Bocadillos Rolando Bello Paredes “La clave está en Snowden”: - TopicsExpress



          

Bocadillos Rolando Bello Paredes “La clave está en Snowden”: notas en desorden Los últimos días en su vida alcanzan para una novela o una película o una serie de televisión. No me cabe la menor duda. El centro del “huracán”, mediático y político, tiene nombre: Edward Joseph Snowden. Una simple búsqueda en la red de redes, con su apellido, obtiene cerca de 125 mil resultados. De ser un mediano empleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, un consultor tecnológico, saltó a las primeras planas y pantallas, por una entrevista concedida al periódico inglés The Guardian y revelaciones además del diario norteamericano The Washington Post. El tema de los espías y del espionaje ha sido siempre seductor, atractivo, atrayente para todos. No creo que alguien que se haya podido abstraer del asunto. De ahí esta nota de los Bocadillos, que procura algunas notas en desorden del espionaje y de los espías, para disfrutar hoy domingo, con la lectura de POR ESTO! Las notas periodísticas de la realidad, o vía novela, película o televisión, cuentan con un amplio público. Y de todas las edades. Fisgar, que se dice el origen del vocablo de espionaje, del latín “espiare”, es además, práctica social, no privativa de los expertos. Casi podríamos enunciar que todos somos fisgones. Unos más, otros menos, pero todos fisgoneamos. El asunto Snowden escandalizó a casi todo el mundo. Un joven cuyos inicios laborales, apenas hace pocos años, fue en la CIA “como experto en seguridad informática”, según una nota biográfica, que agrega que nació en Elizabeth City, Carolina del Norte, en el vecino país del norte, un 21 de junio de 1983. Antes, fue “guardia de seguridad para unas instalaciones secretas de la NSA en la Universidad de Maryland”. Finalizó trabajando, antes de su salida de Estados Unidos, en mayo último, para un “contratista de defensa, durante menos de tres meses, como administrador de sistemas, dentro de la NSA, en Hawai”. La historia reciente la inició el diario The Guardian y luego The Washington Post. Revelaron “dos programas de espionaje secretos: uno que registra datos de llamadas en Estados Unidos, y otro que permite a la inteligencia estadounidense acceder a servidores de las principales compañías de Internet para buscar conexiones con el terrorismo internacional”, de acuerdo con una cronología de los hechos, visible en el portal 24horas.cl. Snowden hizo lo que hizo porque, dijo a The Guardian, que “no quiero vivir en un mundo donde todo sea grabado”. Y agregó: “Sé que el gobierno me va a demonizar”. La batahola surgió de inmediato. Colocó en situación difícil a los dirigentes políticos norteamericanos. El asunto se agravó con otras denuncias periodísticas. El diario francés Le Monde dijo que “Francia realiza actividades constantes de espionaje sobre las llamadas telefónicas, los correos electrónicos y las comunicaciones tanto del país como del exterior”. Y antes, el semanario alemán Der Spiegel (significa Espejo), con un tiraje de un millón de ejemplares, según se anuncia, publicó también que existe un “espionaje estadounidense en Europa”. Snowden ha vivido, varios días, en un aeropuerto de Rusia. El hecho fue previsto y anticipado en la película de Steven Spielberg, estelarizada por Tom Hanks, “La terminal”, que trata de un visitante que llega a Nueva York y no puede ingresar al país e improvisa sus días y noches en las salas de espera de la terminal, como se lee en la propaganda de la película estrenada en 2004. En declaración publicada el pasado viernes 12, Snowden dijo: “No busqué enriquecerme. Nunca traté de vender secretos estadounidenses. No me asocié con ningún gobierno extranjero para garantizar mi seguridad. En su lugar, revelé lo que sabía al público, para que lo que nos afecta a todos pueda ser discutido por todos a la luz del día. Y le pedí justicia al mundo. Aquella decisión de contarle al público sobre el espionaje que nos afecta a todos nosotros me ha salido cara, pero era lo correcto y no me arrepiento de haberlo