El espectro Santiesteban-Carcassés Miércoles, Septiembre 18, - TopicsExpress



          

El espectro Santiesteban-Carcassés Miércoles, Septiembre 18, 2013 | Por Wichy García Fuentes Carcassés-Santiesteban SONORA, México, 18 de septiembre de 2013, cubanet.org.- Robertico Carcassés salió ileso de su escaramuza en la siempre cursi Tribuna Antimperialista (“protestódromo” en jerga vernácula), y he aquí que el mensaje, aún pincelado con la inevitable terminología oficialista – esa que califica de “héroes” o “hermanos” a unos espías convencionales atrapados con las manos en la masa, y persiste en llamar “bloqueo” al embargo económico - implosionó de tal manera que la oficialidad no sostuvo siquiera la “sanción disciplinaria” que le había sido aplicada. Robertico en su diatriba guarachera, aún cuando muchos hubiesen preferido mayor radicalidad, hizo tanto como le fue posible en la misma madriguera de la retórica oficial. La libró, no sin antes haber recibido el apoyo solidario, aunque regañón, de Silvio Rodríguez, cancerbero mayor de la poética castrista. Su manifestación, sin embargo, si bien tuvo amplia repercusión en las redes sociales y la prensa extranjera, con más de mil firmas en carta petitoria de change.org a su favor en apenas unos días, no caló demasiado en la población cubana de adentro, gracias al dique silencioso de la información nacional. A fin de cuentas, su solicitud televisada en directo, aún con las filigranas oficialistas – esas que finalmente le salvaron el pellejo, sin duda – fue escuchada por millones de personas adentro que, de momento, pudieron no comprenderlo o pasarlo por alto entre tanto músico adulón, pero que de alguna manera se volvió chisme y morbo de lento calado en ciertos estratos sociales de intramuros. Fue, por así decirlo, un brevísimo cortocircuito en el tareco publicitario del gobierno. Como todo buen cortocircuito, aún sin descomponer el sistema eléctrico, algún daño habrá de causarle a mediano o largo plazo. La exposición al gran público, paradójicamente, es lo que mantuvo a salvo al músico. No tuvieron la misma suerte muchos otros que, confinados a una cacerola en una esquina, a un pórtico de iglesia o a una vigilada casa de Miramar, su auditorio nunca rebasó la cantidad de unas pocas decenas de interesados. Ángel Santiesteban-Prats podría considerarse un creador análogo a Roberto Carcassés. Su trayectoria en la literatura ha sido tan destacada como la del director de Interactivo, en la música. Pero Ángel, además de carecer de grandes escenarios o cámaras de la televisión nacional para decir lo que piensa, de depender de las editoriales para expresarse artísticamente, decidió que lo más importante no era clamar por la libertad de “María”, o el “otorgamiento” de un automóvil, al mismo nivel que la libertad de expresión o las elecciones libres, sino que se entregó de lleno al activismo y a la lucha cívica en contra de la dictadura castrista. Mientras a Robertico Carcassés le perdonan su “metedura de pata”, y todo queda en el conveniente discurso de que “no fue el momento o el lugar ideal, compañero, para plantear esas ideas”, otro creador cubano, Ángel Santiesteban, sigue preso tras un manipulado y kafkiano proceso legal. La carta de change.org solicitando su libertad tiene también más de mil firmas, pero ni Silvio Rodríguez, muchos menos Miguel Barnet, escritor y presidente de la UNEAC, van a interceder por él ante las autoridades. Por el contrario, ellos y sus coreutas continuarán con el mito de que Ángel Santiesteban es un violento golpeador de mujeres y que por eso está preso, no por expresarse según los dictados de su conciencia. Concierto en el que Carcassés criticó al gobierno cubano_AP A la mañana siguiente del carcassesgate, y mientras la comunidad de amigos y artistas empezaba a reclamar por la integridad del músico, encomiando su valentía y rezando para que no se desdijese, Ángel Santiesteban despertaba con fiebre alta y síntomas de dengue en su celda, pero no fue hasta cinco días después que lo trasladaron a