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Una simple balanza para el ganado inició proceso de transformaciones productivas Lávaque señala a la balanza que el gobernador regaló a los productores ganaderos hace años como emblemática: “Es que antes los ganaderos no tenían una báscula, entonces los compradores llegaban a la zona pagaban cálculo, al tanteo, con lo que los precios que recibían no era los mejores, sobre todo por los antecedentes de animales desmejorados en la región, también modificada ante la progresiva incorporación de mejoras intra y extra prediales”. El nuevo escenario del Extremo Oeste obedece a muchas circunstancias, sobre todo a decisiones políticas integrales muy fuertes a favor de quienes allí habitan que tomó la gestión del gobernador Gildo Insfrán, pero hay algunas particularidades que merecen ser señaladas y que grafican con elocuencia el nuevo escenario de la región. Quien así lo certifica y expone con elocuencia es docente poblador oriundo de aquella zona, el profesor Juan Carlos Lávaque, quien fue gestor de grandes cambios en el paraje El Quebracho, donde criollos y aborígenes conviven en proyectos productivos comunes. Y el mismo Lávaque, señala a la balanza que el gobernador regaló a los productores ganaderos hace años como emblemática: “Es que antes los ganaderos no tenía una báscula, entonces los compradores llegaban a la zona pagaban cálculo, al tanteo, con lo que los precios que recibían no era los mejores, sobre todo por los antecedentes de animales desmejorados en la región, también modificada ante la progresiva incorporación de mejoras intra y extra prediales”. “A partir de ahí, los años 74, 76, 78, el río Pilcomayo que tanto queríamos porque nos daba vida, nos empezó a crear problemas. Comenzó a destruir nuestras casas, nuestras comunidades, y nos fue empujando un poco más arriba, hacia el Oeste, porque buscábamos lo que llamábamos la altura, las lomadas, los albardones, para que no nos afecte”, recordó y destacó el valor de las “grandes obras de infraestructura a partir de una decisión estratégica del gobernador Insfrán”, a quien le agradeció como hombre de esta región, al disponer ejecutar “importantísimas inversiones para contener esos desbordes del Pilcomayo con defensas de muchos kilómetros y otras como las correderas y limpiezas todos los años”. Lo educativo A toda esta mejoría –dijo– que no se logra de un día para el otro, es un proceso largo, llegó también en todos los otros sectores, como el educativo. Yo fui alumno de la Escuela Nacional Nº 20 de Puerto Irigoyen y a partir del año 1969 pasó a ser la Escuela de Frontera Nº 5, que actualmente está en El Quebracho, y en ese entonces había tres o cuatro escuelas en toda la región; me acuerdo que estaba la de Pozo de Maza, Sombrero Negro, Puerto Irigoyen, Lote Ocho y El Chorro. Y los que queríamos seguir estudios secundarios o terciarios teníamos que irnos muy lejos y era muy difícil”. En este sentido, marcó el contraste con la actualidad, donde se habilitaron más de treinta obras educativas en un año y medio, que sumado a las existentes en los diferentes niveles u modalidades, se supera el centenar. Incluso memoró que “los aborígenes no tenían acceso a la educación. Yo tuve un solo compañero en la primaria, Crisanto Ibáñez, que está en El Potrillo; pero ahora están asistiendo a la escuela todos juntos porque tenemos un modelo intercultural y bilingüe; ahora en cada comunidad tenemos desde el nivel inicial, primario y secundario y no nos quedamos con la infraestructura, con estas bellas obras, adentro hay alma, hay trabajo, hay mucho trabajo”, significó, enfatizando: “Este Gobierno trabaja para toda la provincia”. “No más al tanteo” Lávaque resaltó uno de los hechos que grafican cómo se fue modificando el escenario en la zona, puntualmente mencionó el caso de la comunidad criolla de El Tabique, donde Insfrán entregó a los productores una balanza y les habló del peso justo que debían percibir por su ganado. Y esto, clarificó, porque antes “tanto criollos como los aborígenes, estaban acostumbrados a vender a cálculo, al tanteo, y lo que percibían no era el mejor valor; esto sobre todo porque su ganado tenía bajo peso, y por más que algunos estaban en mejores condiciones, el hecho de la costumbre de haberse establecido una suerte de habitualidad a los bajos precios en base a ese cálculo ante la carencia de una báscula, hacia que permanentemente cobrara por debajo de lo que correspondía”. “Pero –afirmó– a partir de ese presente, se armaron los corrales y todas las instalaciones para el manejo del ganado de manera asociada, y sobre todo el ganado fue pesado y tuvo que pagarse lo que corresponde, incluso y ante los remates en la zona, han logrado mejorar aun más la rentabilidad por su producción”.
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 23:39:05 +0000

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