LA CASA DE UN DIAMANTE. La primera vez que oí hablar de Amway, - TopicsExpress



          

LA CASA DE UN DIAMANTE. La primera vez que oí hablar de Amway, allá por los años 90, yo era un adolescente. No fue porque alguien cercano a mí estuviese en el negocio, sino porque en mi pequeña ciudad, un enclave privilegiado en la costa mediterránea española, se estaba construyendo la casa más grande que se había conocido en la zona. Mis amigos y yo nos acercábamos de vez en cuando a ver los progresos de las obras de construcción. No sabíamos quién era el propietario, pero intuíamos que debía ser alguien muy rico y muy importante. Un día, le pregunté a mi padre si sabía quién era el propietario de aquella casa y me explicó lo que se contaba entre la gente, que era la casa de un cubano que había traído de América un modelo de negocio de productos del hogar y cosméticos, y donde gente traía a más gente para hacer el negocio… Amway se llamaba aquello. Según mi padre aquél era un negocio complicado de entender y, además, no todo el mundo valía para eso. Para mí eso no fue un obstáculo sino una revelación. Yo había heredado el espíritu emprendedor de mi padre, pero aquel día aprendí algo más: que si uno quiere lograr cosas extraordinarias debe hacer cosas diferentes. En ese momento decidí que si para tener una casa como aquella había que vender productos del hogar y traer a más gente para que hiciera lo mismo, yo estaba dispuesto a hacer eso. Pero yo aún estaba en la secundaria así que la historia quedó ahí de momento. Mientras tanto, poco tiempo después de aquello, el 30 de noviembre de 1995, los medios españoles publicaban “Muere en Polonia uno de los “príncipes” de la venta directa en España.” Su nombre, Luís Costa. Yo tenía apenas 16 años y no recuerdo la noticia porque ni siquiera sabía que Luís Costa era el nombre de aquel cubano dueño de aquella casa que tanto me había fascinado. Días después comenzó a correr la noticia entre los vecinos, el dueño de La Casa de Amway (así era conocida ya aquella casa entre los lugareños) había muerto en un accidente en su propia avión. El tiempo pasó. Había oído rumores de que Amway ya no estaba operativa en España, lo cual no era cierto, pero ni siquiera lo investigué. Así que estudié y trabajé como funcionario público hasta que mis inquietudes emprendedoras me llevaron a crear mi propio negocio. El concepto de las redes de negocios ya me fascinaba así que muy pronto convertí mi primer negocio en una red de franquicias. Pero pronto me surgió la oportunidad de trasladarme a Estados Unidos. Era una gran oportunidad de empezar de nuevo en el país de las oportunidades, y mi negocio en España me daba cierto colchón financiero para buscar algo nuevo en América. Pero, ¿a qué me voy a dedicar en Estados Unidos?, pensé. Recordé que Amway venía de Estados Unidos así que comencé a investigar por Internet y empecé a estudiar sobre el multinivel, cómo funcionaba y las inmensas posibilidades que aquello tenía. Mi primera vocación adolescente resurgió: iba a hacer Amway tal y como le había dicho a mi padre. ¡Y además en Estados Unidos! Así que años después de que un avión se llevase a Luís Costa para siempre otro avión me llevaba a mí a la ciudad en la que Luís Costa empezó su negocio de Amway: Miami. Y allí estaba yo, años después, en Miami, y de la mano también de cubanos, empezando aquel sueño que Luís Costa, sin saberlo, sin conocerme, había implantado en mí cuando tan solo era un adolescente. Arranqué mi negocio en Miami y a la primera persona que auspicié parece que no solo la convencí de lo bueno del negocio sino también de lo bueno que era yo, porque se convirtió en mi novia y en la que es, y será, la mujer de mi vida. Tiempo después los negocios que había dejado en España me obligaron a regresar por un tiempo. Volví a mi ciudad y mi novia y yo hicimos algunas gestiones para poder visitar la casa de Luís Costa. Supimos que la casa se había vendido, pero conseguimos el permiso para visitarla. Y allí estuvimos, en aquella mansión de diez habitaciones, con garaje para nueve vehículos, con piscina exterior e interior, gimnasio, varios salones, terrazas con vistas al Mediterráneo, enclavada entre un parque natural de montaña y una reserva natural marina. Era fascinante comprobar de primera mano lo que se puede conseguir en Amway. Y nosotros ya estábamos en ese camino. Miré a mi novia y le prometí que algún día nosotros compraríamos esa misma casa. Y cuando llegue ese día esa casa, de nuevo, volverá a ser conocida como La Casa de Amway. Empresarios Amway De Obregon
Posted on: Sat, 02 Nov 2013 07:49:46 +0000

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