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Hoy en este domingo, me marca como muchos otros con una melancolía proveniente de una soledad que me obliga a reflexiones existenciales. Hoy compartiré algunos pasjesde la vida de Camille Claudel, quien inspiro a Isabelle Adjani a escribir sobre ella y lo cual desembó en una película de Bruno Nuytten, junto a Gérard Depardieu. Y Circe publicó hace años una biografía de Claudel firmada por Anne Delbée. Pero aun con estas importantes aportaciones continuas siendo esta inmensa creadora una gran desconocida para nosotros, un aboluto misterio. Sabemos que nació en 1864. Su padre fue recaudador del Registro de la Propiedad. Y compartió con sus hermanos un destino por las bellas artes, pues desde muy pequeña Camille mostro su vocación por la escultura; su hermano Paul por la literatura y de igual forma su hermana Louise por la música. Camille ingresó en la Academia Colaruss en París y cabe señalar que durante esos años, las mujeres todavía no tenían acceso a la Escuela de Bellas Artes. Tuvo, entre sus maestros, a Paul Dubois y Alfred Boucher y en 1883 entra como aprendiz en el taller de Auguste Rodin. Muy pronto la relación entre discípula y maestro se intensifica, hasta el punto de que en 1888 Rodin se inclina por arrendar un taller, en La Folie Payen, para que le trabajar exclusivamente con Camille. Hizo estudios de pies y manos para algunas de las obras maestras de Rodin, «Los burgueses de Calais» y «Las Puertas del Infierno». Se identificó tanto el estilo de ambos artistas, fundieron sus sentimientos en las obras que hicieron juntos que resulta difícil en ocasiones saber de quién es cada obra, a no ser que se identifican solamente por la firma. Sus producciones se entrelazan, así como se entrecruzaron sus destinos. Así, «El eterno ídolo» de Rodin se acerca a la «Sakountala» de Claudel (su primera obra ambiciosa, mención de honor en el Salón de 1888); «el Beso» del maestro, a «El abandono» de la alumna (variante en bronce de «Sakountala»; más tarde haría una nueva versión en mármol, «Vertumne et Pomone»); la «Galatée» del escultor, a «Jeunne fille à la gerbe», modelo realizado por la artista, pero firmado por Rodin. «Le he enseñado dónde encontrar oro, pero el oro que encuentre le pertenece a ella». Son palabras del escultor sobre su discípula. Los celos tanto de índole amorosa como artística fueron minando la relación, algo que sucede a menudo con las parejas, pues es casi un hecho natural cuando la rivalidad se hace peligrosa rivalidad. Según se cuenta: “Rodin sospechaba que Camille le hiciera sombra a su fama y que por fue una de las razones por lo que nunca la apoyó a salir adelante. Incluso se ha llegado a responsabilizarlo de la locura de la joven. Ello se contradice con una especie de contrato voluntario que firmó el propio Rodin en 1886: «En adelante no tendré más alumna que la señorita Camille Claudel. La protegeré a ella sola por todos los medios que estén a mi alcance». En dicho documento afirma que, tras el viaje de ambos a Italia, Camille se convertiría en su esposa. Nada más lejos de la realidad, pues él siempre estuvo unido a la costurera Rose Beuret, con quien tuvo un hijo. Ni siquiera le hizo cambiar de opinión el embarazo de Camille, quien se vio obligada a abortar. Aunque hubo un primer intento de separación en 1893, fue 1898 el año de la ruptura definitiva entre ambos, materializada por Claudel en «La edad madura». Rodin se opuso al encargo del bronce de esta obra por el Estado. Por todas estas poderosas razones, ella pertenece a un linaje de artistas, llamados malditos, cuyas vidas están marcadas por los accidentes y plenas de arrebatos y hasta podríamos decir que rayan en la locura. Camile y Agusto enlazaros íntimamente el genio de su obra y su carácter apasionado, y de esa forma acrecientan su leyenda. Guardo una gran semejanza a Baudelaire o Verlaine, así como Van Gogh o Polloc. Camille Claudel creó y amó con igual grandeza y profundidad, pero también sufrió hasta el extremo descomunal. La figura de esta escultora francesa, ha quedado siempre opacada por sombra de Auguste Rodin. De hecho, para muchos todavía hoy día, en pleno siglo XXI sigue siendo de manera despectiva «la amante de Rodin». Lo cierto es que no se puede hablar de Camille Claudel sin aludir a Rodin. Sin embargo cuando se habla de Rodin nunca se menciona todo lo importante que fue Camile Claude en su vida. A través de un centenar