El enfermero mendocino que degolló a su cuatro hijitos por celos - TopicsExpress



          

El enfermero mendocino que degolló a su cuatro hijitos por celos ya goza de salidas transitorias de la cárcel: W W W . C H A J A R I N O T I C I A S . W E B S . C O M Julio César Giménez mató con un cuchillo tramontina a sus niños de 2, 5, 6, y 7 años y luego intentó suicidarse. Fue el 22 de agosto de 1994 en Chapanay, San Martín. Condenado a perpetua, hoy tiene permiso para salir 10 horas por semana. Un día como ayer, pero de 1994, se consumó una de las tragedias familiares que no pasará al olvido y que todavía deja en suspenso un sinfín de preguntas. Un padre de cuatro niños de corta edad puso fin a sus vidas degollándolos y luego quiso suicidarse, tras una enésima discusión con su mujer por sus presuntas infidelidades. Nadie en la localidad de Chapanay, distrito de San Martín, puede olvidar 19 años después los asesinatos de los hermanitos Giménez: Mariana (7), Ana Rosa (6), Julio César (5) y Juan Exequiel (2), quienes fueron asesinado por su padre Julio César Giménez, que en ese entonces tenía 28 años. Todo por una cuestión de celos que le provocaba el comportamiento de su esposa Rosa Alejandra Soria, hoy de 43 años. El desequilibrio mental de este hombre pequeño en el verdadero sentido de la palabra, calificado por los vecinos “como un buen padre”, dejó perplejo a todo el distrito del Este. Giménez, quien trabajaba como enfermero, fue abandonado por Rosa con los 4 niños tras una pelea. Los memoriosos lo recuerdan como un padre abnegado y que “vivía para sus hijitos”. Por eso el tremendo despertar del 22 de agosto con una tragedia semejante dejó una huella imborrable en toda la zona. Hubo quienes no salían de su asombro y quien trataba de entender lo inentendible. Apenas se recuperó de la lesión que se infringió en el cuello, fue condenado a la pena de prisión perpetua por un tribunal de San Martín. Le falta casi un año para recuperar la libertad condicional. La crónica que nunca escribí Ese día el secretario de Redacción me avisó cerca de las 13 que un padre había matado a sus 4 hijitos y que fuera a cubrir la crónica. Lo escuché y lo miré con los ojos fuera de las órbitas, porque no podía creer en algo semejante y pensé que era una de su bromas. Cuando iba en el camino ansiaba que todo fuera un error. Sin embargo al llegar a Chapanay y ver una cantidad innumerable de gente comprendí que efectivamente lo peor había pasado. Me acerqué a la vivienda traspasando un cordón policial mientras escuchaba los gritos desgarradores de los familiares de los pequeños quienes tuvieron que ser contenidos por los efectivos que estaban en el lugar. El filicida múltiple que se había seccionado la garganta con el mismo cuchillo Tramontina con el cual mató a sus hijitos fue llevado al hospital y salvó su vida. Frente a la vivienda donde fueron ultimados los nenes se escuchaban comentarios de toda índole. El que más me golpeó fue “hay que darle la pena de muerte”. La respuesta de un policía me golpeó aún más “No señora, este hombre tiene que vivir porque así, tan sólo durante un segundo de todos los días, hasta que muera, deberá pensar lo que hizo. Esa será su peor condena. En cambio la pena de muerte sería para él una liberación”. Y creo que no se equivocó en esta apreciación. Lo miré mientras trataba de superar la angustia atroz que sentía cuando sacaban en camillas los restos de los pequeños. Vi colgando el bracito del más chiquito y allí no pude contener el llanto. Fue terrible para todos. Esos instantes nos superaban humanamente, incluso a los policías que trataban de esconder sus lágrimas. El regreso al diario fue duro. Una y otra vez volvían a mi mente las imágenes de los pequeños que habían quedadas grabadas en la retina de mis ojos. Subí las escaleras y cuando encontré al director y al secretario de Redacción les conté sollozando lo que había ocurrido. Quise empezar a escribir y no pude. Afortunadamente conté con la comprensión de ambos. El secretario de Redacción me pidió que me sentara a su lado y le contara la crónica. Él empezó a escribir y percibí su horror. La nota llevó mi firma, pero confieso que nunca la escribí.
Posted on: Sat, 24 Aug 2013 21:03:26 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015