5 DE MAYO DE 1912, ATAQUE A LA CIUDAD DE TLAPA1 Francisco - TopicsExpress



          

5 DE MAYO DE 1912, ATAQUE A LA CIUDAD DE TLAPA1 Francisco Herrera Sipriano Museo Regional de Guerrero/INAH Chilpancingo, Gro., septiembre 2011 La revolución campesina por la tierra, contra los altos impuestos y por la justicia, se había extendido por la entidad; los pobres habían decidido levantarse en armas para hacerse oír y reclamar sus derechos. La región de La Montaña no era la excepción. Enarbolando el Plan de Ayala, revolucionarios zapatistas de la comarca, de otras partes de Guerrero y los estados de Morelos y Puebla, comandados por Emiliano Zapata, se estaban concentrando para atacar la ciudad de Tlapa a finales de abril de 1912; plaza codiciada por ser la más importante de la región y los recursos que podían obtener de ella. Siguiendo el protocolo zapatista, como parte de su táctica intimidatoria, el general Jesús (a) El Tuerto Morales desde Olinalá, el 30 de abril, propuso a través del cura Miguel Basurto y Moreno a los coroneles Antonio Gálvez o Rafael Mendoza, defensores de la ciudad de Tlapa, que: 1) Se pasaran al lado de la revolución campesina, ofreciéndoles el grado de brigadier y ascensos a los subalternos que los siguieran; 2) De no aceptar, proponía que evacuaran la plaza ante la evidente superioridad de las fuerzas zapatistas; 3) “Teniendo en consideración el amor al lugar en que se nace, a las atenciones y amor entrañable que se debería a la familia y a los hijos, le proponen, si no le convienen las anteriores propuestas: que, tenga verificativo la campaña, fuera de la población, pues Ud. sabe que las fuerzas revolucionarias son dinamiteras.- En cuarto lugar: queriendo usar de comedimientos para con las familias tlapanecas: que se les prevenga que salgan fuera de la ciudad, pues Ud. sabe que la embriaguez de la pólvora los ciega y los empuja a los mayores desastres.- Si triunfan se contentarán con que les entreguen las armas y los caballos, y el consiguiente pedido para los gastos de guerra.” La respuesta del coronel Antonio Gálvez no se hizo esperar. El 1 de mayo, por el mismo conducto, contestó que no defeccionaría, que sería leal al gobierno constituido y defendería la plaza hasta morir si era preciso; que si el general Morales “no quiere la efusión de sangre inocente que se someta a la ley y yo le garantizo el indulto a él y a toda su gente, y si no, que personalmente decidiremos la cuestión para ahorrar que gaste parque, tiempo y dinamita: que debe fijarse él y los suyos que con andar rebelados contra el Gobierno que ellos también coadyuvaron para su institución están asesinando a nuestra madre común (la Patria).” En cuanto a la amenaza de que las fuerzas atacantes eran dinamiteras, respondía: “... a mí no me arredra que tengan dinamita porque yo también tengo y químicamente preparada no como ellos la han venido usando”. Terminaba solicitando la desocupación de la plaza de Olinalá, porque tenía que recuperarla. Por su parte el prefecto de Tlapa Benjamín Fernández pedía urgentemente refuerzos militares y parque al gobierno estatal, y éste al federal, porque ya estaban próximas las fuerzas zapatistas y se temía un desastre por lo escaso de soldados y de municiones de la guarnición local. La ayuda llegó de Puebla con el teniente Luis G. Cartón, pero después de que los zapatistas habían sido rechazados en su pretensión de tomar la ciudad. Quien pudo prestar una ayuda eficaz y oportuna era el comandante Rómulo Figueroa, que andaba por Chilapa, pero no lo hizo por sus diferencias políticas con el gobernador José Inocente Lugo. En lugar de marchar hacia Tlapa, se fue rumbo a Iguala. Los días 2 y 3 de mayo las fuerzas revolucionarias se fueron aproximando a su objetivo, llegando a los pueblos de Chiepetlán, Tenango Tepexi y otros de los alrededores. Los defensores de la ciudad fueron avisados de este movimiento y tomaron sus providencias. Desde el día 4 a las seis de la mañana empezaron las escaramuzas, cuando una avanzada zapatista de 15 hombres a caballo y otros a pie fueron obligados a huir, y el cabo 2° Baraquiel Ríos sorprendió a tres hombres que estaban cortando el alambre del telégrafo, logrando matar a uno de ellos de nombre Aurelio Arenas, huyendo heridos los otros dos. Más tarde, el coronel Antonio Gálvez con 50 hombres de caballería salió a hacer una exploración hasta el pueblo de Ahuatepec, encontrando otro grupo de rebeldes a los cuales también hicieron huir. El 5 de mayo era domingo, día de plaza, de concurrencia a la ciudad de Tlapa de gente de