Construyendo un Legado de Traición Por Luis F. Brizuela Cruz El - TopicsExpress



          

Construyendo un Legado de Traición Por Luis F. Brizuela Cruz El observador con sentido común –una rareza en nuestro mundo moderno- entendería la gravedad de una situación cuando la abrumadora preponderancia de culpabilidad es ignorada y lo absolutamente inadecuado pasa a ser normal y popular. El mismo observador quedaría totalmente alarmado al darse cuenta de la enorme disparidad que existe en la manera que ciertos individuos y grupos son percibidos y tratados por la sociedad en relación a otros. Finalmente, puede resultar obvio para ese observador con lógica que la sociedad, mayoritariamente, has cruzado el umbral de la decadencia cuando innegables actos de traición reciben exculpación y son en ocasiones hasta vanagloriados. Nombres de cierta notoriedad vienen de inmediato a la mente como Assange, Snowden y Manning, pero cuando sus respectivas infamias pierdan auge es muy probable que sus expedientes pasen a ser solo una serie de notas empolvadas al pie de algunas páginas de la historia. Mientras tanto, otros nombres y personalidades de mayor reconocimiento y relevancia verdaderamente constituyen la lista de caracteres plenamente dedicados a construir un fatídico legado de falsedad y traición. La inmunidad histórica con la cual las facciones liberales de nuestra sociedad han sido siempre gratificadas puede haber llegado a la cúspide bajo la administración de Barack Hussein Obama. Los niveles de condescendencia y aceptación por parte de las masas idolatrantes han llegado, durante esta presidencia, a exceder los parámetros tradicionales de los privilegios que son usualmente otorgados a todo tipo de visión cosmológica en la izquierda. Obama, sus “superiores” y subordinados han elevado, por consiguiente, las apuestas a niveles inimaginables de impunidad; solidificando su posición de control del vehículo encaminado hacia la completa transformación de los Estados Unidos de América y subsecuentemente del mundo. Los ejemplos son muchos y claros, pero si comparamos solo algunas de las citas famosas (o notorias) de otros presidentes recientes con las de Obama –al igual que la forma en que han sido asimiladas por el público- cualquier observador con sentido común podría ver la casi incomprensible disparidad e inconsistencia en las reacciones de las masas. Cuando George H. Bush emitió la frase “lean mis labios: no habrá nuevos impuestos” y posteriormente formuló con el Congreso una subida tributaria, fue vigorosamente vilipendiado por sus opositores y una demografía liberal que ya crecía desmesuradamente. George W. Bush corrió una suerte similar cuando anunció eufóricamente que la campaña en Irak había sido “misión cumplida”. En ambos casos las pronunciaciones resultaron extremadamente costosas para los conservadores, al perder el primero de los Bush su intento a la reelección, mientras que su hijo puede haber sido el último presidente republicano que veremos en los Estados Unidos en un largo tiempo. Obama, el resultado maligno de un deterioro social que se ha venido gestando por varias décadas, se ha visto y escuchado durante los pasados cinco años navegando en un mar de contradicciones, inconsistencias y mentiras -asolapadas por su acústica retorica socialista. Entre sus declaraciones más deplorables, poco tiempo después de asumir la presidencia, señaló públicamente que un policía blanco que había arrestado a un profesor negro que vociferaba y alteraba el orden había “actuado estúpidamente”. En tiempos más recientes, en forma característica, elevó nuevamente las tenciones raciales al indicar que de haber tenido un hijo, este “se hubiera parecido a Trayvon Martin” y que “Martin podría haber sido (él) treinta cinco años atrás”. Finalmente, Obama se ha referido a los múltiples escándalos que han venido afligiendo su falaz administración como “falsas” distracciones fabricadas por sus adversarios. Entre estos eventos se encuentra el incidente de Benghazi, donde cuatro diplomáticos estadounidenses perdieron sus vidas probablemente debido a la escasa protección por parte del Departamento de Estado. A pesar de haber recurrido inicialmente a su ambivalente demagogia con relación a la tragedia en Libia, con el fin de no comprometerse en tildarla de terrorismo, Obama llegó a aceptar que el suceso había sido realmente un acto de terror y prometió una investigación y traer a la justicia a los responsables del mismo. En una declaración pública que fluctúa entre insulto y acto de traición, el Presidente ahora incluye el incidente de Benghazi entre los que él ha denominado “falsos escándalos”. La enigmática complicidad de una sociedad desinformada e indulgente y gran parte de los medios de difusión, quienes permiten que los actos y declaraciones de los líderes liberales se susciten sin cuestionamiento alguno, ha envalentonado a una nueva legión de “traidores americanos con licencia”, los cuales viven convencidos que pueden proseguir, impunemente, con sus agendas anti americanistas en busca de la total destrucción de la otrora gran nación. Un fatídico legado de traición y de exculpación liberal garantizada ha comenzado a tomar forma. 5 de agosto, 2013 Todos los Derechos Reservados cubasegundomilenio
Posted on: Mon, 05 Aug 2013 14:04:35 +0000

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