de piezas -la casi totalidad de su producción, incluyendo todas sus obras maestras, además de fotos originales y documentos, entre ellos sus apasionadas cartas de amor con Rodin- podremos ir conociendo mejor a la genial e imaginativa escultora, a la alumna y amante despechada, a la mujer que plantó cara a una sociedad cerrada y misógina, a la paranoica que padecía una crisis depresiva, manía persecutoria y delirios de grandeza Una mujer fuera de lo común, que se enfrentó a su familia y a los tabúes de toda una época para dedicarse fervientemente a su gran vocación: la escultura, y al propio tiempo vivir junto al gran amor de su vida, Rodin. Existe la idea de que fue precisamente, a partir de su ruptura con Rodin, cuando nace la Claudel verdadera: más creativa, cuando ella hace sus mejores trabajos, presentes todos ellos en la exposición: «La Valse», «Clotho» -en ambas obras Claudel rompe ya con el estilo y la temática de Rodin; se libera al fin de él-, «Les canseuses», «La Vague», «La petite Châtelaine» (ejemplo de su virtuosismo en la talla del mármol)... Y justo en ese momento irrumpe en su vida sentimental el compositor Claude Debussy, una relación también destinada al fracaso. En abril de este año se llevó a cabo una excepcional exposición, en la que en colaboración con el Museo Rodin de París (adonde la muestra viajó en abril), asimismo intervinieron otras ramas de la familia Claudel, especialmente una sobrina nieta de la artista, Marie Reine Paris. Su hermano Paul (diplomático, poeta y dramaturgo) describía así a Camille: «Frente soberbia que vuela sobre unos ojos magníficos, de ese azul oscuro tan difícil de encontrar en otro sitio que no sean las novelas. Una boca grande aún más altanera que sensual. Pujante mata de pelo castaño que le caía hasta el talle. Un aire impresionante de valentía, de franqueza, de superioridad, de júbilo. Poseía una belleza extraordinaria, una energía, una imaginación y una voluntad excepcionales...» Una mujer fuera de lo común, que se enfrentó a su familia y a toda una época para dedicarse a su gran vocación, la escultura, y vivir junto al gran amor de su vida, Rodin. Para muchos fue precisamente, tras su ruptura con Rodin, cuando nace la Claudel más creativa, cuando ella hace sus mejores trabajos, presentes todos ellos en la exposición: «La Valse», «Clotho» -en ambas obras Claudel rompe ya con el estilo y la temática de Rodin; se libera al fin de él-, «Les canseuses», «La Vague», «La petite Châtelaine» (ejemplo de su virtuosismo en la talla del mármol)... Entra en su vida el compositor Claude Debussy, una relación también destinada al fracaso. La intensa luz de aquella mujer hermosa, vital , ocurrente y chispeante se fue apagando poco a poco. Camille al final vivía sola, apartada de su familia, encerrada en su estudio con muchísimos gatos, rodeada de suciedad, destruyendo casi todo lo que creaba... Se sentía utilizada, engañada, decepcionada desalentada inclusivo para lo que fue la razón de existir: el arte. En 1905 tuvo lugar su última gran exposición en vida. Pero aquel torbellino creativo, tras la ruptura con Rodin, se colapsó y sobrevino una penosa crisis, y en tales circunstancias dejo de tener ánimo para trabajar y la inspiración que la caractecizaba desapareció Se vio obligada por dedica a realizar figuras de pequeño formato destinadas a decorar interiores, también presentes en la reciente muestra. Es el caso de «Mujer junto a una chimenea». No faltan en la exposición retratos de Camille realizados por Rodin (abren la muestra) ni bustos del maestro modelados por su pupila. Finalmente resulta un hecho hasta cruel saber que su familia se ve obligada en 1913 a encerrarla en un psiquiátrico, donde permaneció sus últimos treinta años de su vida, . Primero estuvo recluida en Ville-Évrard, al este de París. Después fue trasladada a Montdevergues, junto a Aviñón. «Tras una vida extremadamente dolorosa -escribe su hermano Paul-, ha desembocado en un fracaso completo. Todos esos maravillosos dones que le había repartido la naturaleza no han servido más que para causar desgracia». Camille Claudel, la mujer que revolucionó la escultura de su tiempo, muere en 1943. En una de sus cartas desde el psiquiátrico escribe desesperada en un lamento de infinito dolor: «Reclamo la libertad gritando a pleno pulmón... Merecía algo más que esto».
Posted on: Sun, 28 Jul 2013 20:32:27 +0000

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