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LA VICTORIA DE BOQUERÓN DESDE EL “DIARIO DE GUERRA” DEL ENTONCES MAYOR RAFAEL FRANCO (II): UNA LECTURA OBLIGATORIA PARA QUE LA CIUDADANÍA NO OLVIDE EL SACRIFICIO DE NUESTROS MAYORES EN LA EPOPEYA DEL CHACO (1932-1935), EN ESTOS TIEMPOS DE TRAIDORES LOCALES A LA PATRIA PARAGUAYA HUMANIDAD, Y PARA RECORDAR A LOS ENEMIGOS TOTALITARIOS DEL PARAGUAY QUE FUIMOS LOS PRIMEROS EN DERROTARLOS EN LAS JORNADAS DE JUNIO DE 2012, POLÍTICAY DIPLOMÁTICAMENTE, Y QUE, DE SER NECESARIO, TAMBIÉN LO HAREMOS EN NUEVOS CAMPOS DE BATALLAS QUE NO QUEREMOS LIBRAR, PERO ¡SI NOS OBLIGAN A ELLO SERÁ PARA VENCER O VENCER! Esta efeméride del año 2013 tampoco la celebramos con ánimo guerrerista y/o revanchista, y como siempre lloramos a los héroes paraguayos y bolivianos, quienes trágicamente se hermanaron en la sangre derramada. Las élites bolivianas de entonces, ensoberbecidas por un mayor aparato militar que el nuestro, de lejos, y por las debilidades institucionales de la República liberal surgida de la hecatombe de 1870, creyeron solucionar sus problemas internos con una guerra de agresión, que para nosotros fue de defensa de la soberanía nacional. Somos de los que creen que hasta la más justa de las guerras deben siempre intentar ser evitadas por el camino de la diplomacia, siempre que ello sea posible, porque todo conflicto bélico significa muerte y destrucción. ¡Pero que La Habana, Brasilia, Caracas y demás agresores, y sus cómplices, los traidores paraguayos, no nos obliguen de nuevo a empuñar las armas! Nuestra conmemoración se basa en el “Diario de Guerra”, del héroe nacional Mayor Rafael Franco, próximo a ser presentado en el “Salón Centenario” de la UNA, por la Editorial Intercontinental. Se reproducen más abajo los registros de los días miércoles 28, jueves 29 y viernes 30 de setiembre de 1932, que serán presentados en tres entregas sucesivas. El esfuerzo editorial es iniciativa de Rafael Luis Franco Vázquez, respaldado por su hermana, Gloria Deidamia Franco Pérez, ambos nietos del heroico guerrero y del reformador social de la inmediata posguerra, y de otros de sus descendientes. El libro contiene la reproducción facsimilar de cada página del diario de Franco en las pares, y su transcripción textual en las impares, con los errores sintáctico-gramaticales que contiene la redacción de puño y letra del legendario combatiente, comprensibles en un “Diario de Guerra”. ¡Cada letra, palabra, frase y página es una interpelación de los guerreros paraguayos de entonces a los traidores a la Patria Humanidad de hoy!¡Cada página es una lección, escrita con la sangre de nuestros mayores, para los hombres y mujeres paraguayos del presente, quienes no estamos dispuestos a someternos al neo imperialismo neo totalitario del castro-chavismo, hoy en repliegue desordenado donde quiera que haya hecho metástasis en cualquiera de nuestros países! La calidad humana de Franco, que no escribe una línea de vituperio contra el enemigo, al que incluso reconoce extraordinarias hazañas bélicas, es característica de la de nuestros guerreros de la Epopeya del Chaco, los del frente, y de los combatientes de la diplomacia, la producción, la logística, etc., en la retaguardia. No celebramos la guerra y emocionados recordamos a los compatriotas bolivianos de hoy, quienes día a día luchan por recuperar la soberanía de su patria, sometida al invasor neo totalitario en retirada, que tiene a un títere inmundo en el Palacio Quemado. ¡Que la sangre fraterna derramada en el Chaco no haya sido en vano, y que, cuando el Estado de derecho democrático y la sociedad abierta imperen en Paraguay y Bolivia, nuestros héroes sabrán que su sacrificio fructificó en