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MENSAJE DEL 2-07-2013 “EL AMOR A DIOS Y EL AMOR AL PRÓJIMO” Comparte este Link: facebook/CAMBIATUVIDAYA.CON.JESUS Cada éxito se debe a la obediencia a estos mandamientos capitales, y todo fracaso se debe a la desobediencia de ellos. Muchos han hecho del conocimiento Bíblico: el propósito y la meta de su vida, llegando a poner el estudio de Dios por encima de la persona de Dios. Mateo establece: Mateo 22:37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 22:38 Este es el primero y grande mandamiento. 22:39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 22:40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. Mateo 22:37–40, donde Jesús declara que el amor a Dios (demostrado en obediencia a su Palabra) y el amor al prójimo como a uno mismo (que se demuestra en servicio a ellos) son el soporte en donde se sostiene la Escritura, son la clave para entender la Biblia cabalmente y para transmitirla con eficacia. Aproximación Bíblica al Estudio Bíblico.- Si reuniendo versículos y conceptos se pretende mostrar que si vamos a conocer a Dios y vamos a darlo a conocer como Él merece, indefectiblemente tenemos que revitalizar el principio de Mateo 22:37–40. Este pasaje explica todos los éxitos y todos los fracasos del hombre, y a la vez es en sí mismo la única llave que abre las Escrituras espiritualmente. Al decir espiritualmente me refiero a tanto al conocimiento del Libro en sí como al conocimiento de Dios a través de Jesucristo, tanto para que la entienda el que la investiga como para que la entienda quien la recibe a través del testimonio de aquel que la investigó. Para que no dar lugar a confusiones, quiero dejar asentado expresamente que no rechazo la teología ni la experiencia gloriosa del amor en Cristo; pero sí rechazo total y definitivamente los dos extremos mencionados. Rechazo (permítaseme la expresión no demasiado académica) el “teologismo”, aquello de poner a la teología por encima de la persona de Dios, de llenarse la cabeza de “humo teológico” en lugar de llenarse el corazón del amor de Dios y el amor al prójimo. Pero también rechazo la actitud de una unidad basada en “dejemos los dogmas que nos dividen y vivamos en amor”, actitud poco acorde con un Dios que nos ha depositado en nuestras manos la responsabilidad de “contender ardientemente por la fe” (Judas 3). Frente a una Cristiandad que parece oscilar entre el amor sentimentaloide e inestable (algo así como “celo de Dios pero no conforme a ciencia”) y la esterilidad de una teología declamatoria pero carente de vida, propongo esta opción señalada por Cristo en Mateo 22:37–40: el camino del “amor/obediencia” a Dios, y del “amor/servicio” al prójimo como requisito ineludible pero seguro para discernir las Escrituras y para darlas a conocer con profundidad y poder transformador. A. DISTINTAS FORMAS DE APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LA BIBLIA El Libro de Dios es tan rico, que podemos acercarnos a él por distintas vías y siempre obtendremos un gran provecho. A modo de ejemplo, y sin la pretensión de agotar las muchas posibilidades que existen, voy a enumerar algunas de estas vías. 1. La aproximación histórica Dios dio su revelación en un contexto eminentemente histórico. Hebreos 1:1–2 lo dice de esta manera: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…”. La Biblia no es un libro de historia, pero llegó a la luz por medio de hombres que formaron parte de la historia, que hicieron la historia, que hablaron a su generación y de su generación. Así que es totalmente válido acercarse a la Biblia a partir de lo histórico, de lo cronológico. 2. La aproximación geográfica La Biblia también es el libro de la Tierra. Fue dado a hombres que vivían en este planeta y que lo difundieron en este planeta, así que sus referencias a la geografía son constantes. Pero particularmente es el libro de la Tierra Prometida, de Israel, que aparece en él como una especie de “ombligo del mundo”. Gran parte de los aspectos significativos la historia se desarrolla en Israel, y casi toda la profecía que aún no se ha cumplido tiene a Israel y a Jerusalén como centro. Así que es totalmente válido acercarse a la Biblia desde una óptica geográfica. 