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sí estamos... El velatorio y entierro en Garín de Diego Gastón Acosta (26), un delincuente más conocido como El Anguila, superaron holgadamente la ficción que ofrecen las películas hollywoodense, y mostró en crudo la realidad que sufre esa localidad en manos de la delincuencia que la tiene sitiada a su antojo. A pocas horas del supuesto suicidio de El Anguila, parte de su banda y un numeroso grupo de sujetos pertenecientes a la barra brava de Tigre, a la que también el delincuente oruindo del barrio cabot pertenecía, se reunieron en el barrio Amad para hacerle el aguante a Acosta en su propia casa, donde se hizo el velatorio. En la tarde del pasado domingo 17, mientras se esperaba el cuerpo de El Anguila, que estaba siendo sometido a una autopsia en la morgue judicial, una versión que señalaba que Acosta había sido frozado por la policía a suicidarse, fue tomando fuerza entre los presentes que juraron venganza. Un juramento que fue sellado a los tiros. Los disparos al aire, que forman parte del folclore delictivo del conurbano -imitando a los narcos mexicanos- ya no sobresaltan a los vecinos del barrio, están acostumbrados a escucharlos a toda hora; tampoco sorprende a nadie la presencia de delincuentes enfierrados que ostentan sus armas con total impunidad, incluso frente a la fuerza policial que parece haber perdido el control de esa localidad. Esos disparos se repitieron el lunes desde muy temprano, cuando en dos colectivos y medio centenar de motos acompañaron al cuerpo de El Anguila hasta el cementerio local, donde otro inusual hecho se sumó a la despedida del reconocido hampón que se lo vincula al narcotráfico, entre otros negocios turbios. Según pudo averiguar escobarnews, allí pretendían enterrar a El Anguila en la misma tumba de su hermano, Pablo, otro delincuente que murió hace un par de años atrás en un enfrentamiento armado con la policía, cuando intentaba robar un comercio ubicado en el barrio Cabot. Una persona se transformó en testigo circunstancial de la llegada al cementerio de Garin del cortejo y confió a este medio que los barrabravas de Tigre coparon el lugar haciendo flamear las banderas de ese club de fútbol y ponían en alto su armas. ¡Todos estaban calzados hasta las muelas y se mostraban orgullosos con sus pistolas! indicó ese testigo a este medio. Este testigo señaló que los seguidores de La Anguila se pusieron relocos cuando se enteraron que no lo podían sepultar como ellos querían, ya que la tumba estaba con su capacidad completa. Cuando abrieron la tumba, además de los restos de su hermano, estaban los de su padrastro y los del padrastro de Pablo, lo que desató la locura. A los gritos y a punta de pistola, obligaron al personal del cementerio a sacar de la fosa los restos de uno de los ocupantes de la tumba para hacerle lugar al cajón de La Anguila. Sin muchas chances de hacer entrar en razón a los enardecidos seguidores de Acosta, los sepultureros retiraron los huesos del padrastro de Pablo Acosta, que fueron depositados en una pequeña caja de madera y puestos al lado del ataúd de La Anguila. Resuelto el singular problema, los malvivientes despidieron a su compañero con numerosos disparos al aire y ratificaron frente a la tumba su juramento de venganza contra los cobani por haberle dado muerte a La Anguila, cumpliendo rigurosamente con el rito de esta subcultura delictiva.
Posted on: Fri, 22 Nov 2013 01:31:35 +0000

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