la paz nunca quebrada desde el fin de la guerra, que hoy quieren impulsar de nuevo los guerreristas neo totalitarios que han sumido a sus pueblos en el caos del inhumano del castro-chavismo! Leamos algunas páginas del “Diario de Guerra” de ese gran paraguayo, en la guerra y en la paz, que fuera el ciudadano-soldado Rafael Franco: Jueves 29 de setiembre de 1932 A las 6 am a nuestras líneas, frente al regimiento Ortiz, un parlamentario con un oficio que dice: “FORTIN BOQUERON 29 DE SETIEMBRE DE 1932. EL COMANDANTE DEL FORTIN AL COMANDANTE DE LAS FUERZAS PARAGUAYAS EN EL MISMO SECTOR. SEÑOR: EL OFICIAL PARLAMENTARIO PORTADOR DE LA PRESENTE NOTA, CAPITAN ANTONIO SALINAS, LLEVA LA MISION DE ENTREVISTARSE CON UD. EN REPRESENTACIÓN MÍA. DIOS GUARDE A UD. TTE. CORONEL MARZANA. Inmediatamente conduje a este parlamentario con el sub oficial que le acompañaba, en un automóvil, al PC del cuerpo de Ejército. Una vez en presencia de nuestro jefe le entrega el oficio. Manifieste al mismo tiempo que la misión de la cual es portador consiste en solicitar una entrevista entre el jefe paraguayo y el teniente coronel Marzana, en un sitio indicado por el primero. Le contesta el Tte. Coronel Estigarribia que las tropas bolivianas de Boquerón se están rindiendo en nuestras líneas y que acepta la entrevista en el PC del Cuerpo. Regresamos inmediatamente a Boquerón con el objetivo de que el parlamentario transmita a su jefe el resultado de la entrevista, pero en el camino ya encontramos al teniente coronel Marzana acompañado por el Comandante del Regimiento de Infantería nº 6 a quien se había presentado, que se dirigió hacia el PC del Cuerpo de Ejército. En el viaje cambiamos algunas frases con el parlamentario capitán Salinas. Me dijo que en la noche del 28 habían tenido una reunión de Jefes y Oficiales en el fortín y que habían decidido tratar con nosotros en vista de que ya habían quemado el último cartucho y que desde hacía dos días no probaban alimentos de ninguna especie. Continuó diciendo que habían cumplido ampliamente con el deber de soldados y que tienen como justificación ante el gobierno y el pueblo de Bolivia esta actitud. Momentos después llegamos a mi puesto de combate y allí encontramos como a doscientos clases y soldados bolivianos que se habían ya rendido. Fue muy grande el sentimiento del capitán Salinas al ver esto. Esperaba a que se llegue a una capitulación honrosa para el desarme boliviano que había defendido Boquerón. Momentos después entré en el recinto del fortín. En primer término, visité el Hospital Boliviano. Aquello era sencillamente horroroso, una sola vez habían sido intervenidos los heridos y estos estaban todos enllagados, agusanados, en un estado de putrefacción insoportable. Había entre ellos muchos muertos en estado avanzadísimo de descomposición. En fin, fue un cuadro horroroso e inimaginable, imposible de describirlo. Me retiré de allí los más ligero que pude, la hediondez era insoportable, y fui a visitar las posiciones de defensa. Constaté que en realidad eran formidables. No existía detalle que no se había estudiado con la más absoluta minuciosidad. Con sobrada razón el General Quintanilla había dicho que Boquerón era el Verdún boliviano. La única diferencia consiste en que no se midió. Durante ese mismo recorrido pude constatar los actos realizados, inverosímiles de oficiales y soldados. A diez metros de las alambradas enemigas una fila interminable de (ilegible) daba la impresión de una línea de tiradores tendidos. Hasta allí habían llegado nuestros bravos en su último esfuerzo para desalojar al enemigo de este retazo sagrado de nuestro suelo. Ninguna unidad puede ufanarse que hizo más que las otras. Todas, exactamente