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Ayer hice unas notas dedicadas a todos aquellos que sufrieron la catastrofe del Prestige a quienes actuaron voluntariamente en una lucha desigual y a las mujeres y hombres de Nunca Mais, especialmente a los de Catalunya con los que durante años, siendo yo de los mas viejos, me honre militando con ellos. A propósito de la sentencia del Prestige En noviembre de 2002 cuando el hundimiento del barco petrolero Prestige creamos la plataforma Nunca Mais de Catalunya, mayoritariamente gallegos residentes aquí y también catalanes, algunos hijos de gallegos. Varios años después cuando entendimos que lo que podíamos hacer desde ella estaba hecho, la disolvimos. Ahora, once años después de la catástrofe, se da por cerrado todo el largo período de la instrucción, proceso y juicio con una sentencia que es a la vez un discutible resultado jurídico y un seguro escarnio a los gallegos. Hace once años los pescadores, las mariscadoras, otros ciudadanos, lucharon heroicamente por no perder sus costas, sus recursos. Para no perder el medio de vida que además afectaba a muchos otros que tenían en la mar, en el trabajo directo o indirecto, la base de su economía. Hace once años de forma espontánea llegaron a Galicia, a las preciosas riberas de su noroeste, miles de personas que sintieron como propia la afrenta del chapapote a unas costas privilegiadas por su riqueza en vida y también la desventura de quienes en ella dejan cada día su vida para su sustento. Eran miles los voluntarios que con escasos medios trabajaron codo a codo con los gallegos, en condicione precarias, sin saber la afectación de su salud, derrochando ese bien tan necesario para la vida, la solidaridad. Llegaron de todas partes de España, de muchos países foráneos. Llegaron y se fundieron en gallegos que peleaban por la recuperación de la tierra, del mar, de la dignidad… lo que otros gallegos desgraciadamente no hicieron. Durante once años se ha hablado del Prestige, se ha discutido con mayor o menor conocimiento de los cascos de los petroleros, de lo que había que hacer y delo que se hizo con el barco, de ecología, biología, de la afectación económica, sanitaria y psicológica que la invasión del chapapote supuso en aquellas tierras de noroeste ya desbastadas secularmente por los barbaros de la codicia. Hace once años la repuesta social fue un acontecimiento impresionante que con otros movimientos como la oposición a la invasión de Irak o la huelga general del trabajo, desgasto a un gobierno en el que se estaban responsables políticos de la tragedia del Prestige. No es ocioso recordar a Matas, Rajoy, Cascos y a la cabeza de todos ellos a Aznar. En estos once años nadie los llevo al banquillo de los acusados aunque sus decisiones equivocadas que ningún experto bienintencionado ya discute, fueron las que convirtieron el percance del barco en hundimiento y tragedia. No hace falta recordar ahora que todos estos personajes y otros muchos colaboradores de similar ralea, todos de infausta memoria por su comportamiento insensible y nefasto siguen en activo como si todo esto no fuera con ellos Once años después esperábamos alguna sentencia que sabiendo que no alcanzaría a quienes popularmente fueron señalados y denunciados -y los medios de comunicación bien documentaron sus responsabilidades-, al menos no nos avergonzaría ni irritaría Once años después quienes militamos en Nunca Mais de Catalunya, compañeros de recorrido con nuestros hermanos mayores de NUNCA MAIS manifestamos el rechazo de esta justicia que es ahogada mediante la precariedad de medios, la presión de los poderosos que tienen posibilidades económicas y políticas para escabullirse de sus responsabilidades Once años después el Prestige es algo que ocurrió y que no se puede borrar de nuestra memoria, no lo olvidan las ricas arenas de las rías ni el mar nutrido de tanta vida ni las gentes que asistieron aterrados e impotentes a tanta desdicha y aún así iniciaron una lucha imposible. Once años después, perdida una batalla más, el espíritu que nos movió a jóvenes y menos jóvenes, la certeza de que no hay que resignarse y todos algo más sabios, debemos volver a decir Nunca Mais a cualquier situación donde la impunidad se alié con la injusticia para no perder definitivamente la esperanza. Once años después nos gobierna el partido popular, los mismos que colaboraron a acrecentar la tragedia con sus erróneas decisiones y su desinterés, los que para desconcierto de muchos vemos como llegan al poder con los votos de los que han perjudicado reiteradamente. Ahora aún estamos peor, la sentencia debería despertarnos de este sopor que el paro, la pérdida de derechos civiles y el desolador panorama de la corrupción nos invalida, atenaza y nos tiene postrados y con miedos. Es un panorama sombrío, el chapapote no ha parado y consiguió cubrir muchos más espacios que la costas de una hermosa tierra en una esquina del continente. Posiblemente ha cubierto definitivamente la conciencia de los políticos responsables y sus animosos colaboradores. Ha entrado en muchas conciencias haciendo que lo particular vaya ganando sobre lo colectivo, en fin todo lo contrario que pensábamos y deseábamos cuando decíamos, escribíamos y gritábamos NUNCA MAIS. (Notas a “vuelapluma” pensando en los amigos y amigas con los que tuve la suerte de ser parte de Nunca Mais, cuando ya con las cicatrices de muchas causas perdidas, encontré en muchos de ellos sensibilidad, coraje y hasta bendita inocencia)
Posted on: Sat, 16 Nov 2013 16:12:56 +0000

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