La Grulla Agradecida Erase una vez un joven que vivía solo en - TopicsExpress



          

La Grulla Agradecida Erase una vez un joven que vivía solo en una casita al lado del bosque. Regresaba a casa un día de invierno en el que había caído bastante nieve, cuando oyó un ruido extraño. Se encaminó hacia el lugar, un campo lejano, de donde procedía el sonido, y allí descubrió una grulla tumbada sobre la nieve llorando de dolor. tenía una flecha clavada en el ala. El joven se la quitó con mucho cuidado y la curó. El pájaro, ya libre, voló hacia el cielo y desapareció. El hombre, que era muy pobre, volvió a casa. Su vida era muy solitaria, pues nadie le visitaba. Pero esa noche alguien llamó a la puerta. - “¿Quién será a esta hora y con tanta nieve?”, pensó él. ¡Qué sorpresa se llevo al abrir la puerta y ver a una mujer joven y muy bonita!. Ella le dijó que no podía encontrar su camino por la nieve, y le pidió que le dejara descansar en su casa. El muchacho no puso ninguna objeción. La joven permaneció en la casa esa noche y también el día siguiente. La muchacha era tan dulce y humilde que el joven se enamoró y le pidió ser su esposa. Se casaron, y a pesar de su pobreza, se sentían felices. E incluso los vecinos se alegraban de verlos tan contentos. Pero el tiempo pasa rápido y volvió a llegar el invierno. Se quedaron sin dinero y comida, tan pobres como siempre. Un día, para poder ayudar un poco, la mujer decidió tejer para lo cuál su marido le construyó un telar detrás de la casa. Antes de comenzar el trabajo ella le pidió a su marido que le prometiese que nunca entraría en el cuarto. El así se lo prometió. Durante tres días y tres noches trabajó sin parar y sin salir del cuarto. Cuando la mujer salió estaba desfallecida, pero le entrego a su marido un tejido hermosísimo. El fue al mercado, lo vendió y consiguió un buen precio. El dinero les duró bastante tiempo pero no duró todo el invierno. Así que la mujer se dispuso a tejer de nuevo, y otra vez el marido le prometió no entrar en el cuarto. Esta vez tardo cuatro días en vez de tres, cuando salió del cuarto estaba incluso más cansada que la vez anterior, pero le dio a su marido un tejido tan bello y de tanta calidad que, al venderlo en el mercado, consiguieron dinero suficiente para pasara dos duros inviernos. Aunque tenían el futuro seguro, el hombre se volvió avaro. Se atormentaba por el deseo de ser rico. Además creció en él la duda por las constantes preguntas de los los vecinos sobre cómo se podía tejer sin comprar hilo. El joven le pidió a su señora hacer otro tejido. Ella pensaba que ya tenían bastante dinero y que no había necesidad, pero el avaricioso no dejó de insistir. Al final la mujer accedió y tras recordarle a su marido la promesa, se metió en el cuarto del telar a trabajar. La curiosidad que tenía el hombre no le dejaba tranquilo. Así, que ignorando su promesa, fue al cuarto donde trabajaba su esposa y abrió un poquito la puerta. La sorpresa de lo que vio hizo que se le escapara un grito. Manejando el telar vio a un hermoso pájaro en lugar de a su joven mujer. El pájaro se arrancaba las plumas de su cuerpo con gran dolor y de estas obtenía un tejido igualmente hermoso. Cuando el pájaro, oyó el grito, se dio cuenta de que alguien la miraba, dejó de trabajar y de repente se transformó en la mujer joven. La mujer le explicó su historia a su marido, que ella era esa grulla a la cuál él ayudó y que, agradecida por su bondad, se convirtió a mujer, y que empezó a tejer para ayudarle y que dejara de ser pobre, esto a pesar del sacrificio que tejer con las plumas de su propio cuerpo le costaba. Pero, ahora que él conocía su secreto, tendría que abandonarle. Al oír esto, el prometió que la quería más que a todo el dinero del mundo, pero ya no había remedio. Cuando acabó de contar su historia, ella se convirtió en grulla y voló hacia el cielo.
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 07:40:05 +0000

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