todas, efectuaron el mismo esfuerzo. Allí están todavía insepultos cuerpos de esos héroes que asaltaron las posiciones adversarias. A la vuelta de este recorrido encontré sentados y agotados en el patio del Fortín unos doscientos cincuenta soldados rendidos en el último grado de depresión moral y física. Con esa característica lastimera de hablar pedían por Dios que les proporcione algo para comer y beber. Es insospechable hasta donde ha llegado la humillación de este Ejército boliviano tan orgulloso y arrogante. La conquista de Boquerón nos cuesta trece oficiales y cuatrocientos soldados muertos. Cuarenta y tres oficiales y ochocientos sesenta soldados heridos y ciento treinta y un desaparecidos. Los defensores de Boquerón no pasaban de seiscientos hombres. Perdieron un cuarenta por ciento más o menos entre muertos y heridos en esta defensa de veintiun días. Se hubieran rendido más pronto, pero desgraciadamente para nosotros, se habían apoderado de veinte mil tiros de Regimiento Boquerón al mando del Mayor Bray, el único derrotado durante esta gran batalla. Los bolivianos perdieron en las distintas acciones en los alrededores de Boquerón como quinientos muertos más. En Boquerón se rindieron veinte y seis jefes y oficiales y más o menos cuatrocientos clases y soldados. No se puede saber con exactitud el monto de las armas tomadas al enemigo, pero indudablemente es considerable. La I División se apoderó de siete ametralladoras pesadas y treinta y seis livianas con sus respectivos repuestos y accesorios. Hay además unos seiscientos fusiles y otros elementos en buenas condiciones de uso. A la tarde volaron sobre Boquerón y sus contornos varios aviones bolivianos trayéndole al Fortín veinte y cinco grandes sacos de víveres y municiones. Todavía no saben la suerte que habían corrido sus camaradas. Momentos después encontré a varios de nuestros soldados devorando los panes frescos arrojados por los aviones enemigos. Alarmado les dije que se abstengan de comer y les expliqué que era posible que estén envenenados. Me contestan que en previsión de eso habían dado primero de comer a los heridos bolivianos y que como a estos no les causaba ningún mal, estaban comiendo con confianza. Muy sencillo y eficaz análisis. A las 5 p.m. el comandante del Cuerpo de Ejército reúne a los jefes y oficiales en el patio del Fortín para felicitarles por su actuación brillante y admirable en la toma de Boquerón. Lanzó al mismo tiempo la siguiente proclama: P.C. de Boquerón: I CUERPO DE EJÉRCITO, COMANDO EN JEFE A los señores Jefes, Oficiales y Soldados del Primer Cuerpo de Ejército. El arrojo y la pujanza incontenible de nuestra raza acaba de dar otra prueba ante los ojos del mundo. A nuestros heroicos asaltos durante veinte días el enemigo de Boquerón en esta fecha ha rendido sus armas. Mi homenaje de recordación conmovida sean para los caídos en esta épica jornada y los de reconocimiento y de calurosa felicitaciones a los bravos del Primer Cuerpo de Ejército que permanecen en pie. Habeis conquistado todos una de las glorias más puras para las armas paraguayas con el gran triunfo de hoy. Que la historia de nuestra patria guardará como un tesoro. Transmito las congratulaciones del excelentísimo señor presidente de la república y sus colaboradores, recibidos hoy desde nuestra capital. Vuestro comandante en Jefe, Estigarribia. Deseo poner de manifiesto y no quiero que pase desapercibido la magnanimidad de nuestros valientes e incomparables soldados para con los vencidos. Ninguno fue maltratado en ningún sentido, al contrario todos experimentaban la más profunda lástima por estos desgraciados y les daban cuanto podían. He visto a heridos bolivianos que no podían trasladarse por sus