Hola, amigos: aquí tenéis mi artículo de un día que nos trae un paso más en la situación insostenible que protagoniza el PP. EL FMI, BÁRCENAS Y EL MUNDO DE FABRA El pasado martes, el Fondo Monetario Internacional nos dio el día. El último dato de paro registrado había lanzado al Gobierno y a la patronal a protagonizar un rosario de declaraciones optimistas, sin mucho fundamento, cuando irrumpe en escena el FMI para recordarnos que, según sus cálculos, la economía española decrecerá este año un 1’6% y se estancará (0%) en 2014. Se acabó la euforia. Los muy tímidos avances producidos en la reciente cumbre europea, en materia de crecimiento, crédito y empleo juvenil, no son suficientes para contrarrestar los perniciosos efectos que la política de austeridad a ultranza están provocando en la evolución de nuestra economía. A las pruebas y a las perspectivas del FMI, me remito. Algunos piensan que es poco lo que nuestro Gobierno puede hacer en una situación en que, dada nuestra elevada deuda externa, necesitamos ir de la mano de la Unión Europea para poder conseguir la financiación imprescindible para superar el día a día de nuestros pagos pendientes. No es del todo cierto. El Gobierno debería haber cuestionado antes los excesos de ese fundamentalismo de la austeridad, pero no lo hizo por motivos ideológicos y de sumisión a sus padrinos alemanes. Ahora que los datos reales demuestran claramente las falacias de los “austerianos”, el Gobierno debería ser más contundente en la defensa de políticas de crecimiento y de unión bancaria que aliviaran la presión de la deuda y permitieran el crédito a las PYMES y la generación de empleo. Rubalcaba, pensando en el interés de los españoles y olvidándose de las conveniencias de partido, dio un respaldo a Rajoy para que tuviera un papel más contundente en la reunión de líderes europeos. La dureza de la realidad ha derribado la intransigencia del Presidente en materia de ajuste fiscal, haciéndole más sensible a los argumentos que defienden una política orientada al crecimiento, como los que expone Rubalcaba. El problema es que Rajoy está para pocas batallas, fuera de España. El asunto de los papeles de Bárcenas, que constatan la financiación irregular del PP y apuntan gravísimos delitos, le tiene literalmente contra las cuerdas. Es evidente que el extesorero ha cambiado de estrategia procesal y ha decidido empezar a sacar el material probatorio que atesora. Pero no lo ha hecho de cualquier manera. Ha elegido cuidadosamente al periodista de cabecera encargado de destapar la caja de los truenos, lo que aventura que no nos encontramos ante un calentón propio del verano. Tampoco creo que sea casualidad la salida de Esperanza Aguirre, reclamando a la cúpula de su partido explicaciones y actuaciones. ¡Aguirre cuyo gobierno era casi una terminal de la trama Gürtel! A lo largo de las últimas semanas hemos asistido a una ofensiva, por parte del sector más neocon del PP, ese que encabezan Aznar y Aguirre, orientada a hacer cambiar la política económica de Rajoy. La intención declarada es forzar al Gobierno a bajar los impuestos, con la intención no declarada de recortar, más, los gastos sociales. Esta ofensiva ha tenido especial acogida en el grupo de medios del que forma parte el periodista seleccionado por Bárcenas para sacar los originales de sus célebres papeles, grupo que viene reprochando a Rajoy el incumplimiento de su promesa de bajar impuestos. Curiosamente, el miércoles, un periódico económico del mismo grupo se hacía eco de las inquietudes de los inversores internacionales “ante las consecuencias de las revelaciones del extesorero del PP” y citaba un Informe del banco de inversión Nomura que “no descarta unas elecciones anticipadas”. Como quien no quiere la cosa, el artículo desliza que los populares podrían mantenerse en el gobierno con un cambio de presidente “si prosiguieran las acusaciones contra Rajoy”. Hasta ahora, frente a la inestabilidad política de Grecia, Portugal o Italia, España podía presentar como activo la solidez de un gobierno respaldado por una mayoría absoluta, capaz de imponer una estrategia para hacer frente a la crisis económica. No es poca cosa, cuando se tienen que negociar ayudas internacionales a cambio de comprometer unas políticas. La deplorable actuación del PP está arruinando ese activo. Desde países con democracias fuertes y consolidadas no se puede entender cómo un asunto de la gravedad del de Bárcenas-Gürtel puede pasar sin explicaciones, sin debate en el Parlamento y sin consecuencias, en forma de dimisiones. Los escándalos de corrupción, al más alto nivel y la falta de una respuesta adecuada por parte de Rajoy y del Gobierno, ponen en cuestión la solidez de nuestro sistema democrático, algo que no gusta a los inversores que siempre buscan estabilidad institucional y un horizonte previsible. Los ajustes de cuentas en el PP añaden leña al fuego, haciéndole un flaco favor a la evolución de la situación económica española. Y por aquí, Fabra sigue como siempre. Esta semana ha estado en Argelia y ha prometido una línea de financiación para ayudar a las empresas valencianas a participar en licitaciones internacionales. También ha prometido ayudas para un nuevo plan de impulso a la industria. Mientras, los denunciantes de impagos de la Generalitat, derivados de toda clase de subvenciones, contratos, ayudas o compromisos, se cuentan por legiones. Seguimos con las tomaduras de pelo. Fabra no es capaz de armar un proyecto para la sostenibilidad económica de la Generalitat que se pueda calificar como tal y que admita ser presentado y discutido en público. Se diría que bastante tiene con buscar un proyecto para su propia sostenibilidad política, algo que tampoco parece capaz de encontrar. En esas condiciones, hasta alguien como Garrigós se permite cantarle las verdades del barquero, en la noche de la economía alicantina, con un recuerdo especial para los casos de corrupción. No tuvo respuesta. Este President, como el anterior, sigue en su mundo.
Posted on: Sun, 14 Jul 2013 06:11:07 +0000
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