VOLVER A EMPEZAR (Capítulo 8) “…El rol del pensamiento es - TopicsExpress



          

VOLVER A EMPEZAR (Capítulo 8) “…El rol del pensamiento es llevar a cabo las revoluciones por medio de debates críticos más que por medio de la violencia y la guerra; que la gran tradición del racionalismo occidental es librar nuestras batallas con palabras en lugar de con armas…” (Karl R. Popper -1-, “La sociedad abierta y sus enemigos-T. II, pág. 692) Era una cálida noche de octubre en 1983. A pocas cuadras de la casa que desde siempre alquilaban mis padres, un departamento con comodidades básicas ubicado en las esquinas de Catamarca y San Lorenzo, estaba emplazada la cancha de Unión de Santa Fe. En abril de ese año había cumplido los 14. No existían en mi familia antecedentes visibles de militancia política. Mi padre se reconocía radical y balbinista; “el radicalismo es un partido de centro – derecha con tónica social” solía repetirme las pocas veces que hablábamos de estos temas en la sobremesa. Alfonsín, para él, era un “zurdo”, un tipo con “ideas raras”. Decididamente no le gustaba. Creo haberlo escuchado protestar cuando Fernando De la Rua declinó su candidatura presidencial ante el crecimiento partidario que ostentaba Alfonsín. Aún así, su antiperonismo era más fuerte que cualquier discrepancia interna. Esa noche de octubre de 1983, baje las escaleras que daban a la calle, como quien sale a hacer un mandado. Tomé por Avenida Freire y comencé a observar una postal que me impresionó. Espontáneamente la gente se iba agolpando en la intersección de la avenida con el boulevard. Los árboles, sumados a la hora, hacían de ese un lugar oscuro. La gente empezaba a rodear el palco. Los bombos y tamboriles comenzaban a tronar sus ritmos. Una consigna me quedó impresa en la memoria: “se va acabar, se va acabar, la dictadura militar”. La cantidad de personas sorprendía. Santa Fe no se caracterizaba por los grandes eventos. El locutor, con dificultad por un sonido defectuoso, comenzó a leer consignas partidarias y anunciar la presencia de dirigentes, en un protocolo que, al pasar los años y con más militancia política aprendería a comprender. Los organizadores hablaban de 60 mil personas. La policía diría al otro día 40 mil. Daba igual, estaba lleno. El primero en hablar fue un tipo robusto, de camisa blanca arremangada. De voz ronca y estiletazos profundos, despotricaba contra la dictadura y las violaciones a los derechos humanos. Cuando vaticinó el triunfo radical, los bombos y tamboriles, sumado a la militancia juvenil, estallaron. “Changui, changui” gritaron. Era Luis Cáceres, supe después, uno de los fundadores de la Junta Coordinadora Nacional. Luego le toco el turno a Aníbal Reynaldo (2) candidato a gobernador. El final estaba reservado para ese tipo que mi viejo no quería. Yo había logrado escabullirme entre la multitud y acercarme al palco. Sin tanta ceremonia. Raúl Alfonsín tenía la mirada profunda. Daba la impresión de estar convencido de la batalla que libraba. Movía los brazos de un lado a otro, en un ejercicio de oratoria que atrapaba. Mientras hablaba, no podía dejar de mirar todo lo que pasaba alrededor de ese rito de la política argentina; daba lo mismo un rancho en alguna calle de tierra, que un palco rodeado de miles de personas. El mensaje era lo importante. Los gritos de “Alfonsín, Alfonsín” interrumpían a cada rato su discurso. Terminó recitando el preámbulo de la Constitución Nacional… a ese sí me lo sabía bien y de memoria. Saludó con ese “abrazo a la distancia”, juntando ambas manos. Me emocioné y como en el relato del “Changui” Cáceres sobre la conferencia de Arturo Illia en el Cine Roma, en los `60, yo sentí que con Alfonsín quería ser radical. Regrese tarde, lo que a los 14 años y más aún en aquel clima preelectoral no era aconsejable. Con la plata del mandado compre una boina blanca y una especie de estola con el nombre de Alfonsín y la sigla UCR. Mi madre abrió la puerta y me advirtió con una mueca. Mi padre, el balbinista del radicalismo de “centro derecha con tónica social”, presumió su inocua derrota; lo importante era ser radical, supuse. Al fin y al cabo, en casa, todos votarían por Raúl Alfonsín." (extraido del libro "DE SUEÑOS Y FRACASOS", pág. 71 , de mi autoría)
Posted on: Sun, 21 Jul 2013 21:32:39 +0000

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