propios medios al lugar de concentración de prisioneros, conducidos con solicitud en brazos de nuestros soldados. Todo esto nos conmovió profundamente y no se puede esperar otra actitud de esta raza de hombres. Magnanimidad con el vencido pero fieros en la batalla. Hay que ser sinceros y reconocer que el enemigo defensor de Boquerón ha cumplido con heroísmo y ampliamente con sus deberes de soldados y de patriotas. Durante veinte días han soportado el empuje del I Cuerpo de Ejército quince veces superior en número y materiales básicos y se rindieron cuando ya no tenían municiones y carecían de alimentos de toda especie. Naturalmente que esto ha sido posible por causa de los graves errores cometidos por el mando. … … … … … Nota del Editor de esta presentación: El “collage” de fotos de la tragedia inhumana, que es toda guerra, que ilustra la segunda entrega sobre la Batalla de Boquerón, que hoy meditamos, está tomada del archivo del héroe rosarino-argentino, el Dr. Carlos de Sanctis, quien voluntariamente se enroló bajo nuestra bandera como médico-humanista y cronista de los horrores de toda contienda bélica, a las que muchas veces los pueblos somos conducidos por poderes imperialistas o con aspiraciones de llegar a tales, y que pueden iniciarse por los motivos más pueriles, hasta los fríamente ideológicos, los de la “ingeniería de la historia”, como ocurre todavía con la agresión neo totalitaria castro-chavista para sojuzgar a la Patria paraguaya Humanidad. La cobardía del desgobierno de Federico Franco impidió que el Paraguay recurriese al civilizado recurso de la diplomacia, bajo la forma del derecho internacional y su Corte de La Haya, para defender los intereses nacionales. La también cobardía, y los intereses particulares de su sucesor en el Palacio de López, Horacio Cartes, convirtieron a este en un cómplice de su antecesor, con el agravante mencionado. El camino más corto que existe para llegar al infierno bélico empieza siempre por la abdicación del recurso a la Justicia, por las clases dirigentes de los agredidos, pero los pueblos sin vocación de siervos de la gleba tenemos siempre el derecho natural a la propia defensa, como en el caso de la Guerra del Chaco, que hicimos lo imposible por evitarla, al punto de haberse hablado de la “indefensión nacional” de los gobiernos de entonces (algo absolutamente falso, aunque no por ello todas las decisiones al respecto, adoptadas por sucesivos presidentes paraguayos, fueran acertadas y oportunas en su momento) hasta llegarse al punto de no retorno, y cuando se decidió ir a la guerra, lo hicimos en serio, desde una auténtica fusión de la nación-Estado, lo que postergó una vez más las legítimas aspiraciones de redención de nuestras clases y sectores trabajadores. ¡Llegado el caso, el Paraguay del presente no traicionará a las gestas históricas de sus mayores! Y pido disculpas por la horripilancia de las imágenes (del Archivo de Sanctis), que no se vuelven a mostrar por sado-masoquismo, sino con la intención de la pedagogía de las imágenes crudas, como las del Museo del Holocausto, en Washington, a las que se aplica el pensamiento del escritor checo-francés Milán Kundera: “La primera forma de la lucha del hombre contra la humillación, es la de la memoria contra el olvido”. ¡Es por eso que no celebramos nuestra victoria bélica, porque fue la derrota de la Paz, que nunca debe volver a repetirse con los hermanos bolivianos y con los de otros pueblos de la región! Y si nos obligan a ello, los enemigos de la Patria paraguaya Humanidad ya conocen nuestro nuevo grito de guerra: ¡¡Paraguayos: a vencer o vencer!!
Posted on: Sun, 29 Sep 2013 17:04:03 +0000

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