La Leyenda de Parsifal y la relacion con argentina Cómo lo - TopicsExpress



          

La Leyenda de Parsifal y la relacion con argentina Cómo lo diría… Sobre este mundo «encantado» dormitan enigmas por los que siempre he transitado «de puntillas». En ocasiones, porque soy consciente de mi extrema limitación. Quizá sea mejor así. En otros casos, porque mis informaciones o la intuición me dictan que el misterio en cuestión no es tal. En este último orden figura, por ejemplo, el no menos célebre Santo Grial. Conozco la leyenda y parte de la generosa literatura vertida por su causa. Y sintiéndolo en el alma, me parece harto improbable que alguien -por muy José de Arimatea que fuera pudiera rescatar, hace dos mil años, el cáliz utilizado por Jesús de Nazaret en la «Última Cena». También se dice que el Santo Grial o Graal pudo recoger la sangre de Cristo en el momento de la lanzada. Esta hipótesis -para quien disponga de un mínimo de documentación sobre cómo transcurrieron aquellas dramáticas horas de la crucifixión- es igualmente insostenible y casi descabellada. Pero lo que es innegable es que la leyenda prosperó. Y durante años, toda suerte de personajes -reales algunos e irreales la mayoría- se empeñó en el romántico sueño de encontrar la supuesta reliquia. Uno de los más famosos fue el caballero Parsifal o Percival, escudero primero y amigo después de otro mítico personaje -sir Lancelot-, miembro de la Tabla Redonda que presidiera el rey Arturo. Parsifal entraría en la historia y en la mitología como uno de esos esforzados e inmaculados caballeros que inmolaron su vida en pro del sagrado vaso. Y he aquí que, en el transcurso de mis lecturas e indagaciones en torno a la «maravillosa locura» de este custodio del Santo Sepulcro, fui a descubrir que, además del Grial, el sir inglés tenía otra «obsesión»: el rescate de una «pieza», igualmente mágica, que recibía muy diferentes nombres. Se trataba, al parecer, de un bastón de piedra -de origen poco claro y características extraordinarias-, conocido entre las sociedades secretas como «Piedra de la sabiduría», «Bastón de mando» y «Piedra que habla». Y por esos caprichos del destino, el Grial, a nivel popular y literario, eclipsó al Bastón. Pero, según pude verificar en los sucesivos trabajos de documentación, Parsifal prosiguió la doble búsqueda con idéntico entusiasmo. Éste, para mí, desconocido enigma -la «Piedra de la sabiduría»-, aunque estrechamente vinculado al falso Grial, si me puso en guardia. Y traté de reunir las piezas del «rompecabezas».¿Qué se sabía del aparentemente poderoso «Bastón de mando»?. ¿Porqué las sociedades herméticas, los caballeros de la Tabla Redonda y los Templarios, entre otros, lo buscaban con tanto afán?. Las pesquisas, lejos de despejar el misterio, terminaron por oscurecerlo hasta limites insospechados. Siguiendo el hilo de la tradición y de un buen número de documentos iniciáticos pude llegar hasta el siglo XII. En las obras de Chretien de Troyes (trovador de 1140) y de Wolfram (místico y poeta alemán) se canta, en efecto, la «vida y milagros» de Parsifal, haciendo alusión concreta a la santa misión de búsqueda del Graal y del «Bastón que habla». El primero dedica al mítico y misterioso caballero nada menos que nueve mil versos. El segundo construye entre 1150 y 1170 el más importante poema conocido de la antigüedad, en honor al célebre súbdito del rey Arturo. En dicho «canto», que, al parecer, sirvió de base e inspiración a Wagner para la composición de su ópera Parsifal, aparecen algunos versos desconcertantes. En la «montaña del sol», por ejemplo, se dice textualmente: “En qué lejana cordillera podrá encontrar a la escondida Piedra de la sabiduría ancestral que mencionan los versos de los veinte ancianos, de la isla Blanca y de la estrella Polar. Sobre la montaña del Sol con su triángulo de luz surge la presencia negra del Bastón austral, en la Armórica antigua que en el sur está. Sólo Parsifal, el ángel, por los mares irá con los tres caballeros del número impar, en la Nave Sagrada y con el Vaso del Santo