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Usted ha preferido la propaganda de fiel escudero, con su propuesta de discutir sobre la epidermis, de pretender desligar los acontecimientos y fenómenos respecto de los mecanismos que los vinculan y de la temporalidad en la que se suceden y sus consecuencias en el tiempo, o intentando establecer igualdades fáciles entre los distintos problemas y sus alcances para la UP. Nos propone una discusión ahistórica, sin memoria, a lo cual le decimos que es impensable comprender la suerte que ha corrido el sistema educativo en las últimas cinco décadas al margen del modelo de acumulación de riquezas y de las dimensiones sociales y políticas que el mismo impone. (Respuesta de estudiante de Historia a la correspondencia de la Decana) Medellín, 15 de noviembre de 2013. Carta abierta Profesora Gloria Patricia Peláez Decana de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas - Universidad de Antioquia M. HORKHEIMER: Cuando se habla, se habla siempre para uno mismo. Cuando se defiende una cosa, se defiende uno a sí mismo. Abogar por algo no es necesariamente malo. Se siente profundamente que la propia causa está en juego. Todo ser siente lo injusto que sería que él mismo quedase borrado. Cuando se aboga por otro, se aboga también por uno mismo. T. ADORNO: La cuestión central es cuál es la relación de la teoría con la praxis en genera […] En primer lugar hay que decir que el pensamiento mismo es también una forma de praxis; cuando pienso, hago algo. Hasta en la más pura actividad intelectual hay ya un elemento práctico. M. HORKHEIMER: Quiere decir que cuando hablamos siempre hay detrás un objetivo, el facit de nuestras experiencias y padecimientos. T. Adorno y M. Horkheimer, ¿Hacia un nuevo manifiesto? En alguna ocasión fue interrogado Ernest Mandel respecto de si lo asaltaba duda alguna en relación a los conceptos y el conjunto de ideas que alentaban su práctica intelectual y militante. A lo cual respondió diciendo que cuantos más días pasaban más profundas y abundantes eran estas dudas, pero que algo sobre lo cual no vacilaría era al servicio de quién habrían de estar sus ideas, que sea cual fuere su resultado y trasegar, éstas siempre estarían al lado de los desposeídos, maltratados, explotados, los desfavorecidos y marginados por el aparato capitalista1. Ahora entenderá hacia dónde se dirige esta carta abierta. No hará falta entonces que cite aquí los atropellos que usted y el Consejo de la FCSH han dirigido contra los colectivos estudiantiles que se movilizan, no sólo por carencias locales en la UdeA, sino que cada uno de los puntos de este pliego de peticiones estudiantil se inserta dentro de las cuestiones estructurales que definen las amenazas que se ciernen sobre la universidad pública (UP) (la debida financiación, los déficits fiscales, la educación y su compromiso con una sociedad guiada por la justicia social y no por las normas del mercado, la educación pública y su papel en la distribución de las riqueza nacional, pensemos en la movilidad social). Usted ha preferido enfilar sus baterías en contra de un movimiento que hoy retoma un concepto –de necesario abordaje académico si se quiere- que no puede faltar en ninguna reflexión profunda acerca de la sociedad colombiana, que curiosamente tampoco ha faltado en las reflexiones de los utopistas, y no es otro concepto que el de igualdad social y los mecanismos que la hacen efectiva. Y para ello ha recurrido a la diatriba institucionalista de moda: la descalificación superficial y la banalización del contrario, antes que el análisis fundado en cuestiones como las causas que se defienden y su relación con el discurso público y privado de quienes las representan, o la relación entre fines y medios, la relación entre proporcionalidad de los medios empleados y los fines buscados, o si aquel pliego representa aspiraciones necesarias para el grueso de la población colombiana, entre otras cuestiones. De esta guisa ha sido su participación en esta coyuntura. Pero no le critico por ponerse al servicio de este poder establecido, o quizá porque su práctica profesional y administrativa no encuadre en el espectro de los agudos pensadores críticos, más bien lo hago por no aportar ningún elemento académico a la reflexión, y también porque desde hace ya buen rato usted intenta distraer la atención sobre los problemas estructurales de la UdeA. Le repetimos que en su discurso, y el modelo económico y la propuesta de sociedad que favorece, subyace la vieja dicotomía de términos que desde la conquista española ha sido fundacional de las sociedades americanas: civilización o barbarie. La funcionalidad de discursos como el suyo es la de sustentar el mito de que todo lo que representa la tranquilidad del orden establecido representa por ende la puerta de la civilización, mientras que lo que representa la disidencia y la subversión es la avanzada del salvajismo, de la barbarie. A todo lo cual hay que sumarle la voluntad de desplazar el foco de atención, tergiversando conceptos