Las tardes lluviosas me saben a ceniza, y las gotas de lluvia son un buen maquillaje al dolor vuelto lagrimas. Esa tarde era gris, el cielo gritaba que deseaba llorar y el arma de aquel delgado cuerpo solo deseaba desprenderse y volar. La lluvia fría le caía sobre el cuerpo y quitaba a cada segundo la expresión de vida que había conseguido en los últimos días. Su mirada estaba un tanto oscura, pero no era extraño, la rara belleza que poseía era así. Caminaba por ese parque que conocía bien, ese lugar le había servido como refugio en muchas ocasiones... demasiadas ocasiones. La gente decía que mientras más golpes te dabas, podías afrontar mejor las caídas... pero era mentira... todo era mentira. El dolor era aun más intenso, la pesada melancolía era aun más grande. Jugaba con ese pequeño anillo en su mano y no pudo contener más las cristalinas lagrimas que caían por su rostro... "Si te seducen, algo debiste hacer para provocarlo"... se repetía aquello una y otra vez, sintiéndose cada vez peor, cada vez más sucio. "Tu eres el culpable Mika... siempre arruinas todo"... se repetía de nuevo... Había sumado una frase más a la lista que ya conocía y había salido de la persona que menos pensó. Le hubiera gustado reclamar, gritar... pero no había valido la pena, pues el dolor era aun más intenso que su pensamiento. El parque que conocía como ese confesorio privado que conocía sus más profundos secretos, ese parque que le sabía inocente y que estaba enterado de todas las otras veces en las que si tenía que arrepentirse... pero en esta ocasión, no había nada por que pedir perdón. Y era justo eso lo que más le dolía... su inocencia, sus intenciones, el esfuerzo, la fidelidad, la entrega... Todo se resumía a... "Debiste hacer algo para provocarlo"... Y tal vez fue así, tal vez tenía la culpa.. al final siempre tenía la culpa... Un niño, inmaduro, dramático... ¿qué más debía sumar a su lista?... ah si... puta... por que era eso justamente lo que había sentido... que le llamaban puta. Se sentó en su banca favorita y se quedó ahí. Con la lluvia cayendo sobre su rostro y enfriando su cuerpo, con suerte, llegaría a su interior y enfriaría ese asido que tenía en las venas... un veneno al que estaba acostumbrado.
Posted on: Thu, 19 Sep 2013 23:02:45 +0000