¿HAS VISTO QUE EHERMOSO ESTA EL CIELO? -¿Has visto que hermoso - TopicsExpress



          

¿HAS VISTO QUE EHERMOSO ESTA EL CIELO? -¿Has visto que hermoso esta el cielo?- Hablaba más para si que para su compañero. En efecto, era una tarde esplendida; con nubes altas, demasiado arriba, esponjosas, bonachonas, con tintes rojizos, como esas bolitas de algodón que usan para limpiar heridas, sobreponiéndose a un cielo de una azul tan profundo que recordaba una pintura de Vermeer. Estaban recostados sobre el césped de uno de los jardines de la universidad, viendo pasar las horas al ritmo del andar de los estudiantes que iban y venían concentrados en llegar a clases o escapar a casa. -¿Por qué no hablas?- Pregunto Andrea, una joven con pinta de gitana, de piel canela, de cabello oscuro como tierra de monte, de enormes ojos negros enmarcados por pestañas dignas de un comercial de cosméticos. Vestía con un desaliño calculado unos jeans de un azul deslavado, su torso cubierto con una blusa estampada de flores, su único adorno consistía en un paliacate rojo a modo de tiara que recogía su larga cabellera. Lucia hermosa.- Tu sabias que esto terminaría así, soy distinta, no me puedo atar a nadie, por ahora solo quiero pasarla bien, disfrutar, dime algo. Héctor permaneció en silencio, con su semblante serio, recostado boca abajo cuan largo era, con las manos bajo su mentón, clavando sus cansados ojos en los pirules y los encinos que mecían suave sus ramas con la brisa, olfateando ese aroma particular a hojas secas con tierra fría que tiene el pedregal, sintiendo que una mezcla de tristeza y desesperación le subía por la espalda con la caída del sol, un sol que en la mañana seria otro. Sintió la mano de Andrea sobre su hombro, se arrellano con algo de incomodidad, de un rechazo producto del desconsuelo. Después de un largo suspiro hablo. -¿Recuerdas cuando nos conocimos? Tampoco me salían las palabras, me ponías muy nervioso, aun hoy, pero si no te contesto es más porque no sé qué decir. No quiero volver a tratar de convencerte, sería inútil. -Siempre me gustó que no forzaras las cosas, que entendieras, pero no sé, necesito más, sabes que soy muy exigente. -Me entristece lo que dices, sobre todo por qué no entiendes el por qué. Se hace tarde, te acompaño a tu casa. -No tienes que hacerlo. -Desde que te conozco es así, me siento más tranquilo cuando te acompaño. Quiero disfrutar lo más que pueda tu presencia ¿Sabes que significa extrañar? Es sentir la ausencia de alguien. Te he extrañado los últimos meses, nada tiene que ver con el tiempo, o con el hecho de que sé que duermes en otras camas, tiene que ver con tu indiferencia, que te quieres convencer de ella. -Te lo advertí, soy mala, en especial contigo. -No, solo eres tan social como tus motivos, no veo maldad, tampoco algo que sea “distinto”. Al final tu y yo solo somos otro producto, productos de la época. -Vámonos. Caminaron tomados de la mano, se integraron a la columna de personas que caminaba con dirección al metro, mudos, como un segundo que le sigue a otro. Con el andén abarrotado se refugiaron bajo las escaleras, viendo el incansable tragar y vomitar del gusano naranja, prolongando el “adiós”, hasta que el mar de gente se convirtió en apenas un puñado. Viajaron abrazados, acaso por mera costumbre, subieron lento las escaleras, cabizbajos, como contándole un poema a cada escalón. El aire frío en la salida los recibió con una bofetada, de nuevo el andar lento, hasta que los departamentos en que ella vivía se encontraron con sus pasos. El nudo de sus manos se deshizo, ella camino en dirección a la entrada, él quiso detenerla, para besarla, solo una vez más, pero ya no pudo, al final ¿Qué significaría? Nada. Cuando había avanzado apenas un par de metros escucho su vos. -¡Somos amigos cierto! -Tu sabes que no Andrea. Héctor avanzo sobre rio Churubusco con dirección a calzada de Tlalpan, a un paso anormalmente lento, con el peso de lo que esa noche significaba sobre sus hombros, pensando en ella, en el hecho de que cada rincón de la ciudad le recordaría sus caminatas, considero otras ciudades para vivir, pero sería inútil, el asfalto de la ciudad terminaría por alcanzar sus pasos, considero otra opción que le pareció más sensata, dejarse llevar, ser más social, preocuparse por él, solo por él, es más, empezaría al despuntar la mañana, pensó; “Soy joven, mejor disfrutar, sin atarme a nadie, vivir con lujuria y sin pasión, mucho menos sin amor, voy a buscar alguien con quien pasar el tiempo, y para que piense que soy distinto le diré algo ingenioso, algo como; ¿Has visto que hermoso esta el cielo? ***
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 06:11:45 +0000

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