EL MONASTERO DE PIEDRA . RÚSTICO EN SU BRAVIO EXPLENDOR Dice la - TopicsExpress



          

EL MONASTERO DE PIEDRA . RÚSTICO EN SU BRAVIO EXPLENDOR Dice la canción. Si vas a Calatatyud pregunta por la Dolores, una copla la mató de penita y sinsabores. Llegados a Calatayud, esperamos qque pasara una monumental tormenta de verano que impide caminar. Pronto sale espléndido y vigoroso el sol. Seguimos. Y ya, aparcado el coche comenzamos a caminar. Un remanso de aguas cristalinas donde mojan su plumaje las palomas, donde los cisnes y ánades se mecen ajenos a todo lo que no sea nadar. Los árboles, en este caluroso día veraniego, nos brindan su sombra. Praderíos, senderos, barrancos con vallas protectoras, que nos llevan hasta una catarata. Se llama la cola del caballo. Sus aguas cayentes irisan los rayos del sol, entre un fragoroso ruido. Bajan riachuelos de agua por doquier, que riegan la hierba que se inclina mimosa a su paso. Una gran catarata que luego recoge su caudal para sorprendernos ya hecha un río.Seguimos bajando por senderos angostos, de piedra, que caracoleando nos llevan a un lugar mas bajo. Otra catarata que cae rumorosa, envolviendo sus aguas cual rizos, dejando centellear a la luz del sol miles de irisados colores que van de un color a otro, confundiéndose en uno y mil a la vez. Y ahora vemos un río que deja caer sus aguas en el abismo, rugiendo allá en el fondo al chocar con su base. Miro hacia el abismo, y pienso que sería una aventura bajar hasta ese abismo. Se lo digo a un desconocido que venía detrás, y me dice: Pues la aventura la pasaremos, porque no hay otro lugar por donde pasar. De pronto se acaba todo sendero. El camino no existe. Solo una cueva, que dicen que sale allá no sé donde. Y por la cueva nos metimos. El agua cae inmisericorde encima de nuestras desaprensivas espaldas. ¿Por qué no habremos leído aquello que decía “Ojo, Chubasqueros”. Es que pensamos que nos querían vender alguno. Después de un trecho bajo la montaña salimos. Los desfiladeros a un lado y otro nos permiten contemplar una corta extensión que se alarga a nuestros pies, mientras el ruido de la catarata es cada vez mayor…Algunas avecillas posan silentes, mostrando los brillantes colores de su plumaje, como diciendo “no temáis, aquí no pasa nada”. Por fin llegamos al valle. El sendero se convierte ahora en un caminito, y allí se ven algunos jardineros cuidadores de esta agreste belleza. El río, Un gran río que tiene miles de millares de truchas y otras especies de peces.. Hay una fuente que se titula : “La fuente de la salud”. Pero si se titulara “la fuente que saca la sed, la de las aguas mojadas” sería igual, porque nos sentamos y bebimos con ansia, mientras el sudor se apodera de nuestro cansado cuerpo. El anónimo acompañante me dice que ya no hay más que bajar. Ahora es llanear y volver a subir ¿Cuántos kilómetros hemos andado? No sé. Ahora el agua se torna cristalina y sosegada. Parece un espejo. Es “El Lago de los espejos” Mirando al tranquilo lago no se sabe donde acaba el agua o donde comienza la subiente montaña. Es un fiel retrato de las verdes montañas que la circundan. Yo, que todo lo iba filmando, ahora busco la manera de ver las alturas cúspides de las montañitas en el lago. Hay una pasarela de madera, donde los turistas se cuelgan de las barandas para contemplar tal maravilla. Pasamos esa pasarela, y es inaudito el trinar de millares de pajaritos en la agreste enramada. Nos sentamos para descansar un poco, y para recordar tanta belleza. El sol refleja en el agua, y parece convertir en aros de luz a todos nosotros. También lo filmo. Ahí se parten los colores en los siete del arcoiris, hermosos casi tanto como yo. Y recostado en el tronco de un corpulento árbol siento allá en las ramas un chip, chip, de un joven pajarito. Es tan joven que comienza a volar rudimentariamente. Y viene a caer a mi lado. Lo cojo, y lo retiro un poco del sendero. Veo como los padres van y vienen para enseñarle que no se debe permanecer caído. Comenzamos a subir. Algunos senderos que parecen largos balcones de madera rustica. A su lado la hierba que cae cual melena de cabellera verde invitándonos a descansar otro ratito. Praderas que tienen en sus lagos hermosos cisnes. Lagos cubiertos de enmarañado ramaje que nos cobija de un sol que rueda el espacio sideral hasta que se duerme tras las montañas. Turistas que están descansando tranquilamente sobre la hierba verde. Personas mayores que necesitan de nuestra ayuda para poder subir. Y les acompañamos. Los senderos son ahora retorcidos, bifurcándose a veces para visitar la cueva del león, el rincón del cura (se llama así porque en tiempos remotos, el fraile del monasterio que cometía una falta pasaba la noche en la cueva haciendo penitencia) Allá a lo lejos se divisan las torres del Monasterio-Ese Monasterio que está formado por inmensidad de celdas, como celdas de un panal de rica miel. Y que todas asoman a un balcón exterior. Pero el Monasterio está aún muy lejos. Muchas vueltas tenemos que dar aun. De pronto en frente vemos las antiguas ruinas de una parte que derrumbaron en la guerra civil. Entramos. Una enormísima bodega de unos barriles inmensos ¿de donde sacarían para llenarlos? Secreto que solo el Barbero podría explicar. Pero que no lo hará por si le mengua el licor dulcísimo. Una enorme cocina que habla de los cientos de frailes que poblaron ese monasterio. Carrozas, muchas carrozas, Yugos, arados…que ahora duermen un sueño inútil en un rincón de antigüedades. Luego bajamos a la necrópolis, allí muchas tumbas, cuyas lápidas de cristal nos dejan ver los cuerpos en cuclillas de toda esa comunidad En las paredes muchos santos mutilados, y luego, ya pasadas tantas horas entre bajar y subir, volvemos a proseguir nuestro viaje.
Posted on: Sat, 17 Aug 2013 14:58:11 +0000

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