V de Vendetta prólogo David LLoyd Hace algunas noches, de - TopicsExpress



          

V de Vendetta prólogo David LLoyd Hace algunas noches, de camino a casa, entré en un pub y pedí una Guinnes. No miré el reloj, pero sabía que aún no eran las ocho en punto. Era martes y de fondo podía oír la televisión, que emitía el último episodio de Eastenders, un culebrón sobre el día a día de la desvergonzada y alegre clase obrera de una zona mítica y decadente de Londres. Me senté en un banco y cogí una copia de un periódico gratuito que alguien había dejado en el asiento de al lado. Ya lo había leído antes. No tenía muchas noticias. Dejé el periódico y decidí sentarme en la barra. Esa noche no había mucha actividad. A lo lejos podía oírse el murmullo del televisor por encima de la charla de la gente del bar y el sonido de las bolas de billar chocando entre ellas. Después de Eastenders empezó Porridge, la reposición de una comedia de situación acerca de un desvergonzado y alegre prisionero en una cómoda, decadente y nada opresiva prisión victoriana. Tras la barra, de un modo casi imperceptible, desde las botellas situadas hacia abajo los licores goteaban. Contemplé como las gotas de whiskey y vodka se unían en su silenciosa caída. Acabé mi bebida. Levanté la mirada y el camarero me la devolvió, “¿Una Guinnes?”, preguntó, mientras iba ya a por otro vaso helado. Moví la cabeza en señal de afirmación. La mujer del camarero llegó y comenzó a ayudar con los pedidos de los clientes. A las 20:30, después de Porridge, empezó A question of Sport, un sencillo concurso con un panel de preguntas con famosos deportistas desvergonzados y alegres que respondían a preguntas sobre otros famosos deportistas tan desvergonzados y alegres como ellos… La jovialidad reinaba. “Le diré al barman que las botellas gotean”, pensé. Las noticias de las nueve siguieron a A question of Sport, al menos durante 40 segundos hasta que apagaron la televisión y una alegre y desvergonzada música pop ocupó su lugar. Miré de nuevo al barman. “Sólo la mitad esta vez”, le dije. Mientras me llenaba el vaso, le pregunté con solemnidad por qué habían apagado las noticias. “A mí no me pregunte, ha sido mi señora”, replicó de un modo alegre y desvergonzado, mientras el objeto de sus bromas trajinaba en un rincón del bar. El goteo de las botellas dejó de importarme. Acabé mi cerveza y me fui, casi seguro de que la televisión permanecería en silencio el resto de la noche, ya que después de las noticias de las nueve se emitía Los niños del Brasil, una película con muy pocos personajes alegres y desvergonzados en la que un grupo de nazis crea 94 clones de Adolf Hitler. Tampoco hay muchos personajes alegres y desvergonzados en V DE VENDETTA, que es para las personas que no apagan las noticias. David Lloyd 14 de Enero de 1990
Posted on: Sun, 30 Jun 2013 22:27:51 +0000

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