Corría 1996 y un servidor "como canica en bacinica" recorría el estado construyendo y enseñando el Sistema Constructivo Hebel de Contec Mexicana al que representaba en Durango. Hacía una cantidad de obras educativas y me iba bien; nunca dí mordidas, chayotes o payolas. Fiel a mi estilo, coherente con la economía duranguense que en obra pública (salvo dedazos) poca utilidad deja, no usaba residentes y por ello iba y venía. Con meses de nacido, poco veía a mi primogénito y en una pausa decidí parar. Sostuve yo criaría a mis hijos, no nadamás llevaría el dinero, pugné por no faltar a un festival, presentación, entrega de premios, torneo etc, (que he cumplido) ante asombro y crítica de padrinos, amigos, hoy connotados empresarios que me auguraban futuros promisorios en fama y riqueza. No tengo ni una de estás últimas, pero no me arrepiento nada, ni tantito de aquella decisión y, sin embargo tengo una felicidad que presiento envidian algunos que llenos tienen los bolsillos o las cuentas bancarias. Conozco bien a mis hijos con quienes convivo, hablo, veo diario, sé de sus tribulaciones y alegrías en tiempo real, no por la cómoda edición de su mamá o abuelos o por la conveniencia de una tableta o smartphone.
Posted on: Tue, 24 Sep 2013 16:53:28 +0000
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