*125* ¡Los reencuentros siempre son inesperados! Un día, el - TopicsExpress



          

*125* ¡Los reencuentros siempre son inesperados! Un día, el doctor en cargo comisionó a Candy y a otra compañera a viajar a otro hospital, en Edimburgo, Escocia, por un mes. Era un hospital especialmente para soldados en rehabilitación. Candy estaba tan entusiasmada y emocionada que reía de alegría. Viajaría a Escocia. Su querida Escocia, donde había vivido experiencias tan gratas con sus amigos y con Terry. Era en Escocia donde la familia Andrey tenía una casa, y también donde el duque de Granchester tenía su mansión. “Terry…!” El hospital de rehabilitación era un poco rústico, aunque limpio. Las enfermeras no perdieron tiempo y pronto fueron puestas a trabajar. Cuando Candy se encontraba atendiendo a un paciente fue cuando vio a través de la ventana a uno de los soldados que estaba muy cerca del lago y que se podía caer. Candy entonces, salió corriendo y gritando, tratando de detener al paciente. “¡Espere, señor! ¡Se caerá al agua! Señor!!”, gritaba Candy mientras se acercaba corriendo al paciente. Cuál fue su grata sorpresa cuando este soldado, quien sostenía un artefacto extraño en sus manos, volteó con su tierna cara amiga. “STEAR!!” Era Stear. “¿Candy? ¡CANDY! …Candy?” Candy pegó tremendo grito, y cayó al suelo desmayada. Sí. Su querido amigo Stear estaba ahí, VIVO! Después de unos momentos, Candy despertó, y lo vio a los ojos. “Candy, soy yo, Stear! Vamos, Candy!” Candy se incorporó, y se abrazaron fuertemente; ella comenzó a reír de alegría, y luego, a llorar. Stear le contó que había saltado de su avión momentos antes de que éste se estrellara y que por la caída había permanecido dos semanas en coma; y, que hasta entonces, había estado en recuperación y rehabilitación. Hubiera querido escribir, pero la correspondencia tardaba mucho en llegar en aquellos días; además, quería darles la sorpresa. Luego, le enseñó su último invento: un pequeño velero con motor de avión. Estaba a punto de probarlo en el lago, cuando Candy llegó. Candy y Stear pasaron el resto del día juntos, platicando sobre los últimos acontecimientos: el tío abuelo Albert y su regreso a la sociedad; la boda de Archie y Annie; el reciente trabajo de Candy como enfermera de guerra; la nueva ubicación de los Leagan en el sur de los Estados Unidos, y por supuesto, Candy le platicó también sobre el aún dolorido corazón de Paty. “¡Paty…! Mi querida Patricia sufre por mí!”, preocupado, exclamó Stear. Candy entonces aprovechó a contarle lo difícil que había sido para ella afrontar la muerte de Anthony; pero que Paty y él aún tenían esperanza. Stear miró a Candy con firmeza, y después de un breve silencio, le preguntó: “Dime, Candy… me has contado todo sobre los demás, pero… ¿qué pasó entre tú y Terry? ¿Cómo te fue en Chicago?”. “¡…Stear!” – suspiró Candy al encontrar respuesta tan fuera de lugar. Candy miró hacia el lago y le contó brevemente que habían decidido tomar diferentes caminos. “¡Candy!”. Stear miraba tiernamente a su querida amiga. La conocía perfectamente, y sabía que Candy aún sufría por Terry, aunque ésta tratara de esconderlo. “Stear, pero tú tienes que ir a América y re-encontrarte con Paty. ¡Ella te ama!”. Fue entonces que Stear decidió regresar finalmente a América. Tenía todavía tantos inventos en mente ahora con la nueva tecnología que se había desarrollado en Inglaterra, pero amaba más a Paty y no podía soportar que estuviera tan deprimida. Candy le dio un poco del dinero que le había mandado Albert, para que Stear pudiera regresar a América. Fue así que una tarde, Candy despidió a su amigo Stear en el puerto de San Hampton, Inglaterra, con esperanzas de verse de nuevo, algún día, en América.
Posted on: Thu, 27 Jun 2013 23:16:22 +0000

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