un hospital para su tratamiento. El escritor nunca tuvo oportunidad de demandar cosa alguna a través de un micrófono en transmisión nacional, no representaba una amenaza inmediata para la credibilidad de un sistema que insiste en mostrar un rostro reformista, en un idílico panorama donde es posible pensar diferente, así sea en los “lugares y los momentos adecuados, compañeros”, por lo que su salud no representaba prioridad para la publicidad oficialista. No se trata de restar importancia al temerario lance de Robertico, por el contrario, aún cuando él mismo opine, con mayor o menor instinto de supervivencia, que nunca se deslindó del apoyo fraterno a unos cinco espías en favor de “una Cuba en la que no tengamos que infiltrar gente en Estados Unidos para evitar un terrorismo que es real e inhumano”, calcando con auténtica o socarrona ingenuidad el verdadero propósito manipulador de la campaña castrista, no menos cierto es que su prestigio dentro de la cultura cubana no necesitaba de efectos publicitarios para redimensionarse, y que su nota discordante reclamando democracia en un acto oficial ha sido, con mucho, el más sonado golpe comunicacional a la dictadura en toda su historia. Pero tampoco vamos a pedirle peras al olmo, ni guayabas al cangre de yuca. Roberto vive en Cuba, trabaja en Cuba y no es un opositor quemando naves por un ideal. Tiene que participar en ciertas secuencias de la farsa social para poder sobrevivir. Así enfrentan el día a día muchos de nuestros ex-colegas y amigos, sin que necesariamente se les deba catalogar como cobardes o traidores a la decencia. El detalle radica en que, mientras el gobierno opta por pasar página al hecho, el escritor Ángel Santiesteban sigue padeciendo cárcel sin siquiera atisbarse una miserable revisión de su caso. El 4 de julio pasado, aún en su anterior prisión, la 1580, fue visitado por efectivos de la seguridad, conminado a abandonar su posición política, a grabar un video retractándose de todo cuanto ha dicho en contra de “la revolución”, y en caso de negativa acudir a sus “amigos diplomáticos” para gestionar una salida definitiva del país. Ángel mantuvo su postura habitual, y su encarcelamiento se prolongó. Más aún, la eventual revisión de su caso, tras los nuevos argumentos que revelan con mayor precisión la burda manipulación de la fiscalía, su liberación sigue siendo ilegal e indefinidamente postergada. El debate, entonces, no debería centrase en que si Robertico Carcassés dijo o dejó de decir – a fin de cuentas salió en una pieza del problema y su mensaje quedó alto y claro en la red, como invitando a tantos buenos músicos como él a dejar descansar el conveniente apoliticismo y empezar a llamar a las cosas por su nombre -, sino en las razones para que a otro creador cubano lo castiguen desproporcionadamente por ejercer su derecho a opinar. Deberíamos reclamar al gobierno similar trato, la libertad de expresión más que el “perdón”, para quienes no tuvieron la suerte o la oportunidad de tener delante un micrófono abierto en una transmisión en vivo para todo el país. Deberíamos entender que el reclamo de justicia social tiene un espectro muy amplio que abarca muchas más posturas, un espectro que va de lo tibio a lo radical, del reformismo a la rebelión. Ese espectro, que en el caso de artistas inconformes puede ir de Carcassés a Santiesteban como de Pedro Campos a Payá en el plano político, persigue, a fin de cuentas, un objetivo similar: sacar a Cuba de su empantanamiento actual y explorar caminos alternativos, con socialismo o sin él, pero sin castrismo. La verdadera lucha democrática se guía por principios, no por efectos publicitarios. Por ello no hay que abandonar a Ángel Santiesteban-Prats, aunque sus intervenciones, desde la Feria de Guadalajara hasta su último Estado de Sats, no hayan sido tan reproducidas ni tan polémicas como las inspiraciones soneras (no por ello menos cívicas) de Roberto Carcassés.
Posted on: Thu, 19 Sep 2013 14:07:00 +0000

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