Hace un lustro el director de la Casa Jerusalén conversaba - TopicsExpress



          

Hace un lustro el director de la Casa Jerusalén conversaba conmigo que andaba de visita por aquellas tierras para realizar uno de esos programas de radio desde Israel que tanto gustaban a los oyentes y que – me temo – va a pasar mucho tiempo antes de que vuelvan a realizarse. En un momento determinado, en medio de una gratísima comida, me confió, con una pícara sonrisa, que los sacerdotes de cierta nación mediterránea le planteaban un serio problema. “Cuando llegan aquí”, me dijo, “descubren que hay cristianos de otras confesiones, es decir, cristianos que no son católicos y son presa del desconcierto. Eso lo digo porque usted lo entenderá”. Efectivamente, yo lo comprendía porque la ausencia de enseñanza relacionada con la Historia de las religiones resulta verdaderamente pasmosa en España. Ciertamente, se ha podido atribuir durante mucho tiempo a la iglesia católica el que los españoles ignoraran lo que pensaban, sentían o practicaban otras religiones. A fin de cuentas, los judíos fueron expulsados en 1492; los musulmanes derrotados ese mismo año y los protestantes arrojados a la hoguera apenas unas décadas después. Sin embargo, tras casi cuatro décadas de estado no confesional, resulta obvio que no se puede cargar a los obispos con esa responsabilidad. Mucha mayor tienen los ministerios de educación o los simples ciudadanos de a pie que creen que saben y, machadianamente, desprecian cuanto ignoran. Por una razón o por otra, la enseñanza de la Historia de las religiones sigue estando ausente de las aulas y los intentos, escasos, que se han realizado para cubrir ese hueco han sido deplorables en la medida en que se ha pretendido encomendar la tarea o a teólogos o a filósofos. Quizá, todo hay que decirlo, es que en España no son muchos los historiadores a los que interesa el fenómeno religioso. Los católicos no ven mucho más allá de la parroquia y los de la izquierda si pudieran hasta cerrarían la parroquia. Sin embargo, el conocimiento de las religiones resulta esencial no sólo desde la perspectiva de la teología sino, fundamentalmente, de la actualidad. En otras palabras, no es posible entender el mundo en que vivimos de una manera medianamente rigurosa sin un conocimiento mínimo de las religiones. Precisamente por ello, resulta desolador, por ejemplo, comprobar cómo algunos medios de comunicación se empeñan en unir con Israel y los judíos la imagen de los jasidim, ignorando que son una minoría y, desde luego, no es fácil encontrar a alguien que acierte a explicar en qué se diferencia un judío askenazí de otro sefardí y en qué medida esa circunstancia se cruza con nuestra Historia patria de manera nada baladí. ¿Cuántos podrían decir lo que es la Torah y el Talmud? ¿Quién podría explicar lo que se celebra en Pésaj o en Purim? En el caso del islam, los tópicos se repiten de manera deplorable en cualquier tertulia de televisión, pero también son escasos los españoles que puede indicar las consecuencias – más que actuales - del cisma sufrido por el islam entre sunníes y shíies y la manera en que, por ejemplo, bascula sobre la actualidad de naciones como Irán, Irak o Siria. Peor aún si cabe es el conocimiento de las distintas denominaciones cristianas. Lo que diferencia a un maronita de un copto y a éste de un católico-romano es materia ignota con lo cual difícilmente se pueden entender situaciones como las vividas por Egipto o el Líbano. En cuanto a los grandes bloques de fieles agrupados en las iglesias ortodoxas y protestantes – mayoritarias en no pocas naciones de Europa – se puede decir que son grandes desconocidos más allá de tópicos que se repiten ocasionalmente y que provocan el sonrojo de los que conocen su Historia y los escuchan. Incluso cerrando todavía más el punto de mira. ¿Cuántos podrían señalar correctamente el contenido del dogma católico de la transubstanciación? ¿Cuántos podrían decir, siquiera de forma aproximada, cuándo se definió el dogma de la infalibilidad papal? ¿Cuántos, a pesar de todo lo que se dice al respecto, se han leído con un poco de detenimiento los documentos del Vaticano II? Hasta ahora me he referido únicamente a confesiones religiosas cercanas histórica y geográficamente porque si ampliamos el angular entramos ya en un terreno paranormalmente ignoto. Por ejemplo, ¿cuántos saben – y aplican a su análisis - el peso inmenso que en la cultura china ha tenido durante siglos el confucionismo o, a lo largo del siglo XX, las misiones protestantes? Otro ejemplo. ¿Sabría alguien explicar por qué los sijs – una religión monoteísta – constituyen un factor de enorme relevancia en esa potencia gigantesca que es la India? ¿Quién sería el que podría señalar, aunque fuera en unas frases, el papel del Shinto en la conversión del Japón en un estado moderno? Sí, es verdad que algunos se refirieron en su día a la actitud zen de ZP o al carácter económicamente luterano de Angela Merkel, pero, con el corazón en la mano, ¿cuántos podrían definir qué es el budismo zen – o, simplemente, el budismo y cuántos han leído algo de Lutero? O, dicho en otras palabras, ¿saben de lo que hablan? No se trata sólo de cultura y análisis, sino también de relaciones económicas. Por ejemplo, ¿cuántos son conscientes de la enorme importancia que tiene que Indonesia, un país no sólo de mayoría islámica sino el que cobija a más musulmanes en todo el mundo, permita la libertad de culto para católicos, hindúes, budistas y protestantes? O ¿alguien se ha molestado en averiguar la filosofía espiritual que subyace a una multinacional de tanto éxito como Wal-Mart? Finalmente y por regresar a Europa, ¿quién podría explicar con cierta coherencia por qué Putin concede un lugar tan relevante a la iglesia ortodoxa en la construcción de la Nueva Rusia? Y no acabo aquí. Por ejemplo, ¿cómo es que nadie se percata de la falta de sentido que tiene que en algunas iglesias se den cursos de yoga y zen como si se tratara de gimnasia o macramé? ¿Hasta qué punto es la sociedad consciente de que tesis disparatadas como las recogidas en El código Da Vinci no son sino un refrito de movimientos ocultistas? Podría seguir multiplicando los ejemplos de manera indefinida. Los señalados – meros botones de muestra en una gigantesca sastrería - dejan de manifiesto hasta qué punto, a día de hoy, el conocimiento de las religiones – el mundo del espíritu en general - es esencial para entender el mundo en el que vivimos. A decir verdad, resulta más cercano que el de la filosofía. Ni Platón, ni Kant ni siquiera Marx tienen ya peso en nuestro mundo, pero centenares de millones de personas afirman seguir a Moisés, Jesús, Mahoma o incluso Shiva. De un paso de cultura y comience hoy mismo a leer la Biblia.
Posted on: Wed, 06 Nov 2013 15:49:37 +0000

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