevé que en 2013 las exportaciones de bienes lleguen a US$ 8.817 millones, lo que significaría un incremento anual en valor de 1,5% respecto a 2012”. Esto no parece positivo, incluso cuando pueda estar marcando otro récord histórico en dólares corrientes. Porque si en enero-julio, el aumento respecto a igual período de un año atrás es de 4,5% y esperan que el año termine con una suba de apenas 1,5%, ello indica que estos últimos cinco meses no serán tan buenos. El informe resalta además que el resultado de signo positivo para 2013 “está determinado por las fuertes ventas de soja”. Para 2014, Uruguay XXI dice que “se espera una caída de las ventas externas de Uruguay”, con una estimación de “una disminución de 2,8% respecto a 2012”. Se indica que un cambio de tendencia para las exportaciones uruguayas “se asocia a la desaceleración de las economías de la región, Argentina y Brasil, a un probable deterioro de los precios de los commodities debido al menor crecimiento de las economías emergentes y a una pérdida de competitividad que se espera se mantenga”. Pero esto tiene una aclaración nada menor. El informe señala que “a partir de 2014, con la puesta en funcionamiento de la planta de Montes del Plata, se espera que las exportaciones de este producto aumenten notablemente” y que, por lo tanto, “considerando” ese impacto, en “2014 las exportaciones aumentarían” también como este año. Por ello, aquellas decisiones políticas adquieren destaque en el debate sobre el tratamiento de inversiones. El logro de atraer inversiones multimillonarias en dos gigantes y modernas fábricas de celulosa, fue posible porque en la segunda mitad de los años 80 se votó una ley de estímulos a la forestación para un país que aparecía bastante vacío en su interior. Y fundamentalmente, otra decisión política de respaldar con firmeza la instalación de las plantas de la española Ence y la finesa Botnia en Fray Bentos, ante el escándalo de política barata que apoyó el gobierno argentino de Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández. Los árboles crecieron con el tiempo y se juntó bastante materia prima como para justificar la instalación de plantas que Uruguay no conocía por la combinación de magnitud y tecnología. En un caso, la de Botnia, que ahora es la de UPM, produce desde 2007, y en el otro, la que Ence vendió a Stora-Enso, está próxima a ser terminada en otro sitio, Conchillas, por el consorcio Montes del Plata. El respaldo político a todo este proceso involucra a todos los gobiernos del período democrático: tres presidencias coloradas, una blanca y dos frenteamplistas. Hubo vaivenes, dudas, pero el resultado fue de respaldo. La rotación de partidos en el gobierno fue decisiva para que la izquierda asumiera la relación con los inversores extranjeros con otro tono al que podía tener desde la oposición. Por la importancia que tiene el respeto del país a los inversores que apuestan a Uruguay, es necesario no caer en dichos fuera de lugar, como los recientes del presidente José Mujica, aunque puedan parecer anecdóticos y que no influyen en una inversión. Mujica declaró que no le gustan “los socios que tiene” Stora-Enso en Uruguay, a los que señaló como “los chilenos de Arauco”. Más allá de vaivenes, el país dio respaldo a las plantas cuestionadas; el conflicto con Argentina fue duro y costoso. Pero las fábricas están ahí. Por otro lado, el boom de la soja tiene mucha explicación en el contraste entre las políticas de los dos países del Plata. Argentina expulsó productores cuando el Estado quiso aprovechar el boom del producto para cargar con excesiva presión tributaria al sector y con medidas restrictivas para los negocios. Los argentinos cruzaron el río, trajeron mucho dinero para comprar o arrendar campos, y también mucha tecnología para producir en estas tierras. Eso contagió al sector local. Y el crecimiento está a la vista. El gobierno oriental pudo haberse tentado de aplicar alguna medida similar a las del kirchnerismo. Más suaves como para diferenciarse, pero en esa orientación. Más respetuosa para no caer en el destrato de su vecino, pero tratando de sacar alguna ventaja. No lo hizo. Y eso recibe el premio del aumento del volumen de negocios y del impacto en el total de exportaciones. El viento está cambiando y la gente lo siente, o lo presiente. El dato de Confianza del Consumidor de la Universidad Católica y Equipos, divulgado esta semana, permite ver esa inquietud sobre la economía y sobre el empleo. El boom de la soja y el empuje enorme de la celulosa no cambian la realidad de un sector exportador que está complicado, pero su relevancia no puede desconocerse. Y en ese sentido, las decisiones políticas que involucran a varios gobiernos y a todos los colores partidarios demuestran que si el país se maneja con seriedad, profesionalismo y en la búsqueda de acuerdos amplios, tiene posibilidades de crear condiciones para una mejora efectiva en la vida de la gente.
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 10:14:46 +0000

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