Esta vez ni siquiera hubo un diciembre para el América de Cali. A diferencia de los dos últimos años, el equipo rojo de Cali sentenció su estadía en la segunda división del fútbol colombiano de una manera aún menos decorosa y en cambio sí mucho más penosa. Para el rojo caleño terminó un sueño más de volver a esa división de honor, en la que otrora fuera protagonista y que hoy luce tan lejana y distante, como el más antiguo de los recuerdos. No habrá fútbol en la A para la hinchada americana en 2014; por un año más, tendrán que conformarse con el fútbol del lunes en la noche. América no perdió la oportunidad del ascenso anoche, por más de que se jugara su último chance (al menos ganó el partido, como debía ser); tampoco lo hizo la semana pasada en Cartagena y Bogotá. La clasificación se le fue cuando no pudo ganar el partido en su casa ante Fortaleza y dejó ver todas aquellas debilidades que se habían escondido tras su primer lugar en la reclasificación. El conjunto dirigido por Diego Umaña era un castillo de naipes que en cualquier momento podía caerse, pues nunca tuvo fútbol a ciencia cierta. Salvo una que otra individualidad de los jugadores de más condiciones (llámese Paulo Arango o Yamilson Rivera), la hinchada siempre se quedó esperando el día en que el equipo luciera contundente. Hoy, el principal crucificado es el mismo Umaña, quien en medio de una gran parafernalia llegó en enero como la gran esperanza de recuperar la grandeza deportiva del club. Y a pesar de que es evidente que el talento humano que tuvo para trabajar fue escabrosamente limitado, en sus hombros pesa el hecho de no haber conformado un mejor equipo para el segundo semestre después del fracaso del primero; porque repitió la misma historia, el equipo se le reventó en los cuadrangulares y botó al traste lo hecho en la campaña regular. Incluso entregó la Copa Postobón en los octavos de final ante Fortaleza bajo la consigna de meter todo el esfuerzo en el Torneo y paradójicamente, ya vimos quien terminó siendo el finalista (ver nota). Lo más triste para América es que este nuevo fracaso llega en medio de un buen año en lo institucional, pues el club salió finalmente de la Lista Clinton, su más grande pesadilla en los últimos tres lustros, y consiguió patrocinios. Todo pintaba para que el ascenso fuera el complemento perfecto para el fin del ostracismo. No fue así. Irónicamente el América de este año hizo una gran inversión, pagó a tiempo a sus jugadores y comenzó a construir una estabilidad económica que jamás tuvo en casi los últimos diez años que estuvo en la A. Esta vez, sin las precariedades habituales, su nómina no respondió como sí lo hicieron en su momento muchos otros que no recibían el salario que les correspondía. ¿Qué sigue ahora? El panorama es difícil, pues la desmotivación de la hinchada es absoluta y si este año acompañaron poco, no es mucho lo que se puede esperar para un tercer año en la B. El club, de paso, recibirá menos dinero por concepto de derechos de televisión, pues el límite para el monto normal son dos años en la Segunda División. A esto se suma que los patrocinios seguirán siendo limitados, es más, Bavaria por ejemplo, que tuvo presencia en los cuadrangulares, era uno de aquellos sujetos a seguir si el equipo ascendía. Si lo anterior es poco, hay que tener en cuenta también que América, en su afán de ascender, no reforzó sus divisiones inferiores en estos dos años, así que en términos de cantera el avance fue nimio, lo que dificulta aún más su futuro deportivo. Se estima –y creo que toda la parcial americana lo espera- que salga del equipo casi toda la nómina actual pues quedó claro que el 90 de los jugadores que la integraron no dieron lo que tenían que dar. Con anterioridad se sabía que el cuerpo técnico no continuaría y desde ya suena una baraja de candidatos entre los que están tres que ya ocuparon el banquillo escarlata: Jaime de la Pava, Fernando Castro y Alberto Suárez. Punto aparte para el señor Alexis Viera, el único de los jugadores que en todo momento lo dio todo y que mostró un verdadero dolor de camiseta hasta el final, como bien lo reflejaron sus lágrimas anoche. Al uruguayo, sus compañeros le quedaron debiendo y en este momento deja una sensación de vergüenza en toda la fanaticada escarlata que lo vio demostrar tanto cariño por un equipo que terminó dejándolo inmerecidamente con las manos vacías. Para el próximo año, América tendrá que conformar un plantel que realmente tenga el conocimiento y la capacidad de enfrentar el Torneo Postobón. Los nombres o ‘estrellas’ ya no sirven; Martín Arzuaga fue un ejemplo claro de ello. El cesarense llegó como la gran contratación del semestre y se convirtió en una de las mayores decepciones que ha tenido el equipo en años. Cuando no jugó por alguna molestia física, encontró la forma de hacerse expulsar irresponsablemente y no estuvo presente en los momentos cruciales. Su periplo como jugador escarlata fue una clara representación de la falta de compromiso que no puede verse más en América. A él se suma otro grupo de jugadores que estuvo más preocupado por la diversión y el falso estrellato. América tendrá que cambiar su proyecto deportivo en 2014, porque con dos fracasos de esta categoría, quedó en evidencia que hizo las cosas mal. La nómina base debe estar integrada por jugadores de la B y para la B; deportistas que realmente tengan más hambre de aprendizaje que de fama. Es más, me arrojaría a decir que el nuevo cuerpo técnico no debería estar liderado por una vieja gloria americana, sino más bien por un entrenador que conozca mejor el torneo, como por ejemplo, un Álvaro de Jesús Gómez. No hace falta que se quemen más ídolos. La junta directiva del equipo, que en cabeza de su presidente, Oreste Sangiovanni, logró grandes cosas en lo institucional este año, tiene ahora una difícil tarea para este fin de año si quiere recomponer el rumbo deportivo, porque como dice la máxima: “las lecciones que te da la vida son tan buenas, que si no las entiendes, te las vuelve a repetir”.
Posted on: Wed, 20 Nov 2013 03:44:22 +0000
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