CIENCIA Y CREENCIAS - TopicsExpress



          

CIENCIA Y CREENCIAS Pedro Zabala Los animales no tienen creencias. Los humanos sí. Las necesitamos para arraigarnos en la realidad. Nos dan seguridad y son tan importantes en nuestra vida que la mayor parte de nuestras decisiones individuales y colectivas nacen de ellas. Reconocer esto no significa que no podamos analizarlas con nuestra razón, pues dentro de ellas hay elementos que pueden ser beneficiosos y otros perniciosos para nosotros y los demás. Además, existen muchas clases de creencias, religiosas unas y otras no. A menudo estas creencias, hablando en propiedad los creyentes entran en pugna unos con otros. Pugnas muy peligrosas, pues llevan al fanatismo y la intolerancia. La ciencia es un método de aproximación a la realidad que sólo admite como cierto aquello que puede ser comprobado experimentalmente. Dicho de otra manera: lo que puede ser falseado por la experiencia. Por su naturaleza, pues, los conocimientos científicos son siempre provisionales, valen en cuanto el avance posterior no demuestre la parte de error que contenían. Desde esta perspectiva, la ciencia no dice nada sobre otros métodos de acercarse a la realidad, artísticos o religiosos. Pertenecen a la esfera de lo indecible en términos estrictamente científicos. Es legítima la defensa frente a quienes no reconocen la autonomía científica, o pretenden invadir su campo, extrapolando las creencias o las estéticas al ámbito experimental. Pero negar las creencias, ridiculizarlas, apelando a la ciencia es una falacia: es una creencia de signo opuesto la que se camufla tras esa capa de neutralidad científica. También esa falsa neutralidad es denunciable cuando ciertos científicos pusieron y siguen poniendo sus conocimientos al servicio de ideología inhumanas, como los experimentos nazis, la fabricación de armas destructivas, o de un mercado desrregulado y ciego a las necesidades humanas. A estas alturas, resulta ridículo pretender ocultar que determinados sectores eclesiásticos, mayoritariamente jerárquicos, se han opuesto y se siguen oponiendo a la ciencia. Dice uno de los aforismos de Jorge Wagensberg:”la ciencia no sirve para demostrar la existencia o la inexistencia de Dios, aunque desafortunadamente nadie de los que han atacado la ciencia en nombre de una iglesia parece estar convencido del todo”. Casos extremos de fundamentalismo anticientífico son la contraposición al evolucionismo del mito de la creación del mundo en siete días o la teoría del diseño inteligente que convierte a Dios en responsable directo de las chapuzas que el azar fue introduciendo en la evolución. Otro de los aforismos de Wagensberg asegura: “El margen de interpretación de un texto sagrado ayuda a salvar las contradicciones entre la eterna verdad revelada y la cambiante verdad científica”. Para mí, puede completarse esta idea, afirmando que son muchas las vías, a través de cuales el ser humano accede a la Revelación. Los signos de los tiempos (que hay que saber leer), entre lo que descuellan tanto la ciencia como la historia son una de ellas. Pero es injusto decir que la Iglesia se opone a la ciencia. Esto supone olvidar a muchos científicos creyentes; sólo mencionaré uno: aquel humilde monje llamado Mendel. Recordaré otro aforismo del autor citado:”quizá no sepamos nunca por qué el mundo es inteligible, ni por qué hay belleza en él, pero apostaría a que se trata de de dos preguntas con la misma respuesta”. El creyente se atreve a darla, claro que esto no es ciencia, sino creencia. Hemos de acudir al campo de las creencias compartidas para descubrir la diferencia entre bien y el mal, los límites éticos del obrar humano. Descubrirlos y exigirlos escapa del ámbito científico. ¿Por qué hemos de socorrer al que sufre, por qué son preferibles las víctimas a los opresores?. Las creencias que aportan significado último a la vida, o sea las religiones, postulan una base incondicional a estos valores básicos. Pero cuando los avances científicos plantean cuestiones éticas de gran calado, la regla de oro “ama al prójimo como a ti mismo” ha de concretarse en busca de respuestas que no pueden formularse de modo apriorístico y dogmático. Una bioética humana y eficaz sólo puede nacer del trabajo interdisciplinar de expertos, científicos y moralistas, en un clima de respeto mutuo. Y en caso de duda, precaución, ya que son valores muy importantes los que están en juego.
Posted on: Sun, 04 Aug 2013 18:20:51 +0000

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