BONO EN LA COPE He visto que en los más diversos foros se ha - TopicsExpress



          

BONO EN LA COPE He visto que en los más diversos foros se ha ido formando una especie de remolino de cólera, sorpresa y juicio apocalíptico a causa del reciente paso del socialista José Bono por la COPE en el programa estrella de la cadena. En términos generales, la mayoría de los que recogen la noticia lo hacen para quejarse de que la COPE – donde no pocos de ellos han intentado entrar durante años y no les han dejado o donde estuvieron y les echaron – no debería tolerar que semejante personaje apareciera ante sus micrófonos. A alguno, conocido por su proverbial peluca, incluso parece que se le va a incendiar el bisoñé en un arrebato de ira clerical. Una de las pocas excepciones a esta tónica general quizá sea un medio bastante talibanesco que, finalmente, se ha bajado la vestidura talar hasta los tobillos y que - ¡también es casualidad! – últimamente tiene publicidad de la citada cadena. Pero no nos entretengamos con esos aspectos secundarios y volvamos a la entrevista. En apariencia y para los que no están en el secreto, en el curso de la misma, Bono apela al papa Francisco, les da un tirón de orejas a los obispos españoles por ser más papistas que el papa y se queja de la presencia que tuvo Federico en aquella cadena aunque, por supuesto, no lo menciona por su nombre sino de manera indirecta. Pero esto es sólo la apariencia y en España que es una nación donde los poderes reales no paran de jugar a los triles con los ciudadanos como víctimas, las apariencias engañan más que en la mayoría de los lugares debajo del sol. Bono, en realidad, está diciendo mucho, muchísimo y el que haya descubierto las reglas del juego del régimen de la Transición lo entenderá sobradamente. En primer lugar, el astuto político socialista está dejando sentada la realidad auténtica de la Transición. Esa realidad no fue la de un pueblo estableciendo la democracia – mucho menos la de Franco facilitándola, que hay que ser muy cenutrio para pensarlo – sino algo muy diferente. A mediados de los años sesenta, había tres circunstancias claras como el cristal salvo para los pánfilos – Caudillo incluido – que creían en la posibilidad de preservar el estado del 18 de julio. La primera era que España sería una democracia sí o sí porque en la parte del globo donde estaba ubicada no podía ser otra cosa. La segunda era que había muchas clases de democracia y urgía modelar una que no se tradujera en cambios en el reparto del poder real. La tercera vino a ser algo así como la traducción al español del conocido dicho mexicano “Éste es el año de Hidalgo… ¡el que no sea pendejo que agarre algo!”. Por eso, los cambios comenzaron a hacerse – a espaldas de Franco – ya en los sesenta y adquirieron características de auténtica desbandada desde que, en 1969, el príncipe Juan Carlos fue designado sucesor a título de rey y quedó claro por donde discurriría institucionalmente todo. Que el pueblo no se enterara no tenía nada de particular porque desde hace siglos se ha insistido en mantenerlo en la minoría de edad y, como a los niños, no se le cuentan cosas de mayores. El pacto de la Transición comenzó a sellarse años antes de la muerte del dictador y, fundamentalmente, se podría resumir en lo siguiente: la democracia es inevitable y democracia habrá, pero las castas privilegiadas de siglos en la Historia de España verán respetados todos y cada uno de sus privilegios e incluso disfrutarán de su aumento a la vez que se dará entrada a unas nuevas castas privilegiadas que, hasta ese momento, no se habían comido un colín y mucho menos habían accedido a la tarta. La solución era extraordinariamente inteligente porque implicaba cambiar todo para que todo siguiera igual y no sólo evitar cualquier tensión en el cambio de régimen sino además garantizar con la llegada de nuevas castas que su estabilidad crecería. A fin de cuentas, ¿cómo te van a apetecer cambios sociales bruscos cuando eres funcionario de una comunidad autónoma o trabajas en una televisión pública? Y si la izquierda se amolda, ¿quién va a canalizar cualquier