hecho”. El espionaje y los espías es historia vieja. Incluso hay registro bíblico. En Números se habla de la “misión de los doce espías”. Se les envió a reconocer la tierra de Canaán: “Observad cómo es la tierra habitada, si es buena o mala”. Otra está en el Génesis: Jacobo envió a sus hijos a Egipto porque “yo he oído que hay víveres en Egipto”. José, que era “señor de la tierra”, hizo como que no conocía a sus hermanos, y les dijo: “Espías sois”. Ellos replicaron: “Somos hombres honrados, nunca fuimos espías”. Más terrenal el asunto, se sabe de tres famosas espías. Mata Hari, cuyo nombre fue Margaretha Geertruida Zelle, fue una de las bailarinas orientales más célebres de su tiempo, y así fue contratada por la inteligencia alemana antes de la Primera Guerra Mundial. Nació en 1876 y murió en 1917. Otra, fue Josephine Baker, la “Venus Negra”. Se dice que se convirtió en una espía de la resistencia francesa. Al fallecer en 1975, sus funerales fueron con honores militares. Y una tercera, más de nuestros días, es Anna Chapman, nacida en 1982, famosa por el escándalo de detención de 10 espías rusos en Estados Unidos. Confesó que trataba de sacar datos sobre armas nucleares. Se le deportó a su país, Rusia. Otro destacado es Adrich Ames, agente de la CIA, que vendía información a los rusos, por lo que fue condenado a cadena perpetua. Fue un “topo” para el KGB. Más lejos en el tiempo, es conocido Sir Francis Walsingham, cercano de la Reina Elizabeth I en Inglaterra del siglo XVI. Usó la tortura como un medio para obtener información de los sospechosos. Hay otros, tal vez más con mayor reputación popular. Menciono a tres: El comandante James Bond, agente 007 del Servicio Secreto de Inteligencia británico, creado por la imaginación del escritor Ian Fleming, en 1952, en la novela Casino Royale. El agente, con “licencia para matar”, si fuera mexicano, ya contaría con una credencial del INAPAM. Otro, creado también al calor de la guerra fría, es George Smiley. Es “hijo” del inglés John Le Carré, seudónimo de David John Moore Cornwell. Y uno más moderno, es Jason Bourne, que actúa en las novelas del norteamericano Robert Ludlum. Y en cuanto a novelas se refiere, es preciso citar la que da título, parafraseándolo, a estos Bocadillos, “La clave está en Rebeca”, de Ken Follet, ambientada en la Segunda Guerra Mundial y publicada en 1980. Otra, clásica, es “El espía que surgió del frío”, de John Le Carré. Una más, “El diamante de los Tudor”, de la especie de novela histórica, “de espionaje en la corte de los Tudor”, de Will Whitaker. Otra es “El americano impasible” de Graham Greene, que la narra la acción en la Indochina francesa. Y una más, “El día del Chacal”, de Frederick Forsyth, que parte de un hecho real, el intento de asesinato del presidente francés Charles de Gaulle. Es aventurera la vida de los espías, al menos de las de ficción. En Internet, para quien así lo decida, encuentra uno información sobre “Cómo convertirse en espía”, según el “dossier” del portal Quo. Aunque, de acuerdo con una afirmación del novelista John Le Carré, “uno no contacta con el servicio secreto. Es el servicio secreto quien contacta contigo”. En fin. Guardo más información del tema. Si alguien se interesa, podría enviar un correo a la siguiente dirección electrónica: huiroespía.org. Sólo hay que escribir la palabra clave (en honor de Catón): “Indejo”. Recibirán de inmediato un expediente clasificado como “top secret”. Ya al final, regístrese que Snowden, no obstante el bullicio de sus declaraciones, o precisamente por ellas, ya recibió una peculiar declaración. La ex espía Anna Chapman publicó en su cuenta de Twitter, con su nombre y fotografía, la siguiente amorosa proposición: “Snowden, ¿te casarías conmigo?”. No se ha divulgado, hasta esta fecha, si el norteamericano aceptará o no, la oferta de la bella rusa. Es probable que, esto último, se trate de información confidencial y reservada. (Publicado en POR ESTO! Yucatán_ domingo 14 de julio de 2013).
Posted on: Sun, 14 Jul 2013 14:38:59 +0000

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