Yo pasé una parte de mi vida con mi abuela, un día ella regresó al rancho, años después me percaté de su ausencia, ella no ha leído mi texto, pero pronto volverá a casa y yo ya no soy una adolescente. Mercado Había evitado esto por vario tiempo, si mal no recuerdo desde que la abuela abandonó la casa. Nos levantábamos todas las mañanas cuando aún no terminaba de subir el sol y las nubes con sus capas espumosas cubrían el cielo, sí, lo recuerdo; ella, mi abuela, gritaba desesperada como si la tragedia del día hubiese ocurrido -¡vamos , se terminará todo! –entonces, con un movimiento brusco inspeccionaba el refrigerador, después el frutero y balbuceaba quien sabe que cosas. Sí, lo recuerdo, en ese entonces me era muy desagradable caminar, cruzar la avenida del fuerte, recorrer el mercado y aprender de las enseñanzas de mi abuela: “escoger la fruta y verdura del sobre ruedas”. Ella cogía el tomate, siempre buscaba el más rojo y lo tocaba como si fuese la primera vez, lo admiraba. Así, también lo hacía con las manzanas, las peras, las guayabas, los mangos y la papaya. Todo era un ritual – recuerda, siempre comprar fruta de temporada- y mientras ella me daba el canasto para que lo detuviera, hablaba respecto a la comida del día y me preguntaba con voz dura -¿qué vas a querer comer hoy?- posteriormente buscaba chiles serranos ¡los más verdes! Rápidamente los colocaba en el canasto y daba instrucciones –busca unos aguacates buenos…- ¡ay, sí lo recuerdo! Yo, era muy mala escogiendo aguacates y tomates y papaya, mi abuela entonces, reía y me daba la misma explicación de cada viernes, yo solo respondía – abuelita, es que yo no nací para esto – y ahora ¿cómo olvidar aquellas idas al mercado? Esta mañana el cielo es espumoso y nublado, yo cruzo la avenida del fuerte, recorro el mercado; ahora solo me acompaña “el roñitas”. [2008]
Posted on: Sat, 07 Sep 2013 00:25:04 +0000
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