extracto de mi novela “Viaje al Centro de la Música” - TopicsExpress



          

extracto de mi novela “Viaje al Centro de la Música” (facebook/ViajeAlCentroDeLaMusica): "... ¡Ah qué linda y alegre vida llevábamos los primeros años con Arthur! La panacea del amor de hogar. Ir al parque los domingos. Hacer las camas por las mañanas, riendo y jugando, metiendo cartas de amor en el bolsillo del saco, escuchando a Mozart y sus flores en formato musical. Vivir escuchando a Mozart era como residir en un jardín de orquídeas, lirios, margaritas, azucenas, alelíes, rosas y jazmín. ¡Qué más lindo en aquellos días, que cocinar para mi amor sus spaghetti a la crema, sus papas al vapor con manteca, sus tomates rellenos con arroz y aceitunas negras, su cous cous al sésamo y limón, sus ensaladas de coliflor, rúcula y mayonesa de palta, sus croquetas de lentejas y comino, sus manzanas al horno con crema y avellanas trituradas, escuchando los pianos, violines y clarinetes de las piezas de Wolfgang Amadeus Mozart! Y así mis cenas eran como orquestas de preparaciones para el arribar de mi amor. Las sonatas del compositor austríaco y mis cenas eran una guadaña gigante que quitaba a mi amado el stress del arduo día laboral. Y entonces lavábamos juntos los pla, los pla, los platos… tos… tos… riendo mu… mu… mucho… como va… va… va… vacas con tos… tos… como to… to… toros y vacas golpeando nuestras co… co… co… las al lavar los pla… pla… pla… tos. Y entre danzas, divertimentos, serenatas y otras formas del humor y del hu… hu… hu… amor… nos ¡uh!, ¡uh!, ¡uh! amábamos envueltos en las melodías tal como turcas en un velo mágico de seda decorada con filigrana de oro. Ja. Una noche, tanta era nuestra ri, nuestra ri, nuestra risa en al ¡uh! amor y en el ¡ah! humor, que tanto nos reímos lavando los pla… tos… tos… tos… que empezamos a tos… tos… toser de amor… a, ah, uh, reir de platos… a llorar -¡qué plato!- rotos de risa partida… Una flecha de amor llamada “La Marcha Turca” sonaba en el equipo de música, y los platos se lavaban con las lágrimas de nuestras risas… los címbalos y tríangulos sonaban entre las melodías, y los tenedores y los platos -¡qué pla, pla, qué plato!- bailaban rítmicamente su propio rondó. ¡Cling, clang, chang! Entre los dedos imaginativos de la Marcha Turca de Mozart barriendo el piano como un niño de quince pies jugando a una rayuela que fuera del cielo al más allá del cielo en treinta casilleros con forma de flor –cada casillero un pétalo de la flor-, la flecha de la aguja que nos pinchaba el humor y al amor al punto de la lo, lo, la lo…cura que cura… esa loca flecha salió disparada a las nubes e imaginando regalos para darnos entre los amados abrimos todo el contenido de nuestras cinturas, lo envolvimos en paquetes con formas de acordes concisos y punteos como cosquillas y lo regalamos al amado. Y así regalándonos –al ritmo del alegre cha cha cha de la marcha turca- reposo de grullas, calma y respiraciones profundas desde una boca hacia adentro de la otra, rasguños transpirados de león mimoso haciendo espejo a la furiosa leona, danzas inspiradas de grullas abiertas, lamidos de gatos sentados en las piernas el uno sobre el otro, calor de dragón incendiándonos mutuamente, montadas de jinetes a caballo de la aventura gritando, cangrejos atrapándonos pechos y caderas, cigueñas dando todo el amor al amado y monos haciendo monerías del amor, practicamos –al compás del cha cha cha humorístico y danzón de la Marcha Turca de Wolgang Amadeus Mozart- las diferentes formas artísticas del kung fu de la sensualidad. Juntos, mi Arthur y yo sonábamos como una hermosa sonata… y cada día, cada desayuno, cada cena, cada anochecer, Mozart entraba más… y más… y más… en nuestro musical corazón"...
Posted on: Thu, 06 Jun 2013 00:24:52 +0000

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