El imparpadeo es signo de gran desarrollo interior y de una - TopicsExpress



          

El imparpadeo es signo de gran desarrollo interior y de una elevación considerable del espíritu. Lahiri Mahasaya, el maestro de Yogananda, no parpadeaba. Imparpadeo que Yogananda menciona en su Autobiografía de un Yogui. Los Tirthánkaras del jainismo tampoco parpadean. “En el jainismo [el Tirthánkara es] un ‘Alma Perfecta’, un ‘Omnisciente’, uno de los grandes santos o maestros, de los cuales se enumeran veinticuatro. “Un ‘Tirthánkara’ puede ser reconocido por estas señales: [aquí siguen varias, alrededor de quince, y una de ellas es:] sus ojos permanecen siempre abiertos y ni siquiera parpadean; [...].” (E. Royston Pike, Diccionario de Religiones. México, Fondo de Cultura Económica, 1960, s.v. “Tirthánkara”.) Tampoco el samurai debe parpadear. (*) Así lo establece El Libro de los Cinco Círculos, de Miyamoto Musashi, una obra del siglo XVII. “No debes girar los ojos ni permitir que éstos parpadeen, [...].” “En la Estrategia es necesario poder mirar a ambos lados sin girar las esferas de tus ojos.” (Miyamoto Musashi, El Libro de los Cinco Círculos. Manual de Estrategia para el Samurai. Santafé de Bogotá, Elektra, 1994, 60, 61.) Cuando murió Santa Rosa de Lima no le pudieron cerrar los ojos, “porque los párpados –dice Hansen– se volvían a su puesto y sólo cubrían la mitad de las niñas; como si aun después de muerta [...] no quisiera apartar la vista de sus amados conciudadanos, los habitantes de Lima, a quienes siempre había estimado con amor y con ternura”. (Citado por Ramón Mujica Pinilla, Rosa Limensis. Mística, política e iconografía en torno a la Patrona de América. Lima, Instituto Francés de Estudios Andinos, Fondo de Cultura Económica, Banco Central de Reserva del Perú, 2001, 297, nota 12.) Presumo que Rosa, por su santidad, no parpadeaba, no movía los párpados, no tenía juego palpebral; por eso no se los pudieron bajar cuando muerta, no por lo que supone Hansen, a saber, que Rosa quería seguir contemplando a los limeños; no; sino porque ella, por su santidad, no bajaba ni subía los párpados, no parpadeaba. No me imagino a una Santa Rosa parpadeante. Me la imagino, sí, y con extrema facilidad, cual virgen imparpadeante. En los infantes, el imparpadeo es normal. El parpadeo se aprende, no es innato. Los reflejos pueden ser innatos y corticales. Los primeros son automáticos; los segundos, aprendidos. El parpadeo es un reflejo cortical. La succión, en cambio, es un reflejo automático; y automáticos son también los reflejos de prensión y deglución o tragamiento. El santo o el místico desaprende muchas cosas; y ciertamente una de las cosas que su desaprendizaje elimina es el parpadeo. Los grandes chamanes y los maestros sobresalientes de las artes marciales tampoco parpadean. Ver a éstos o aquéllos parpadeando es tan inconcebible como ver a una persona realmente distinguida y selecta luciendo tatuajes en el cuerpo. Marco Aurelio Denegri La República
Posted on: Thu, 12 Sep 2013 00:46:39 +0000

Recently Viewed Topics




© 2015