Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso. Rescatad al débil y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos. (Salmos 82:3, 4 LBLA) Tenemos la misión de anunciar, a la manera de Jesús de Nazaret, el reinado de Dios. Un anuncio que va acompañado del llamado a que nuestro mundo cambie de rumbo, cambie de forma de pensar. Es lo que el Evangelio llama arrepentimiento. El anuncio del reinado de Dios toma partido de forma explícita por los empobrecidos de nuestra aldea global. Se anuncia una realidad social alternativa, no en el campo de la abstracción, sino en el campo de lo palpable, de lo mensurable... La misión mesiánica se concreta, según nuestro salmo, a través de tres acciones: defender, hacer justicia y rescatar. La iglesia-asamblea toma la responsabilidad, frente a los poderes de este mundo, de defender a los débiles y huérfanos del sistema. Toma la responsabilidad de hacer justicia a a los afligidos por el Imperio-mundo. Toma la responsabilidad de rescatar a los débiles y necesitados. En fin, la misión anticipadora del reinado de Dios busca la liberación de los empobrecidos de las manos del sistema mediante su integración en el proyecto de vida, justicia y paz que anunció y realizó Jesús de Nazaret en los días de su carne. El camino de Jesús de Nazaret no busca simpatizantes. Busca militantes del mundo nuevo que viene. La misión de la iglesia-asamblea no es anunciar resignación y ponderado silencio ante el actual estado de cosas, sino realizar, en la fuerza del Espíritu, lo que anuncia en medio de nuestra realidad socioeconómica. A partir de aquí, tal vez podamos entender nuestro empobrecimiento espiritual, y nuestra cobardía para hacer-reino-de-Dios en medio de nuestra historia hasta su eclosión final en la venida de Dios en el Mesías Jesús, aquel que resucitó de entre los muertos. ¡Dios, ten misericordia de nosotros! Soli Deo Gloria
Posted on: Fri, 18 Oct 2013 07:10:17 +0000
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