Grial, por el Atlántico Océano un largo viaje realizará hasta las puertas secretas de un silencioso país que Argentum se llama y así siempre será. El caballero del Sol, con su fuerza caminará, llevado por la Piedra del combate ancestral. Diadema de Lucifer, luz de corona encantada convertida en vaso, por el poder del Dios Vultán junto al Bastón de Mando, por los siglos, descansará“… ¿Cómo es posible que en el siglo XII alguien hablara de tierras, más allá del Atlántico, que se hallaban por descubrir? ¿Es que Parsifal viajó hasta «Argentum» (¿Argentina?), con la misión de localizar la «Piedra de la sabiduría»?. Y por si no fuera suficiente con tales «aclaraciones», el críptico Eschenbach añade: « . . . De dónde ha salido el caballero angelical si hace milenios en el corazón de Pamir nació. Los Hiperbóreos lo recuerdan como un Vril convertido en el defensor del Vaso Sagrado, de la música cósmica y de todo el lugar. Para buscar las Tierras Blancas, de la Galia partió, como buen Templario la Cruz Gamada lo acompañó. Antiguos viajeros del Himalaya y la Rueda del Sol le dieron la presencia del milenario Bastón en las altas montañas del Argentum Polar. Porque el Lapis Exilis fue caído del Cosmos envuelto en un tonante fuego celestial. Oculto lo mantuvieron los Dioses de la Tierra en un Monte Sagrado de la innombrada Viarava donde Vultán le otorgará su Mágico Destino…» Obra: La llegada (Sergio Menossi) Al sondear estas «puntualizaciones» del poeta alemán me vi definitivamente perdido. En efecto, la «entidad» que protagoniza el «canto» -Parsifal- presenta raíces indoarias, extraordinariamente alejadas en el tiempo. Muy posiblemente, este personaje entró a formar parte de la mitología asiática hace miles de años y, con el paso de los siglos, su historia, nombre y misión fueron «absorbidos» por la cultura cristiano-occidental. Y es verosímil que la primigenia y sagrada búsqueda -la existente en las referidas leyendas indoarias- estuviera centrada, obviamente, en la «Piedra de la Sabiduría que cayó del Cosmos» y no en el Santo Grial, de «creación» mucho más reciente. Aun así, a pesar de las «deformaciones»propiciadas por el hombre y por la historia, la antiquísima creencia en torno a ese mágico mítico «Bastón de Mando» logró sobrevivir, siendo incorporada -aunque sólo fuera en segundo plano- a los «esforzados trabajos» del Parsifal medieval. Obra: La busqueda (Sergio Menossi) Y olvidándome, por el momento, de los laberínticos orígenes de la «Piedra que habla» fui a centrarme en las noticias que señalaban su hipotética ubicación: a todas luces, el cono sur americano. Y con no poca sorpresa fui constatando que, mucho antes que este humilde investigador, otros hombres de ciencia, aventureros, místicos, iluminados, e incluso, expediciones militares de muy diferentes países, se habían interesado por el «Bastón de Mando». El célebre filósofo e iniciado inglés Roger Bacon se refiere a él en una obra publicada en el año 1230. Y asegura sin titubeos que «el Libro Sagrado y la Piedra de la Sabiduría se encuentran escondidos en una cordillera de un lejano y silencioso territorio, situado en el extremo meridional del Hemisferio Sur». En 1830, un ambicioso jefe araucano -conocedor de las leyendas de las tribus que habitaban el norte y centro de la Argentina y en las que se recogía la existencia del «Bastón de Mando» o «Piedra Imán»- decide penetrar con sus guerreros en las sierras de la Ventana, Tandil, Balcarse, Pillahuincó y San Luis, llegando incluso al sur de la ciudad de Córdoba. Obra: La iluminación del Bastón de Mando (Sergio Menossi) Calfucurá sabe que quien posea la «Piedra que habla» dominará el mundo. Pero sus intentos fracasan. Y el misterioso «Bastón» continuará oculto durante cien años más. En esta enrevesada historia, servidor iría de sorpresa en sorpresa. Al examinar las tradiciones de los indios de las Sierras Chicas o de Viarava y las Sierras Grandes o de Charava, al norte de Argentina, comprobé estupefacto cómo, en efecto, muchas de ellas se referían «a la llegada de un hombre santo, blanco y