protesta social? Ese pacto ha sido respetado por todos y cada uno de los gobiernos hayan sido de derechas o de izquierdas. Con ninguno de ellos – independientemente de cómo haya resultado su gestión – las antiguas castas, como la iglesia católica o el mundo financiero, han perdido sino que, por el contrario, cada vez han ganado más. De todos es sabido cómo Felipe González, socialista, creó las SICAVs para que los más ricos pagaran menos o se las arregló para que se tuvieran que cobrar las nóminas por banco con la consiguiente comisión. Incluso personaje en apariencia – quizá también de corazón – tan anticlerical como ZP más que duplicó la asignación de la declaración de la renta para la iglesia católica a la vez que subvencionaba generosamente la Jornada Mundial de la Juventud. Eso por no hablar del dinero de todos nosotros – y que pagaremos todos nosotros – que inyectó a los bancos. Por su parte, los gobiernos de derechas no dejaron de entregar dinero a manos llenas a los sindicatos o de promocionar a los titiricejas o demás pesebres de la izquierda. El pacto funciona. No sólo eso. Además las castas privilegiadas de antaño se han reservado un inmenso poder a la hora de determinar el futuro del régimen de la Transición. Así, el mundo financiero ha mantenido una espada de Damocles sobre los partidos políticos gracias a la financiación y los créditos - y con ellas, la tranquilidad social – y la iglesia católica logró que dos de sus hechuras más dañinas – el nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco – recibieran un trato de favor impidiendo la configuración de un estado fuerte que - ¿quién sabe? – pudiera un día cuestionar sus privilegios. El pacto – “ciudadanos y ciudadanas, ¿dónde está la bolita? ¿dónde está la bolita?” – se ha mantenido contra viento y marea pagándolo, claro está, los ciudadanos y, de paso, llevándonos a la ruina porque, al fin y a la postre, la tarta no da para tanta y tan voraz gente. Partiendo de esa base que millones se niegan a ver porque significaría aceptar que nos han engañado vilmente – algo que no gusta nada, lo reconozco – y que, por añadidura, determinadas instituciones no son como pretenden ser, Bono ha llevado a cabo un recordatorio qu podría parafrasearse de la siguiente manera: “El estado concluyó unos acuerdos con la iglesia católica que le han reportado una cantidad incalculable de beneficios. De esos acuerdos, el de 1976 que marcaba cómo serían los siguientes, es pre-constitucional. Los otros también aunque se aprobaron formalmente después de una constitución cuyo contenido determinaron de manera intolerable, una vieja estrategia de la iglesia católica en España que, en unas ocasiones, ha tenido éxito (1812, 1876) y, en otras (1868, 1931), no. Sin embargo, a pesar de esas circunstancias un tanto bochornosas, nadie – ni siquiera ZP – los ha cuestionado ni ha dejado de derramar escandalosamente el dinero de los contribuyentes sobre las castas privilegiadas, antiguas y modernas. Por lo tanto, llevémonos bien. Nosotros hemos cumplido nuestra parte mucho más de lo que saben – y sería conveniente que supieran - los ciudadanos. No sean ustedes tan estúpidos de no hacer lo mismo en el futuro como pudo parecer – sólo parecer - que sucedía en la época de Federico. A fin de cuentas, ustedes mismos sirvieron la cabeza de Federico en bandeja cuando lo consideraron oportuno y siguiendo órdenes de muy, muy arriba. Entonces, como tantas veces desde antes de 1975, cuando ya se fraguaba la Transición, nos entendimos. ¿Por qué no habríamos de seguir haciéndolo en el futuro? ¿Acaso no nos ha ido bien – extraordinariamente bien – a todos?”. Eso es lo que – en verdad – dijo Bono y para los que están en el secreto es más que fácil de entender. El resto se escandaliza y se rasga las vestiduras o se rasca la calva que oculta la peluca con gesto de indignación, pero es que - ¡pobres! – todavía no se han enterado ni del mundo en el que viven ni de la naturaleza real del equipo en el que juegan por muchos años que lleven luciendo sus colores.
Posted on: Wed, 20 Nov 2013 12:11:38 +0000

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