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Cuernavaca, Morelos, a 22 de julio de 2013 Reflexión sobre el CIDHEM y el decreto de extinción Este sábado 20 de julio acudí a las oficinas del secretario de educación del estado de Morelos para escuchar sus planteamientos sobre el decreto de extinción del CIDHEM y para expresar mi opinión al respecto y escuchar las de otros profesores y alumnos. El día de hoy, informado de la convocatoria a esta rueda de prensa, he querido estar presente para escuchar el pronunciamiento del director del centro y he solicitado hacer uso de la palabra. Lo que voy a decir surge de reflexiones que he hecho en compañía de colegas y alumnos del centro, pero en última instancia yo soy el único responsable de esta declaración. Pertenezco a dos casas de estudios, soy académico de la UNAM desde hace veinticinco años, y profesor del CIDHEM desde hace catorce años. El decreto de extinción de este centro de investigación que el gobernador del estado ha enviado al congreso me preocupa profundamente, como sé que están preocupados los estudiantes, mis colegas profesores y los trabajadores administrativos del centro. Es una medida que puede tener muy serias consecuencias y que debe valorarse con absoluta serenidad y responsabilidad. Están en juego proyectos de trabajo y proyectos de vida de muchas personas, pero además podría representar un antecedente delicado al plantear la disolución de una institución con dieciocho años de antigüedad como única vía para resolver sus problemas. Creo que no se ha hecho un diagnóstico objetivo y suficiente de las condiciones del centro, sus logros, sus deficiencias y errores. Pero aun suponiendo que los problemas del centro fuesen muchos, es de plano discutible que la única solución sea disolverlo. Desde la perspectiva del seminario que dirijo hace 14 años en este centro, y después de haber visto a mis alumnos hacer excelentes tesis, realizar una labor destacada en centros de enseñanza e investigación, publicar sus trabajos, no puedo aceptar el diagnóstico de un centro en decadencia. Me constan logros muy importantes de este centro en varias especialidades, y creo que la calidad de las tesis de posgrado del CIDHEM, en áreas como Antropología, Historia e Historia del Arte, es comparable a la de tesis de la UNAM y de otras universidades dentro y fuera de México. Este hecho, aunado a la calidad de los cursos y actividades académicas que he presenciado aquí durante muchos años, me lleva a la convicción de que debemos levantar la voz para pedir que se reconozca la calidad académica del CIDHEM. No puedo evitar la mención de algunos hechos históricos y políticos que se citan en las discusiones de estos días. El centro que dirigía el doctor Ricardo Guerra no era perfecto, pero era un gran proyecto, que podía dar y empezaba a dar espléndidos frutos. Es cierto para mí y para muchos que el cambio de dirección del centro, tras la muerte del doctor Guerra, produjo una crisis fortísima. Fue desalentador que no se escuchara entonces la opinión de la comunidad para la elección de un nuevo director y para la orientación de los estudios en el centro. La dirección surgida entonces no estuvo a la altura del proyecto que quedaba en sus manos. Fue preciso resistir, exigir respeto a ciertas prácticas académicas y nadar contracorriente. Lo hacíamos por nuestros estudiantes y por el compromiso con una institución que, creíamos, debía resistir los vaivenes políticos con el único argumento sólido que tenemos a nuestro alcance: el del trabajo académico. Sin desdeñar las críticas que pueden y deben hacerse a la administración y al desempeño de todos nosotros en el centro, en los últimos años ha habido procesos de construcción institucional, y nunca han cesado los esfuerzos que, desde los cursos y seminarios, desde el trabajo académico con responsabilidad, hemos venido haciendo los alumnos y maestros del centro. Estoy convencido de que la comunidad de profesores y estudiantes del CIDHEM debe de ser el actor principal de su transformación y de que tenemos los recursos intelectuales y morales para hacerlo. Somos muy diferentes entre nosotros, opinamos cosas muy distintas, en esta misma coyuntura tenemos posiciones distintas; naturalmente que sí, pues se trata de una institución de educación superior. Lo que no podemos aceptar es que la solución a los problemas y desafíos de una institución como el CIDHEM provenga del exterior, y menos aún que la solución sea la extinción misma del centro, con la vaga esperanza de que algunos proyectos tengan continuidad en una nueva institución. Alumnos y maestros del CIDHEM coincidimos en la demanda de más autonomía para nuestro centro, más participación en la toma de decisiones y más vida colegiada. Deseamos mejorar los resultados del trabajo académico y la eficiencia terminal, y hemos trabajado en ello. Claudicar en este proyecto, aceptar nuestra liquidación y confiar en que el estado nos provea, quizá a algunos de nosotros, de una institución alternativa para tratar de reiniciar proyectos, no parece aceptable. Creo además que los estudiantes quedarían expuestos a pérdidas importantes en cuanto a demora de sus proyectos de estudio y graduación, desconocimiento de una parte de los estudios realizados y, sin duda, pérdida de cursos y seminarios que ahora utilizan para desarrollar sus proyectos. Nadie puede garantizar a los estudiantes que se volverían a sentar con el mismo profesor en el mismo seminario a desarrollar sus tesis si este centro se extinguiera. Las consecuencias del decreto de extinción son graves y no hay un fundamento suficiente para optar por esa medida. La comunidad debe ser tomada en cuenta. Hay una gran cantidad de opciones de reforma de nuestro centro; hay muchas opciones para consolidar su autonomía, para incrementar la vida colegiada, para intensificar las labores de investigación. Reconozco la invitación del secretario de educación del sábado pasado como una muestra de la apertura para reconsiderar la situación y sus consecuencias, y creo que es la única ruta posible: no el temor de una extinción inminente sino la apertura de un intervalo razonable de reflexión y entendimiento para buscar soluciones adecuadas que no lastimen los proyectos y las vidas de alumnos, profesores y trabajadores en general, y que no cancelen la vida institucional. Muchas gracias.
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 21:38:00 +0000

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