HIJOS DE CAIN Moncho Alpuente - Público.es Brazos en alto, - TopicsExpress



          

HIJOS DE CAIN Moncho Alpuente - Público.es Brazos en alto, inflamadas arengas , ruido de sables, Gibraltar y cierra España, pérfida Albión, arriba escuadras a vencer, Franco vive en este “dejà vu” insoportable, en este bucle patriótico que nos ha tocado revivir cara al sol de agosto, con la camisa nueva y las chanclas del mercadillo. Ni los más agudos observadores de nuestra cosa política habían previsto esta salida por la tangente, esta deriva soberanista en la que nos han metido, sin que hubiéramos hecho nada para merecerlo, unos gobernantes torpes y carentes de imaginación que ni siquiera son capaces de diseñar nuevas cortinas de humo. Los tupidos velos con los que tratan de tapar sus vergüenzas están apolillados, desgastados y cubiertos de mugre. El capote lleno de lamparones y agujeros dificulta la ejecución de un brillante toreo de salón y solo entran al trapo los de siempre, que son los de antes y una camada de cachorros degenerados por la endogamia y nostálgicos de lo que nunca vivieron. Leo en los periódicos que un equipo de científicos ha conseguido crear a partir de las células madre, cerebros del tamaño de un guisante a los que denominan cerebroides. Algo es algo, un átomo de esperanza para tanto descerebrado. Aunque el PP ha tomado medidas contra sus jóvenes y extemporáneos braceros por saludar a la romana lo ha hecho con la boca pequeña, de mala gana y entre comillas. La gesta y el gesto de estos nuevos flechas y pelayos de la última hornada trata de ser aprovechada por los dirigentes del partido para la siembra de renovadas insidias. La pretensión de equiparar los símbolos fascistas recuperados con las banderas republicanas cada día más frecuentes en calles y foros, es una maniobra torticera y delictiva. Fue la república la que creó un millón de muertos según uno de los portavoces del partido gobernante. Si no hubiera existido la república, los militares no podían haberse rebelado contra ella e iniciado la carnicería. Si hubiera continuado la decrépita monarquía, o de haberse impuesto antes una dictadura en condiciones, nos hubiéramos ahorrado ese millón de muertos y todo hubiera ido como una seda. Culpables fueron, según la indocta opinión de Rafael Hernando, portavoz y cantamañanas de turno del gobierno, los que siguieron fieles a la lealtad republicana. Abel tuvo la culpa de que Caín le atizara con la quijada de burro, arma tremenda de destrucción masiva pues borró con un solo golpe a la cuarta parte de la población mundial de la faz del planeta recién estrenado. Abel tuvo la culpa con tanto buenismo y tanto corderito lechal sacrificado para propiciar al Altísimo y congraciarse con sus padres. Caín era agricultor y vegetariano pero no utilizó una berenjena, para descalabrar a su hermano, tuvo que echar mano de un utensilio más contundente. Hoy no hay quijadas suficientes para tanto asno. Rebuznan luego cabalgamos. Así se reescribe la historia, desempolvemos los viejos catecismos patrióticos para edificación de las nuevas generaciones (del PP), pongamos a su disposición ese valioso acervo de inspiradas patrañas con las que nos alimentaron a muchos supervivientes. España no comenzó en Atapuerca como dicen los modernos sino en Altamira, alta cuna y prehistórica pinacoteca, “Capilla Sixtina del arte paleolítico” que nos decían en el colegio. Vivan, Indíbil y Mandonio, Viriato, don Pelayo y el Cid Campeador y también Babieca que ganó la última batalla portando sobre sus lomos el cadáver de su jefe como ahora llevan sobre sus hombros los símbolos de tanta grandeza patria. Y “que vivan los cuatro puntos cardinales de mi España, que forman nuestra bandera y el escudo de mi España” y que me perdone Manolo Escobar porque le cito de memoria (histórica). Moncho Alpuente. Publico.es
Posted on: Sat, 31 Aug 2013 20:10:46 +0000

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