o sobreponiendo discusiones de menor calado en lo que a la crisis estructural y de larga duración de la UP se refiere. Dando a entender que el mayor problema de la UdeA es el que se deriva del movimiento estudiantil (según el consejo de la FCSH) “ilegítimo” y de los actos violentos de los estudiantes encapuchados, pero ha decidido dejar al margen la violencia institucional y las consecuencias del “legítimo mercantilismo” desde el cual se estructura hoy el modelo público de educación superior2. Y es que no cuestionarse por el trágico presente de la sociedad colombiana es la mejor manera de validar el pasado, de acoger con beneplácito el estado de cosas, la corriente vencedora que se impuso –también con la violencia funcional- en la pugna de la historia. Usted ha preferido la propaganda de fiel escudero, con su propuesta de discutir sobre la epidermis, de pretender desligar los acontecimientos y fenómenos respecto de los mecanismos que los vinculan y de la temporalidad en la que se suceden y sus consecuencias en el tiempo, o intentando establecer igualdades fáciles entre los distintos problemas y sus alcances para la UP. Nos propone una discusión ahistórica, sin memoria, a lo cual le decimos que es impensable comprender la suerte que ha corrido el sistema educativo en las últimas cinco décadas al margen del modelo de acumulación de riquezas3 y de las dimensiones sociales y políticas que el mismo impone. Y como usted ha mostrado que el asunto del bienestar universitario y de la democratización del acceso a la universidad le merecen menos tinta que los descarriados estudiantes, entones quiero enumerar tan sólo algunos puntos para el debate, para que por fin retomemos esta discusión sobre elementos responsables con la situación -que repito, no es tan sólo coyuntural-, y nos alejemos de este modelo de análisis fundado en el buenismo corto, insuficiente y que aporta nada para definir los problemas de fondo que hoy aquejan a la UP: - Precariedad laboral, de empleados docentes y no docentes. Clientelismo y nepotismo. - Patentes, licencias y derechos de autor y su interés público. Investigación al servicio de cuáles intereses (Antoni Furió). - Democratización de la educación pública: vigencia de los programas de bienestar estudiantil, sistema de becas e incentivos académicos, becas de movilidad y permanencia. Bienestar universitario: ¿asistencialismo o distribución de la riqueza nacional? “Masificación no es democratización”. - Desempleo y precariedad laboral juvenil. - Déficit presupuestal, formas de gobierno, democracia en la universidad. Autonomía universitaria: cuáles elementos la definen. - Movilización social en contra de las políticas públicas neoliberales de la educación (Rosa Suñé). - “Construcción de modelos alternativos de investigación-acción-participación, que reformulen los nexos entre intereses científicos e intereses sociales, y que reorienten las actuales relaciones entre universidad-sociedad” (Boventura de Sousa Santos, Sergio de Zubiría). - Identificar aquellas lógicas corporativistas y burocráticas que suplantan el bien común (Leemon B. McHebry, Amartya Sen, Sousa Santos, Zubiría). - Educación pública: modelo gerencial versus modelo del bienestar social (Renán Vega Cantor, Francisco Fernández Buey, Salvador López Arnal). - “Capitalismo académico y la nueva economía” (Gary Rhoades, Sheila Slaughter). - Modelo de educación y lucha de clases (N. Chomsky). Para terminar, quiero despedirme con una frase de uno de nuestros autores iniciales, Theodor Adorno: “En el fondo habría que hablar a la humanidad de nuevo como en el siglo XVIII: mantenéis un sistema que amenaza con aniquilaros”. Un cordial saludo Julio Montoya Estudiante de Historia 1 También es ilustrativo lo que plantean M. Foucault y N. Chomsky, que preguntados acerca de la tarea política de los intelectuales, responden así: “Me parece que la verdadera tarea política en una sociedad como la nuestra es realizar una crítica del funcionamiento de las instituciones que parecen neutrales e independientes...atacarlas de modo tal de desenmascarar la violencia política que se ha ejercido a través de éstas de manera oculta; para que podamos combatirlas”; el segundo de ellos decía que “Creo que hay dos tareas intelectuales... la primera, crear la visión de una sociedad futura donde impere la justicia; esto significa crear una teoría social humanista basada, si es posible, en una concepción humanista y firme de la esencia humana...y la otra consiste en comprender cabalmente la naturaleza del poder, el terror y la destrucción en nuestra propia sociedad”. 2 “La transformación en “armonía” de la lógica interna de una estructura social (feudalismo, capitalismo, etc.) forma siempre parte de la ideología de la clase dominante en esta estructura”, Pierre Vilar, Introducción al vocabulario del análisis histórico. 3 Josep Fontana, “Todo está por hacer y todo es posible”, revista El viejo topo, Nº 280, Mayo de 2011.
Posted on: Sat, 16 Nov 2013 19:43:22 +0000

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