ENTRADA 7: Jarro de Agua Fría. Mr.Bocazas. -Hay que salir, los - TopicsExpress



          

ENTRADA 7: Jarro de Agua Fría. Mr.Bocazas. -Hay que salir, los soldados suben de nuevo. -Dijo Alan con la oreja pegada a la puerta mientras se escuchaba cada vez más cerca el golpeteo de pies sobre los escalones. -¿Y que nos disparen?, ya habéis oído lo que habían dicho esos tíos.- Contestó Ángela sin apenas acento italiano. La pobre había estado ausente todo el rato, sin hablar, casi sin hacerse de notar, supongo que en shock tras lo de sus amigas, con la mirada perdida... Comprendo como puede sentirse, yo mismo no me creo lo que está pasando. Espero no tener que vivir esa experiencia…que locura, sus dos amigas intentando matarnos a todos. Los pasos se escuchaban cada vez más cerca, había que tomar una decisión. Salimos, no salimos, salimos, no salimos… En pleno debate una puerta se cierra y alguien sale al rellano. - ¡Oigaaan! –Sonó la voz de una mujer. -¡NO SE MUEVA!, ¡ARRIBA LAS MANOS!, ¡NI UN PASO MÁS!- Dijeron varios militares, no sé quién dijo cada frase, era imposible averiguarlo desde el otro lado de la puerta. -¡No disparen!- Gritó la mujer. – ¡He tenido que salir!, ¡No aguanto más esta situación tienen que sacarnos de aquí !!!.- El tono de desesperación era tangible, se palpaba en cada una de las palabras. -Hemos dicho que no saliera nadie hasta que lo autorizáramos. – Dijo el hombre que parecía estar al mando, con tono severo pero tranquilo. -¡Esa chica tiene razón!, estamos aquí jodidos y encima tenemos que esperar, ¡hagan ALGO! Al escuchar esa voz Angel, Alan y yo nos miramos sorprendidos… era él sin duda. ¡Chinga Leo como la calienta! ¿Cómo se atreve a salir con este panorama? Teníamos que evitar que hiciera alguna tontería, esa gente iba en serio. Abrimos la puerta despacio y la atravesamos con las manos en alto, varios hombres nos apuntaban mientras 2 de ellos cargaban con un herido. -Es increíble, desobedeciendo órdenes…si alguien hace un movimiento brusco daré la orden de abrir fuego. ¿Queda claro? – Dijo el que parecía estar al mando. -¡Queremos subir a ese helicóptero! ¡No ver como se pasean y disparan sus armas sin saber que coño pasa!- La mujer estaba a punto de llorar, histérica perdida. -Señora, sólo cumplo órdenes, lo lamento pero este helicóptero es para evacuar personal militar y no pude subir ninguno de ustedes. -Añadió el sargento. Solo personal militar… la noticia nos cayó como un jarro de agua fría, de golpe la evacuación parecía haberse esfumado, como si hubiera sido una cruel mentira, un espejismo. Llevábamos desde la 1 (cuando se estrelló el avión) en una situación de tensión extrema, y a las 6 cuando llegó el helicóptero, todos pensamos que la pesadilla había terminado. El mazazo fue tremendo y en mi cabeza se agolparon toda clase de pensamientos sobre lo que implicaba quedarse solos, sin ayuda oficial…abandonados. Varios vecinos más se asomaron a través de sus puertas, miradas confusas, caras de abatimiento, gritos y discusiones inundaban el pasillo del 7º piso. El sargento explicó que la prioridad era agrupar a todos los efectivos militares en el perímetro de control de la ciudad, “para evitar que nada entre ni salga”. “Contención a cualquier precio”dijo. El nerviosismo afloraba y la situación cobraba un cariz cada vez más desesperado, la gente no esperaba que el ejército los dejara tirados y el pánico estaba a punto de estallar como una olla sometida a demasiada presión. Los soldados se sentían presionados al ver como los vecinos se acercaban a ellos, los gritos y reproches se multiplicaban y algunos se prepararon para abrir fuego a la menor señal de riesgo. Por eso, antes de que se armara una carnicería, Martín ladró un par de órdenes y disparó contra el techo. Había dejado a un lado la calma anterior y actuaba con mano dura para evitar perder el control. El sonido del HK tuvo un efecto demoledor y la gente se retiró de inmediato, algunos se escondieron y otros cerraron la puerta sin dudarlo. Yo incluso cerré los ojos pensando que algún proyectil podía atravesarme en cualquier momento, si esa gente decidía acallar las protestas a balazos. -Lo siento… son las órdenes. Permanezcan encerrados y se les comunicarán las medidas que deben tomar. –Y volviéndose hacia sus hombres dijo: “Sigamos muchachos”. Y retomaron el camino a la azotea. La gente volvió a entrar a sus apartamentos desolada, pero antes de que los militares desaparecieran escaleras arriba me acerqué al soldado que estaba al mando, bajo la atenta mirada de Estela y de Cassandra. Uno de sus soldados me apuntaba y un escalofrío me recorrió la espalda. Miré a los ojos del líder del líder del grupo de soldados y le señalé el cadáver del americano que estaba tendido en mitad del pasillo. -Mis amigos y yo hemos luchado las últimas 5 horas por sobrevivir, hemos tenido que matar a esa cosa y a 2 más con unos putos palos. ¡Tienen que ayudarnos de alguna manera!- Le dije incapaz de asumir todo lo que implicaba que se marcharan sin nosotros. -Lo siento chavo, están en el lugar equivocado y en el momento menos oportuno, no puedo hacer nada. –Dijo sin la anterior frialdad en el tono de voz, realmente parecía sentir tristeza por nosotros, pero su determinación era férrea, no sacaríamos nada bueno de ese hombre. -Al menos llame a mi madre, este es el número…- Insistí mientras le acercaba un trozo de papel, escrito con prisas y de mala manera. -Dígale que estamos todos bien y que volveremos cuando podamos. -De acuerdo. – Dijo Martín mirándome con lástima mientras cogía el papel por el otro extremo. -Gracias señor. -Y tras lograr al menos el consuelo momentáneo de nuestros familiares, me alejé hacia el apartamento con la imagen de mi gente dando vueltas en mis pensamientos. -Un segundo chico, -dijo el sargento por lo bajo tomandome del brazo. – No puedo hacer esto pero… pfff…toma guárdatela. –Dijo mientras me ofrecía una pistola negra. Mi cara de sorpresa fue mayúscula al notar el tacto y el peso del arma en mi mano. Un montón de palabras se amontonaron en mi boca sin saber cuál de ellas debía dejar salir primero. Tenía mil preguntas pero aquel hombre volvió a anticiparse. -Las cosas puede ponerse muy pero que muy feas por aquí... Creo que esto, lejos de solucionarse, puede empeorar mucho aún…tengo un hermano pequeño, de tu edad y jamás querría que tuviera que pasar por este infierno…y menos que se convirtiera en uno de ellos…Están solos, si la situación lo requiere tendrás una bala para cada uno, les ofrezco un final digno. Suerte chico. Y diciendo eso desapareció escaleras arriba, dejándome a mí sin saber ni qué hacer, con un arma de fuego en la mano y aterrado con el mensaje implícito que acababa de darme… nos había dado la pistola para que, llegado el caso, pudiéramos suicidarnos.
Posted on: Sun, 28 Jul 2013 04:54:10 +0000

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