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EL PECADO DE OMISIÓN, POR CAUSA DEL INCUMPLIMIENTO DE LA REGLA DE ORO Por: Manuel Jordán, PhD Según la epístola de Santiago hay un pecado (del cual poco se habla), llamado el pecado de omisión. “Así que, al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”, Santiago 4:17. Muchas personas no son dadas a cometer malas acciones. Algunas son incapaces de hablar malas palabras, robar, o hacer alguna cosa que pueda ofender a su prójimo. Hasta donde les es posible, pueden hasta controlar la mentira. Sin embargo faltan en sus responsabilidades hacia su prójimo. Pienso que confunden la Regla de Plata con la Regla de Oro. La primera es un estándar de comportamiento, que se encuentra en los escritos de Hillel el Viejo, Confucio y otros pensadores. La de plata está identificada con el no hacer, "No hagas a otros lo que no quisieras que te hicieran a ti". Por ejemplo: No hacer daño al vecino. No robar, etc. Por otro lado, la regla de oro, perfeccionada por Jesús, está relacionada con el hacer. La Regla de Oro dice: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. Esta regla dice, si esto es lo que quieres que los demás hagan contigo, así también debes hacer con ellos. Y por supuesto, tiene que estar dirigida por el amor: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", Mateo 22:39. La regla de Jesús expresa un principio fundamental del reino de los cielos. Los ciudadanos del reino de los cielos la practican. Además es la base fundamental de nuestra relación con otros. Es una expresión de la voluntad de Dios. Dios usa esta regla para gobernarnos a nosotros. Por lo tanto, nosotros debemos aplicarla a nuestras vidas en el trato con nuestro prójimo. Si no aceptamos esta regla rechazamos Su voluntad. La mayoría de los problemas entre los personas son causados por desobedecerla. Debemos tener cuidado de no ser guiados por los deseos e impulsos de la carne (Gálatas. 5:19-21), sino por esta regla. Aceptaremos esta regla si somos guiados por el Espíritu. ¿Cómo podemos aplicar la regla de oro a nuestras vidas? Primeramente debemos preguntarnos: “¿Cómo me gustaría que los demás me traten?” Ejemplo, Si me enfermo, ¿me gustaría que alguien se preocupara por mí…? ¿Me gustaría que me visitaran y comprendieran en medio de mi aflicción…? ¿Quiero que los demás sean amables conmigo…? Si hago mal, ¿Quiero que me corrijan sin condenarme? ¿Me gustaría que nadie se aproveche de mis bondades…? ¿Me gustaría que me traten con cortesía y respeto…? ¿No me gustaría que murmuraran de mí? ¿No me gustaría que me calumniaran…? ¿Quiero que me den un poco de reconocimiento, por lo bueno que hago; que por lo menos me digan “gracias”? ¿Me gustaría tener el hombro de un amigo dónde recostar mi cabeza en el día de mi aflicción…? Por cierto, en Proverbios 18: 24 dice: “El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo; y hay un amigo más cercano que un hermano”, Proverbios 18:24 “En todo tiempo ama el amigo; y el hermano nace para los tiempos de adversidad”, Proverbios 17:17 Debemos cambiar nuestro modo de pensar y comenzar a actuar con otros de la misma forma que deseamos que otros nos traten. No hacerlo activamente, sin esperar nada a cambio, estaremos cometiendo un pecado de omisión. Los dejo con la parábola del buen samaritano: 25 Un intérprete de la Ley se levantó y dijo, para probarlo: —Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26 Él le dijo: -¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees? 27 Aquél, respondiendo, dijo: -Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Le dijo: —Bien has respondido; haz esto y vivirás. 29 Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: -¿Y quién es mi prójimo? 30 Respondiendo Jesús, dijo: -Un hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. 31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y al verlo pasó de largo.32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, al verlo pasó de largo. 33 Pero un samaritano que iba de camino, vino cerca de él y, al verlo, fue movido a misericordia. 34 Acercándose, vendó sus heridas echándoles aceite y vino, lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. 35 Otro día, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: “CUIDAMELO, y todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese.” 36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37 Él dijo: -El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: -VE Y HAZ TU LO MISMO…
Posted on: Thu, 22 Aug 2013 22:06:51 +0000

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