• Frente a un público crítico, llega un momento en que la tele - TopicsExpress



          

• Frente a un público crítico, llega un momento en que la tele se ve obligada también a permitir que la crítica se cuele. La televisión es un instrumento político, pero a la vez, la política es traducida o interpretada por lo que dice la televisión. El poder político y la información televisiva se refuerzan cuando existe sintonía entre sus intereses, pero también encuentran discordias y forman guerras simbólicas cuando alguno de los dos pone en peligro al otro. Lo que es innegable es que, la mayoría de las veces, la televisión se convierte en vocero del poder, gracias a que su papel es estar en medio de los propósitos de las élites y la masa de televidentes. Y este rol lo cobran caro las televisoras, el precio que paga la élite es compartir su poder político a cambio del respaldo televisivo. La televisión se constituye, entonces, en parte del campo de poder, por derecho propio. Es a esta actuación de las televisoras como intérpretes de lo que pasa en la política, a lo que podemos llamar telepolítica. El gran aporte de la telepolítica a favor del poder, es su capacidad de crear ilusiones que sustituyen la realidad. La televisión es un colosal instrumento de mantenimiento del orden simbólico, porque ha aprendido a manufacturar la ilusión a partir de fragmentar los hechos: en la televisión casi nunca vemos un discurso político completo, sólo las pequeñas partes preseleccionadas y que más convienen a algún interés; la televisión puede reducir toda una tragedia humanitaria a unas cuantas imágenes, en ocasiones repetidas de manera insensata y que duran escasos segundos; en la televisión es posible exigirle a un analista que nos diga, en menos de un minuto, una idea que quizá haya tardado años en construir. Los conductores de televisión manejan el arte de controlar los segundos de los entrevistados y de los televidentes, pero cuando les conviene, se alargan en algún comentario que haga posible contextualizar la ilusión que quieren crear. La televisión puede entonces ocultar mostrando, utilizando una parte del todo del que tendrían que informar, de tal manera que la manipulación pase inadvertida. Por eso, el tiempo predilecto de la telepolítica es el instante. Porque el instante no permite la comprensión de nada. Un flash de información sobre la vida política, es decir, un hecho político complejo, que contiene un contexto, pero que ha sido reducido a quince palabras, lo único que logra es que el televidente se forme un opinión superficial o en todo caso, que tome una posición mental manipulada. La rapidez de la información televisiva, que se reduce a una sucesión de instantes, desdibuja la posibilidad de que el televidente encuentre relaciones entre unos y otros datos, desarrolle vínculos con los hechos pasados, integre análisis sobre las tendencias que puede tener un evento, entienda una imagen como todo un fenómeno o comprenda los posibles rumbos que puedan surgir de un suceso. El efecto de la telepolítica es paradójico, porque, a partir de esta información instantánea, la televisora dice que ya nos informó sobre algo, el poder dice que es democrático al permitir la información y el televidente dice que ya supo lo que está pasando, en resumen: la ilusión está creada y la comprensión de las personas es subyugada. La persona es convertida en una masa televidente. La telepolítica garantiza que no todas las tendencias políticas tengan acceso a la televisión. Aquí se trata de que las televisoras se arrogan el derecho de censurar las voces, no por la vía de la represión, sino, simplemente por las vías del comercio. Muy a pesar de las reglamentaciones, las televisoras encuentran la forma de asignar el tiempo televisivo a quien más les conviene. En muchas ocasiones, los noticiarios también invitan o entrevistan con sesgo. Es la mejor de las censuras, la que se encubre en la libre expresión. Por otro lado, la telepolítica incita a la dramatización de los eventos, ya que los periodistas se interesan por lo excepcional, lo que les impone la búsqueda de la primicia informativa o de la nota exclusiva y para eso se está dispuesto a lo que sea. De ahí el encuentro entre la telepolítica, el marketing y el rating. Pero curiosamente esta búsqueda frenética por el rating desemboca en la uniformización y la banalización de la información: casi todos los noticieros, de diferentes televisoras, terminan pasando las mismas noticias, lo cual refuerza el efecto de la ilusión en las masas de televidentes; aunque también revela las fisuras y deficiencias de la propia telepolítica, ya que, buscando algo nuevo que vender, terminan vendiendo lo mismo. El fallo de la telepolítica, es el fallo de todo poder autoritario y está en el hecho de que, por más instrumentos que la televisión genere para crear la ilusión, no es posible tener el control para siempre, ya que en la medida que pasa el tiempo, la realidad política va desenmascarando a la ilusión, precisamente como eso, como una ilusión. La telepolítica no puede crear ilusiones ilimitadamente, toda ilusión debe contener algún mínimo de realidad, alguna referencia con la vida concreta, alguna conexión con lo que el televidente percibe al salir a la calle, al estar en su trabajo, al ocupar los espacios públicos. Aquí comienza la debilidad de la ilusión, la manipulación de las televisoras también está sujeta a la manipulación de la propia realidad. La televisoras nunca son solamente manipuladoras del entorno, también son manipuladas por el entorno. En el propio juego de sus intereses frente al poder, la telepolítica demuestra que no puede entregarle totalmente el alma a la élite, sobre todo si sus noticieros o programas de análisis, se mantienen gracias a un público televidente que se vuelve crítico y que ya no cree en las ilusiones que le venden. Frente a un público crítico, llega un momento en que la telepolítica se ve obligada también a permitir que la crítica se cuele en la pantalla. Para contrarrestar el efecto impositivo de la telepolítica es indispensable, pues, que optemos por la comprensión y no nos conformemos con la ilusión que esta crea. lajornadajalisco.mx/2013/06/22/telepolitica/
Posted on: Sun, 23 Jun 2013 03:21:53 +0000

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