barbado, que tras una larga búsqueda, había muerto en la Montaña Sagrada. Y ahora era el guardián de la «Piedra de la Sabiduría». Los descendientes de una de estas tribus -los «comechingones»- me aclararon que dicha«Montaña Sagrada» recibe hoy el nombre de Uritorco o «Cerro que Truena». El monte en cuestión se halla enclavado a pocos kilómetros de la localidad de Capilla del Monte, en la referida provincia argentina de Córdoba. Y el enigma,como digo, siguió enroscándose sobre si mismo. ¿Quién era ese «hombre santo»? ¿Quizás el Parsifal que fuera cantado por el poeta alemán en el siglo XII? Pero, ¿cómo era posible? Y la fama de esta mágica piedra, en especial entre los iniciados y las sociedades secretas, alcanzaría tal auge que, entre 1920 y 1940, sucesivas expediciones de ingleses, alemanes, indios, japoneses y franceses se lanzarían a su «caza y captura», explorando el cerro Milimoyu, en los Andes, así como las montañas de Casuati, Calaguala y Cabana. El propio Hitler -avisado por los ocultistas que le rodeaban y aconsejaban- organizó una secreta misión, con el exclusivo fin de apoderarse del celebrado «Bastón de Mando», de la «Cruz Gamada»y el «Santo Grial» que, según la tradición, había portado Parsifal. Y removió buena parte de Europa y Asia, explorando las viejas construcciones cátaras y templarías. Y uno de los «comandos» llegó también hasta Suramérica, adentrándose en Bolivia, Chile y Argentina. Pero Hitler fue burlado por el destino. En 1934, un humilde y casi irrelevante personaje que respondía al nombre de Orfelio Ulises halló al fin la codiciada pieza, evitando que cayera en poder de los nazis. Pero Ulises no encontró el «Bastón de Mando» por casualidad. Durante ocho años había permanecido en el Tíbet, iniciándose en profundas enseñanzas esotéricas. Y fue allí donde supo de la «Piedra que habla» y de cómo hallarla. Fueron los maestros dela mítica «Samballah» quienes le hablaron de la legendaria piedra y de sus ocultos poderes. Porque el «Bastón de Mando» -según la remota mitología que lo arropa y defiende-fue creado por los dioses para «regenerar» a la especie humana. La «Piedra de la Sabiduría» contiene todas las respuestas y «habla» a quien le pregunte. Y de acuerdo con las enseñanzas recibidas, Orfelio Ulises regresó al continente americano, iniciando una tenaz y meticulosa búsqueda. Obra: Camino al Cerro Uritorco (Sergio Menossi) Años más tarde, al excavar al pie de la «Montaña Sagrada»-el Uritorco-, apareció ante sus atónitos ojos un negro y pulido bastón de basalto. Aquél, en opinión de Ulises y de cuantos maestros herméticos han podido examinarlo, era el «talismán arrojado desde los cielos».Y la «Piedra de la Sabiduría» permanece desde entonces en Argentina, bajo la celosa vigilancia de una sociedad iniciática. En 1948, el arqueólogo e ingeniero alemán Jorge von Hauenschild procedió a un exhaustivo análisis de la pieza. El pulido -netamente neolítico presenta una antigüedad aproximada de ocho mil años. Su longitud es de 1.10 metros por cuatro centímetros de diámetro en su base. El cuerpo del bastón ha sido trabajado en forma de cono,alcanzando un peso de cuatro kilos. De acuerdo con las pruebas de espectrografía, en sus extremos y en la zona central fueron detectados sendos e intensos campos electromagnéticos de origen desconocido. Gracias a una serie de «contactos», cuya identidad no estoy autorizado a revelar, he tenido acceso a la «Piedra que habla» en dos oportunidades. Y, sinceramente, no he observado ni percibido nada extraordinario. A pesar de las «maravillas» relatadas por su «guardián», el profesor Terrera, el «Bastón de Mando»no parece haber modificado la suerte de los argentinos y mucho menos la del mundo. De ahí que, con todos mis respetos a cuantos lo veneran, me formule una casi obligada pregunta: ¿estamos, en verdad, ante la auténtica «Piedra de la Sabiduría», de la que hablan los iniciados y que fue la obsesión de Parsifal?. J.J. Benitez con el "Bastón de Mando"
Posted on: Wed, 03 Jul 2013 17:40:40 +0000

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