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A Miguel le gustaba este texto de Dolina que yo le copie: “… La amistad debe nacer en la juventud o en la infancia. Nuestros amigos son aquellos que aprenden junto a nosotros o, mejor todavía, los que viven aventuras a nuestro lado. Y por lo general, la gente aprende y vive aventuras en la juventud. Después casi todo el mundo consigue algún empleo en casas de comercio y ya resulta imposible adquirir conocimientos nuevos o pelearse con una patota. “…A los once o doce años, uno empieza a hartarse de la familia y encuentra que los muchachos de la esquina son mucho mas divertidos que el tío Jorge. Durante mas o menos una década nadie estará mas cerca de nuestro corazón que esos muchachos. Y si uno quiere aprovisionarse de amigos, debe hacerlo en ese periodo. Después será demasiado tarde…” Según se aprecia, el criterio de Manuel Mandeb es interesante y tal vez verdadero. Sucede que en cierto momento de la vida uno descubre que esta rodeado de extraños: compañeros de trabajo, clientes, acreedores, vecinos y cuñados. Los amigos de verdad están lejos, probablemente encerrados en círculos parecidos. Algunos empecinados insisten en cultivar amistades nuevas. Los matrimonios maduros se visitan mutuamente y desarrollan pálidas parodias de la amistad verdadera: se cuentan una y otra vez episodios antiguos, vividos con los amigos viejos, que ya no están. Cuando uno es joven no cuenta historias a sus amigos: las vive con ellos... ...Sera difícil, desde luego. Nadie podrá rescatar a los amigos perdidos. Poco podrá hacerse para librarnos de los desconocidos que llenan nuestro tiempo. En todo caso, cada uno de nosotros deberá cuidar lo poco que tenga. Sin componer canciones ni escribir poemas. Se trata únicamente de sentarse un rato en la vereda o de matear en silencio con los que están mas cerca de nuestro espíritu. Si uno no tiene ya a los de antes, cabe decir que tal vez existen en el mundo amigos viejos a los que todavía no conocemos. Yo mismo, las otras noches resolví salir de mi encierro y lleno de ilusiones me encamine a cierta esquina que conozco. Tenia ganas de fumar en silencio junto a tres o cuatro sujetos que se estacionan en ese lugar. Pensaba además cosechar algún guiño amistoso después de estos años en que estuve tan ocupado. Pero algo raro debe haber sucedido, porque no había nadie... " Lo guardaba bajo el vidrio de su mesita de luz. Acá hay luz: con Migue nos escapábamos del laburo, para aprender , para asombrarnos, para conocer. Llenábamos la mochila de risa y vino oscuro, libros , parissienes y mate. Hacíamos fuego cerca del río manzanares, escuchábamos música, buscábamos la luz. Construíamos ( sin saber ) las historias que pasan de boca a oído y dicen, desde hace mucho tiempo, aquello que ninguna otra cosa puede decir. (como los gusanos, que fecundan ciegos la tierra que atraviesan.) Inconscientes, trenzábamos relatos con una materia tan sutil, que podrían saltar las murallas invisibles que nos separaban de los otros. Historias que se perpetuaban. Como el chiste circense en el que un payaso busca en un circulo luminoso un objeto que ha perdido, no porque dicho objeto se haya perdido en ese lugar, sino porque < aquí hay luz >. Esta historia tiene un significado oculto, como el objeto que se busca. Nos dice: Que es mejor buscar donde hay luz. Si no encontramos el objeto perdido, tal vez encontremos otra cosa. En la oscuridad , seguro, no encontraremos nada.
Posted on: Thu, 05 Sep 2013 03:39:56 +0000

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