La triste procesión del cangrejo JOSÉ VARGAS VIDOT El - TopicsExpress



          

La triste procesión del cangrejo JOSÉ VARGAS VIDOT El país grita con fuerza desde un silencio de sórdida elocuencia. Cualquiera dispara una broma que describe con cotidiana cadencia el desmadre que vivimos o el desenlace que se acerca. No puedo entender cómo en un país que predica tanto la prosperidad de una estrella haya permitido que, entre todos y sin nadie, la esperanza se muera en la puerta. Parecen versos, pero no lo son. Lamentablemente como pueblo hemos ido integrándonos a la procesión del cangrejo y es que hace un tiempo me contaron que en tres tinas de metal depositaron unos cangrejos de tres procedencias diferentes. De las tres vasijas, dos tenían tapa para evitar que los cangrejos salieran y una tercera permanecía destapada. Ante la pregunta curiosa de un transeúnte -por qué una de las tinas no lleva tapa-, el pescador explicó que cada tina contenía cangrejos diferentes. De inmediato el buen hombre aclaró que las tinas que requerían tapas era porque los cangrejos se organizaban para que cada uno, trepándose encima del otro, lograban salir del encierro. El curioso preguntó: “Y la que no tiene tapa, a qué se debe”. “Éstos sin tapa jamás habrán de salir de la tina”. “Y por qué”, pregunto el muchachón. “Sencillo, cada vez que un cangrejo quiere salir los demás lo halan para que no suba y así se cancelan perpetuamente”. No quiero abusar de nuestra autoestima así que ninguna de las tinas es un país, pero la destapada nos confronta con una lamentable realidad: no hace una persona nada más que el intento de salir de la inmovilidad, cuando los demás lo agarran para que no pueda hacerlo. Y así históricamente nos hemos convertido en una gran tina, sin tapa, en donde todos sufrimos la asfixia del encerramiento económico, moral y hasta académico con el agravante de que siempre que alguien se propone salir de la repetitiva cotidianidad e innovar, habrá un combate de paisanos, a veces hasta de compañeros de labores, que se encargaran de matarle el pollo en la mano. Son cangrejos individualistas y arrogantes que, en una dimensión como la que vivimos, sueñan con estirar la palanca e impedir a toda costa el crecimiento ancho y horizontal que requiere Puerto Rico. Estuve visitando las facilidades de manejo de adicciones y deambulancia en Boston, dirigidas por un gran amigo personal. Son facilidades de tipo hospitalario, pero desarrolladas por una organización comunitaria y subvencionadas por el gobierno. Me di cuenta, de inmediato que nuestro programa Pitirre en el hospital Ramón Ruiz Arnau en Bayamón, no tienen nada que envidiar a Boston, haciendo la salvedad de que mi amigo no tiene “palancús” que le impiden crecer, sino gente que facilita un espacio y que responde a una necesidad vital de la comunidad. En Boston, la ciudad universitaria por excelencia, (Harvard, MIT, entre otras muestras) no hay una persona que le haga la vida imposible a este inmenso esfuerzo. Todo lo contrario, gozan de un robusto presupuesto que guarda proporción con la severidad del problema que enfrentan. Si hay algo que ellos tienen allá y que acá no tenemos es el deseo expreso convertido en acción, de alimentar el éxito. Acá hay fundaciones, empresas y gobiernos que quieren resolver un problema de diez millones con un millón a plazos incómodos. Entonces creamos híbridos que crecen a la imagen y semejanza de los pequeños dioses de un olimpo imaginario en donde el esfuerzo se destina a perpetuar el antagonismo y la adversidad. Jamás llegaremos a donde no sabemos llegar, jamás lograremos salir de la tina, porque nadie quiere ser servidor de los demás; todos los que tienen una pinta de poder, ejercen un galón de represión y aplastando no se consigue nada. Que hablen pequeños y medianos comerciantes y gente que se han propuesto salir del hoyo y veremos que en todo escenario de progreso aparece el cangrejo del retroceso amarrándolos a su procesión.
Posted on: Sat, 09 Nov 2013 10:35:09 +0000

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