Inmaculada, belleza espiritual: Los Papas resaltan y ponen de relieve este aspecto de la belleza espiritual de la Virgen Inmaculada, para animar a las almas -en golosinarlas, diría Santa Teresa- y despertar en ellas la sed y el anhelo de imitar su santidad, límpida y transparente, sin mota de imperfección. Oigamos una vez más a Pablo VI, que en la fiesta de la Inmaculada de 1973 contemplaba a María en su perfección primigenia total, tal como Dios la pensó y la amó antes de la ruptura del pecado. En la Virgen Inmaculada su belleza es innata, si bien elevada a un grado de idealidad y de esplendor, del cual no nos es fácil formar un concepto adecuado. María es la llena de gracia; inundada del Espíritu Santo; tal vez es Ella la mujer vestida del sol, de la que nos habla el Apocalipsis (12, 1) Es preciso contemplar a la Virgen Inmaculada en esta dimensión, y a la luz que irradia su imagen, siempre en relación a Cristo y al misterio de la Trinidad, de quien recibe su esplendor y su belleza. Ella es la que está más cercana a la fuente de la santidad, y la que ha recibido en mayor plenitud la gracia y la vida del espíritu, la irradiación de la hermosura, que nace de Dios, y transformó en luz y en claridad su corazón.
Posted on: Thu, 28 Nov 2013 16:20:54 +0000
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