toda la comarca que acudía a vender sus productos y comprar lo que necesitaba. En esta ocasión había poco movimiento, confirmándose que la ciudad estaba siendo cercada por los zapatistas, quienes estaban llegando de los pueblos de Petlacala, Coachimalco, Ahuatepec, Ixcateopan, Tlaquilcingo, Axoxuca y otros cercanos. De todos lados se aproximaban los revolucionarios, menos por el norte donde los cerros y el río Tlapaneco brindaban una protección natural. Los atacantes sumaban más de dos mil, aunque las cifras varían entre esta cantidad y más de cinco mil según diversas fuentes, regularmente armados. Emiliano Zapata en persona dirigía la operación. Su ejército lo componían grupos de campesinos provenientes de Morelos, Puebla y Guerrero. Entre los jefes zapatistas que acudieron a esta acción pueden mencionarse a Eufemio Zapata, Jesús Morales (alias el Tuerto), Francisco Mendoza, Maurilio Mejía, Ignacio Maya, Jesús Navarro, Miguel Nájera, Mendiola, Capistrano, Espinosa, Julio Gómez del rumbo de Chilapa, Avelino Gatica y Arnulfo Bello de Quechultenango, Marino Portillo y Praxedis Ramírez de Atlixtac, Rafael Cid y Juan Bautista Hernández de Tlapa y Zeferino Beltrán de Tlaquiltzinapa. Los defensores, al mando del coronel Antonio Gálvez y Benjamín Fernández, jefe de la plaza y prefecto político respectivamente, sumaban poco más de 500 hombres: 395 “colorados” y 150 voluntarios armados con carabinas Winchester. Además de los mencionados, participaron en la defensa con algún mando de tropa: Tiburcio Vega, comandante de la gendarmería del distrito; el cabo escuadra Pedro Patrón; los cabos 1° Alberto Berber y Rafael Mendoza; los cabos 2° Gerardo Brito, Jesús Villa, Vulfrano Salgado, Aureliano Villegas, Abraham Martínez, Elpidio Cortés, Baraquiel Ríos y Federico Casarrubias; los sargentos Pedro Casarrubias, Pedro Dinamares, Perfecto Iriarte, Herminio Camarillo, Mateo León y José Mendoza; el teniente Rosario Laso; el subteniente Leonardo Castro; los cabos Delfino Vega y Bibiano Abarca; y el capitán 1° Crispín Galeana. A las 9 de la mañana inició el ataque por el lado poniente, rumbo de Tlaquiltzinapa, generalizándose enseguida por todos lados. La batalla duró aproximadamente 9 horas. Los defensores resistieron con tenacidad los embates de los revolucionarios. Al final se impuso la ventaja de la mejor posición y pertrechos militares de los primeros, sobre la ventaja de la superioridad numérica de los segundos. Pelear por la vida, por la familia y los intereses propios, hacen que la fuerza y el valor de los hombres se multipliquen. Hubo momentos, sin embargo, en que los sitiados estuvieron a punto de sucumbir cuando los zapatistas entraron y se posesionaron del barrio de Caltitlán, pero éstos se rehicieron y en un golpe de audacia dirigido por el coronel Gálvez y el prefecto Fernández, por la sorpresa y efectividad en las filas enemigas, contraatacaron logrando no sólo desalojarlos sino darse el lujo de perseguirlos y derrotarlos. Los zapatistas comprendieron que por el momento no era conveniente seguir insistiendo en tomar la plaza, más aún cuando ya estaba en camino la ayuda militar a la ciudad proveniente de Puebla. El saldo de la batalla fue desfavorable a los revolucionarios: perdieron armas, 60 caballos, dos banderas (una tricolor y otra con una cruz blanca en medio), una trompeta de caballería, una caja con 30 cohetes de dinamita, 100 fulminantes, bombas ya arregladas, diversos objetos que se habían apropiado de la hacienda de Acatzingo cuando tomaron el barrio de Caltitlán (ropa de uso, telas, rejas para arar la tierra y otras herramientas), numerosos heridos y más de 160 muertos. Por parte de los defensores tuvieron 5 muertos y 11 heridos. Los muertos fueron el teniente Juan Arroyo, el sargento 1° Pedro Casarrubias, el cabo escuadra Epifanio Mancilla, el comerciante español Antonio Guerra y el paisano Bernardo Ruiz. En su memoria el Ayuntamiento de Tlapa, un año después, mandó a hacer un cuadro de honor donde incluyó, además de los 5 difuntos mencionados, al sargento 2° José Mendoza. Dicho cuadro se encuentra actualmente en una sala, a la entrada de la presidencia municipal. Por otra parte el gobernador, al ser informado de los hechos felicitó al coronel Gálvez por “tan brillante defensa, participándole que pido condecoración del Mérito Militar para Ud. y sus compañeros”. Tlapa caería en poder del zapatismo casi dos años después, en marzo de 1914. PUBLICADO EN REVISTA ReEVOLUCION.
Posted on: Thu, 11 Jul 2013 18:50:49 +0000

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