HOY ESE PUEBLO ES REPRIMIDO COMO AYER ... EL IMPERIO - TopicsExpress



          

HOY ESE PUEBLO ES REPRIMIDO COMO AYER ... EL IMPERIO PERDIDO (Publicado Diario El Tiempo) Cubrían ya las sombras de la cordillera el valle ensangrentado. Los últimos gallinazos volaban en círculos fúnebres sobre el lugar que antes presenciara el infausto asesinato. Entre las sombras, un grupo de hombres como espectros, cavan la tierra en silencio hasta exhumar una figura amortajada ante la cual, de inmediato, caen de rodillas. “Chaupi punchapi tutayarca” (Anocheció en la mitad del día) repetían como un susurro. Como un conjuro. Como una plegaria infinitamente dolorosa… Ya al romper el alba, el cuerpo nuevamente cubierto de sus ropajes imperiales, era cargado en hombros por los senderos de los páramos mientras los lamentos conmovían hasta a las nevadas cumbres de los volcanes que hacían la guardia de honor al cortejo fúnebre. ¿Quién era este mítico ser ya desaparecido? Pues era aquel que un día dijo, mientras afuera cantaba un gallo: "Escuchad, hasta las aves repiten mi nombre". Era el Emperador Atahualpa. El protagonista de la tristemente célebre tragedia de Cajamarca, acaecida un día como hoy hace cuatrocientos ochenta años. Era el colofón último de la siniestra profecía de Huayna Cápac y los oráculos del Inti en cuanto a la desaparición del Imperio del Sol a manos de los Viracochas. Era el principio del fin del imperio civil y militar más extenso que conoció América. Ese que en sus más de dos millones de kilómetros cuadrados albergaba millones de obreros prestos a levantar templos y ciudades sin par. Santuarios que se perdían entre las nubes. Fortalezas inexpugnables guardando cada ruta de aquel camino que transitaba de los Andes a la Patagonia. Imperio formado de mil culturas, que comprendía innumerables civilizaciones milenarias regidas bajo el estandarte del Inca y la familia real, los sumos sacerdotes, las vírgenes del sol, los orejones de la corte imperial y un ejército que los soberanos del Cuzco habían forjado y que contaba más de cien mil hombres dentro de las más severas normas militares. Civilización enorme que conocía los secretos de la astronomía, la estadística, la escritura, la tierra y los minerales. Organización política tan superior que la vieja y corrupta Europa aún no estaba lista para comprender. Imperio colosal que hubiera podido rechazar al invasor si el destino no hubiera dispuesto que su hora suprema llegase cuando Atoco, Quisquis, Rumiñahui y los altos generales del ejército imperial, que podrían haber combatido juntos, se despedazaban en una devastadora guerra civil que respondía nada más que a la desmedida ambición de Huáscar, el hermano del emperador que cobró la vida de centenares de miles de hombres y dejó al Imperio presto a servir de pasto a los cobardes conquistadores. Ésos que se valdrían del engaño y las ofertas de paz para capturar al Hijo del Sol. En efecto, el imponente cortejo se había presentado en la plaza. Varias escuadras de orejones con armaduras de plata, la guardia imperial, precedían la litera del monarca supremo. De aquel que ceñía la Borla Carmesí de la dinastía de diez siglos, la diadema imperial del Tahuantisuyo, el pectoral de oro del Inti y en su mano derecha llevaba la insignia de Jefe de los Ejércitos de la nación de los cuatro extremos del mundo. Un fraile insignificante de nombre Valverde se acerca a la comitiva impresionante y osa dirigirse al Inca. De forma inaudita le exige someterse a la corona española y a la cruz de los católicos. Ridícula proposición que fue rechazada con soberbia al responder: "Yo soy el primero de los reyes del mundo y a ninguno debo acatamiento” mientras lanzaba lejos de sí aquel libro mítico que hablaba de un Dios muerto por sus semejantes, incomparable al Inti, Dios vivo y eterno proveedor de la vida. Suficiente sería esto para provocar la señal que uniría a los cobardes emboscados y, tras una terrible matanza, apresaría al emperador . Lo que siguió cubrirá por siempre de vergüenza a la historia. Un juicio absurdo en el que se juzgaba a un hombre con leyes españolas que no conocía y en base al credo católico despreciaba. Un juicio con el que Pizarro, el oscuro porquerizo de Trujillo, vengaría su inferioridad y asesinaría a quien resumía en su sangre la grandeza de las antiguas estirpes de los Incas del Cuzco, los Príncipes Cañaris y los Shyris de Quito. No sé si en la historia habrá juicio más injusto o atrevimiento más grande. No sé si antes o después un grupo de aventureros sin moral y hampones analfabetos habrían podido poner sus manos sobre un Emperador. Si sé, sin embargo, que nunca como aquel día fue la justicia tan escarnecida ante el triunfo de la traición. Nunca como aquel día triunfaría el siniestro espíritu europeo sobre la nobleza y el honor de nuestros pueblos. La debilidad de Atahualpa fue considerar a sus enemigos como hombres dignos. Rumiñahui no caería en el mismo error… El sol se ha escondido ya. Pizarro atesora ya como un buitre la figura de oro macizo que arrancara de las andas imperiales. El resto de solados se conforman como perros con un par de monedas. Un oscuro sacerdote murmura plegarias extrañas y vertía las aguas del bautismo sobre la cabeza del joven rey del mundo. Grotesca ceremonia de unción que precedería al cobarde asesinato. Por las montañas llegaba ya el imposible rescate en oro que se había solicitado. “Chaupi punchapi tutayarca”. La tragedia había ocurrido. Millares de yanakunas daban media vuelta y regresaban a sus chacras misteriosas donde el oro duerme aún a salvo del chacal invasor. Nada queda ya sobre las ruinas humeantes del imperio. Solo una sombra se levanta soberbia y magnífica. La figura del indomable Rumiñahui. El grito heroico de Túpac Amaru con el que se apagaron todas las voces. Las sombras de la última y mayor epopeya de nuestras tierras. Recuerdo que aún palpita en las venas. Allí donde la sangre de Atahualpa quema como el fuego de los volcanes a través de las edades en recuerdo de aquel día en el que el Sol, El Inti impasible, contempló el holocausto de su pueblo. Ese mismo pueblo que no se doblegará nuevamente. Jamás…. ANDRÉS F. UGALDE VÁZQUEZ
Posted on: Thu, 29 Aug 2013 23:07:05 +0000

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