LA ESPERA ¿...Cuando vendrás...?, las telarañas - TopicsExpress



          

LA ESPERA ¿...Cuando vendrás...?, las telarañas del tiempo, invadieron los rincones del alma en la espera más amarga del ser, los inviernos de este cuarto nevaron -una vez más- sobre este viejo sillón y mis enrarecidos cabellos. Era oswaldo, quien impregnaba su dolor, sobre un envejecido papel - él era escritor - , los copos de Nieve, del tirano tiempo, invadieron sus cabellos, en ese caminar cansino, al cadalso o a la tumba, donde ya ha recorrido, las dos terceras partes de su tiempo asignado. Una vez más èl y su viejo sillón - en ritual meditabundo - , él y sus demonios, sus recuerdos y sus sueños, su desordenada mesa y las cuatro paredes, los pósteres de la Marilyn Monroe, Elvis Presley y los Beatles, ingredientes motivadores necesarios para otra encarnizada batalla, con la pluma convertida en lanza para acometer a los molinos de viento de la imaginación, el verbo y la metáfora, toma aire, se empina y acomete, ...he escrito tantos poemas de dolor, y quizá llegue a conocerte..., va imprimiendo su alma en cada letra, la cual se desangra sobre el envejecido papel, mira al techo y suspira, como invocando al tiempo o buscando una explicación para su soledad, ...si supieras, cuantas veces inventé tu nombre, en los inviernos de este cuarto, para escribir a la vida, para escribir al amor...y nunca llegaste..., ¿...porqué...? ¿...porqué...? - exclamaba - en la confusión de su espejismo-realidad creía escuchar las carcajadas burlonas femeninas, impregnadas en los recuerdos de su cuarto, eran pues la efímeras huellas pasionales, que de las verdes cosechas de su vida, retornaban al doloroso campo del dolor, coge su pluma, y con la garra guerrera de viejo escritor continúa, ...muchas primaveras pasaron, por mi envejecida ventana, como ilusas quimeras, como látigos fríos, o como castigos del alma... y nunca llegaste.... Efectivamente quería que los rayos del sol iluminen nuevamente su alma, pero la sombra de su pasado era tan fuerte que prefería refugiarse en los recuerdos, el olvido o quizá la muerte. ¿...Que es lo que realmente esperaba este hombre...? ¿...acaso todo tiempo pasado fue mejor...? ¿...no había la motivación suficiente para abrir su corazón...? ¿...cuál era el misterio de su pasado...?. Abandona su viejo sillón, casi esquelético; cuyos juncos idos, eran los años de espera, de la muerte o el amor, era el calendario natural de vida, en la cuenta regresiva del pintoresco escritor. Él amaba a su sillón, al cual consideraba, su trono de inspiración divina, amaba su desorden porque los espíritus cuadriculados o esquematizados en el estricto orden militar, no tienen libertad ni alas para volar por los amplios y espontáneos cielos de la imaginación. Se dirige a su legendaria mesa, se sirve una copa de vino, hace una venía a sus invitados y lo bebe, observa pues los pósteres, en verdad se sentía orgulloso de compartir su cárcel con tan ilustres personajes, allí están pues la Marilyn Monroe con su sensualidad cautivante, !...que bella mujer...¡ , se sirve otra copa y brinda con ella, dirigiendo su mirada a Elvis Presley, !...por ti mi rey , salud...¡ y finalmente los cuatro grandes de Liverpool . Muchos de ellos, están en la gloria, el escritor pensaba que el próximo poster sería el suyo, donde en el silencio de sus cuatro paredes solitarias, compartiría grandes tertulias, degustando un exquisito vino. Lentamente coge el papel y la pluma, y se dirige a su trono de inspiración, cierra los ojos propiciando un estado de trance y contacto con su hebra sensible, por espacio de cinco minutos se deja postrar como cuerpo inerte, luego deja escapar un hondo y cadavérico suspiro, ...¿..yo..?, prosando cada atardecer de mi alma, el dolor de no tenerte, quizá, en mi último suspiro, prose un poema de vida, ¿..y tú..?, acariciando mi ser, en un segundo de muerte...y nunca llegaste..., habiendo escrito esta última frase, se deja postrar en su viejo sillón, denotando palidez, como quien hace un último y letal esfuerzo. Efectivamente, en el límite que colinda la vida con la muerte, aparece una bella joven, cabellos de oro, muy reverente y con delicado acento femenino, acaricia los cabellos blancos de oswaldo, y le da un beso, en ese as de vida, Oswaldo con la vista nublada alcanza ver una figura borrascosa, era la imagen de Rocio, su amada que había fallecido hace treinta años y que este la esperaba pacientemente...o mejor dicho esperaba el momento que Dios lo decida para su encuentro definitivo. Dejamos pues al viejo escritor, en su esquelético sillón, inerte, con la pluma sobre el papel, esbozando una sonrisa. Oscar Alvarado (07-08-008)
Posted on: Sun, 20 Oct 2013 04:12:42 +0000

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