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La Vida Ser cristiano es ser signo de contradicción Todas las lecturas de hoy nos llevan a pensar que seguir a Jesucristo es ir contra de la corriente, pues para el mundo de hoy y para el de siempre lo más importante es el poder, el tener, y el gozar. Lo contrario es de una persona absurda. ¿Cómo puedes decir que lo importante es el ser y no el tener? Si nos recordamos de dos domingos pasados, el Señor llamaba necio al que pensaba solamente en acumular riquezas para sí, y lo llamaba esa misma noche a entregar su alma, diciéndole ¿y ahora, lo que has acumulado para quién será? El cristiano es el que amontona tesoros en el cielo, donde no lo corroe ni la polilla, ni hay quien les robe. Pero hoy lo importante es tener aunque sea quitándole al hermano lo suyo. Hoy compartir es difícil, porque no hemos estado educando a nuestros hijos para sacrificar nuestros gustos, por algo superior, sino para arrebatar y saciarme con lo material, aunque sea de mala forma. Lo estamos viendo a cada rato en los periódicos. En la primera lectura de hoy al pobre Jeremías lo tiran a un pozo porque lo que hablaba no era del gusto de los que lo oían. Sin embargo, san Pablo nos invita a que nos despojemos de todo lo que nos estorba, especialmente el pecado, que “siempre nos asedia… Fijemos nuestra mirada en Jesús, el cual en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios”. En el Evangelio, Lucas nos habla de las palabras de Jesús a sus discípulos, que pueden confundir al que no tiene ni idea del Mensaje de Jesús de Nazaret: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!... ¿Piensan ustedes que he venido a traer paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. (Lc 1 249-53) Cuando hemos conocido al Señor y seguimos sus caminos, los demás nos ven como pájaros raros. Molestamos solamente con nuestra presencia. Somos perseguidos por causa del bien. Y si queremos ser verdaderamente cristianos, simplemente debemos vivir las bienaventuranzas, que son la “Carta Magna del Nuevo Testamento”, donde Jesús describe el Camino de Salvación. Es la manera de vivir los Diez Mandamientos. Debemos ser libres para contestar siempre su llamada. Incluso dentro de nuestras propias familias vamos a caer mal, molestamos porque es más fácil “dejar hacer”. Al que pone controles es al que se le mira mal. Las reglas molestan. Pero si las llevamos con misericordia, no van a molestar. Vamos a pedir a Dios Padre que nos ayude a acercarnos más a Él, para que podamos acercarnos también a nuestros hermanos. Así empezaremos a ser felices, como lo quiere Dios, no solamente en el cielo sino en la tierra. Amén.
Posted on: Sun, 18 Aug 2013 11:17:01 +0000

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