Le dedico a mi madre, Carmen Fusco de Carrizo, y a todas las - TopicsExpress



          

Le dedico a mi madre, Carmen Fusco de Carrizo, y a todas las madres de mis queridos amigos, este poema de José María Gabriel y Galán. El ama Yo aprendí en el hogar en que se funda la dicha más perfecta y para hacerla mía quise yo ser como mi padre era; y busqué una mujer como mi madre entre las hijas de mi hidalga tierra. ¡Qué buena era la esposa y qué feraz mi tierra! ¡Qué alegre era mi casa y qué sana mi hacienda, y con qué solidez esta unida la tradición de la honradez a ellas! La vida en la alquería giraba en torno de ella pacífica y amable, monótona y serena... ¡Y cómo la alegría y el trabajo donde está la virtud se compenetran! Lavando en el regato cristalino cantaban las mozuelas, y cantaba en los valles el vaquero, y cantaban los mozos en las tierras y el aguador camino de la fuente, y el cabrerillo en la pelada cuesta... ¡Y yo también cantaba, que ellas y el campo hiciéronme poeta! El alma se empapaba en la solemne clásica grandeza que llenaba los ámbitos abiertos del cielo y de la tierra. La gaita del pastor en la colina lloraba las tonadas de la tierra, cargadas de dulzuras, cargadas de monótonas tristezas, y dentro del sentido caían las cadencias, como doradas gotas de dulce miel que del panal fluyeran. La vida era solemne; puro y sereno el pensamiento era; sosegado el sentir, como las brisas; mudo y fuerte el amor, mansas las penas _austeros los placeres, raigadas las creencias, sabroso el pan, reparador el sueño, fácil el pan, reparador el sueño, fácil el bien y pura la conciencia. Pero bien se conoce que ya no vive ella; el corazón, la vida de la casa que alegraba el trajín de las tareas, la mano bienhechora que con las sales de enseñanzas buenas amasó tanto pan para los pobres que regaban, sudando, nuestra hacienda. ¡La vida en la alquería se tiñó para siempre de tristeza! Ya no alegran los mozos la besana con las dulces tonadas de la tgierra, que al paso perezoso de las yuntas ajustaban sus lánguidas cadencias. Mudos de casa salen, mudos pasan el día en sus fane,as tristes y mudos vuelven y sin decirse una palabra cenan; que está el aire de casa cargado de tristeza y palabras y ruidos importunan la rumia sosegada de las penas. Y rezamos, reunidos, el Rosario, sin decirnos por quién...pero es por ella. Que aunque ya no su voz a orar nos llama, su recuerdo querido nos congrega, y nos pone el Rosario entre los dedos y las santas plegarias en la lengua. ¡Qué me importan los bienes si he perdido mi dulce compañera! ¡Qué compasión me tiene n mis criados que ayer me vieron con el alma llena de alegrías sin fin que rebosaban y suyas también eran! Hasta el hosco pastor de mis ganados, que ha medido la hondura de mi pena, si llego a su majada baja los ojos y ni hablar qujisiera; y dice al despedirme: -"Animo, amo; haiga mucho valor y haiga paciencia..." Y le tiembla la voz cuando lo dice, y se enjuga una lágrima sincera, que en la manga de la áspera zamarra temblando se le queda... ¡Me ahogan estas cosas, me matan de dolor estas escenas! ¡Que me anime, pretende, y él no sabe que de su choza en la techumbre negra le he visto yo escondida la dulce gaita aquella que cargaba el sentido de dulzuras y llenaba los aires de cadencias!... ¿Por qué ya no la toca? ¿Por qué los campos su tañer no alegra? -"El ama era una santa!..." me dicen todos cuando me hablan de ella. "¡Santa, santa!" -me ha dicho el viejo señor cura de la aldea, aquel que le pedía las limosnas secretas que de tantos hogares ahuyentaban las hambres, los fríos, y las penas. ¡Por eso los mendigos que llegan a mi puerta llorando se descubren y un Padrenuestro por el ama rezan! El velo del dolor me ha oscuredio la luz de la belleza. Ya no saben hundirse mis pupilas en la visión serena de los espacios hondos, puros y azules, de extensión inmensa. Será puro el ambiente, como antes, y la atmósfera azul será serena, y la brisa amorosa moverá con sus alas la alameda, los zarzales floridos, los guindos de la vega, las mieses de la hoja, la copa verde de la encina vieja... Y mugirán los tristes becerrillos, lamentando el destete, en la pradera, y la de alegres recentales dulces, tropa gentil, escalará la cuesta balando p´lañideros al pie de las dulcísimas ovejas; y cantará en el monte la abubilla, y en los aires la alondra mañanera seguirá derritiéndose en gorjeos, musical filigrana de su lengua... Y la vida solemne de los mundos seguirá su carrera monótona, inmutable, magnífica, serena... Mas, ¿qué me importa todo, si el vivir de los mundos no me alegra, ni el ambiente me baña en bienestares, ni las brisas a música me suenan, ni el cantar de los pájaros del monte estimula mi lengua, ni me mueve a ambición la perspectiva de la abundante próxima cosecha, ni las noches románticas de julio, magníficas, espléndidas, cargadas de silencios rumorosos y de sanos perfumes de las eras? Noches para el amor, para la rumia de las grandes ideas, que a la cumbre al llegar de las alturas se hermanan y se besan... ¡Cómo tendré yho el alma que resbala sobre ella la dulce poesía de mis campos como el agua resbala por la piedra! Vuestra paz era imagen de mi vida ¡oh, campos de mi tierra! Pero la vida se me puso triste y su imagen de ahora ya no es ésa: en mi casa, es el frío de mi alcoba, es el llanto vertido en sus tinieblas; en el campo, es el árido camino del barbecho sin fin que amarillea. Pero yo ya sé hablar como mi madre y digo como ella cuando la vida se le puso triste: "¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea!
Posted on: Thu, 04 Jul 2013 19:58:10 +0000

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