Entonces ella decidió abrir los ojos...¿cuánto tiempo había estado dormida? No supo calcularlo.Lo importante era salir de ese letargo. Recorrió con sus ojos la habitación. Las cosas no eran como ella recordaba. Como siempre, cada vez que despertaba, su deseo interior estaba a años luz de la realidad. Uno ve las cosas como quiere, el otro- la imagen en el espejo- tiene una mirada diferente. Lo único que podía hacer era olvidar o soñar. Olvidar era un verbo que le provocaba espanto ( es tan largo el olvido según mi querido Pablo Neruda). Soñar era un verbo que le permitía una suerte de movilización en lo atemporal y que la habilitaba a viajes intergalácticos, a pernoctar en otros planetas y ,en niveles de profunda ensoñación, hacer reales sus deseos y delirios. Claro está que había un cómplice. No podía soñar , volar o hacer un viaje astral por sí sola.Alguien la evocaba, la convocaba ...viajaba porque había alguien que en sueños la soñaba y la nombraba.
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 00:20:26 +0000
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