3. La aproximación textual La Biblia es un Libro. Claro que no es otro de los millones de libros que se han escrito porque proviene de la mente de Dios: “Toda la Escritura es inspirada por Dios…” (2 Timoteo 3:16). Pero sigue siendo un libro; sus conceptos están expresados en palabras. Originalmente estas palabras no fueron escritas en Castellano sino principalmente en Hebreo (el Antiguo Testamento) y en Griego (el Nuevo Testamento), y deben estudiarse de acuerdo a las reglas de la interpretación del texto. Así que es totalmente válido y hasta imprescindible acercarse a ella a partir de lo textual, lo idiomático y lexicográfico, y de ser posible, en sus idiomas originales. 4. La aproximación filosófica La Biblia da a conocer el pensamiento de Dios. En ella Dios nos responde a los grandes interrogantes de la humanidad; nos revela Quién es Dios, quiénes somos nosotros, qué es la vida. cuál es nuestro origen y nuestro destino, qué es y cómo es el mundo en el que vivimos, etc. Así que es totalmente válido acercarse a la Biblia desde una óptica filosófica, porque contiene filosofía y de la mejor. 5. La aproximación ética La Biblia no es un libro de ética en el sentido estricto del término. En principio no propone normas éticas, ni intenta modificar conductas. Lo que exige es un nuevo nacimiento espiritual del cual resultarán cambios morales. Tomando en cuenta esto, es totalmente válido acercarse a la Biblia para discernir y eventualmente buscar el principio de vida que produce esos resultados éticos. Y podríamos seguir mencionando otras formas de acercamiento al estudio de las Escrituras: el educacional, el religioso, el social, etc.; pero los ejemplos dados nos permiten reafirmar lo que siempre hemos dado por sentado: que la Biblia es un libro enorme, sorprendente, inagotable, maravilloso. Sin menospreciar estos enfoques del estudio de las Escrituras, es necesario entender que existe un camino mejor, un camino por excelencia que nos conduce a necesariamente a más altos niveles de discernimiento de la Palabra de Dios. Y eso es lo que trataremos en el resto de este ensayo. B. APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LA BIBLIA SEGÚN MATEO 22:37–40 1. Mateo 22:37–40 declara que el Antiguo Testamento depende del amor a Dios y el amor al prójimo como a uno mismo. a. En otros lugares del Nuevo Testamento se mencionan uno de estos mandamientos o ambos, y se los define como resumen de la ley y los mandamientos (Romanos 13:8–10); como cumplimiento de ellos (mismo pasaje); como llave para acceder a la vida eterna (Lucas 10:25–28); como marca identificatoria de los hijos de Dios (Romanos 8:28 y sig.); como garantía de que uno permanece en la luz (1 Juan 2:10); como manifestación de los hijos de Dios (1 Juan 3:10 y sig.); como parámetro para medir nuestra vida de relación con Dios (1 Juan 5:1, 2); etc. b. Habitualmente pensamos en estos dos mandamientos de acuerdo a los ejemplos dados arriba (el amor a Dios y al prójimo como resumen de la ley, como cumplimiento de la ley, etc.), pasando por alto el énfasis que Mateo pone en su presentación de los mandamientos, cuando dice que “de estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. Y si vamos a obtener de la Biblia todo el conocimiento y la bendición que Dios ha “escondido” en ella para sus hijos, es sumamente importante que entendamos muy bien este concepto . c. El significado de la palabra “depende” es fundamental para que podamos acceder a este nivel superior de comprensión de la Biblia. En el original Griego esta palabra es kremannuni en su forma 3ª persona singular, presente indicativo, voz media, del infinitivo krematai y significa literalmente colgar, suspender, y en sentido metafórico depender de, referirse a. En Mateo 22:40 este verbo destaca la gran importancia que les cabe a los mandamientos sobre el amor en relación con “la ley y los profetas”; de hecho, Jesús dijo que la ley y los profetas “dependen, cuelgan, están suspendidas” de ellos. ¡Sin ellos se cae todo el Antiguo Testamento! d. Otra de las palabras importantes de Mateo 22:40 es “toda”. “La ley y los profetas” es una de las expresiones que el Nuevo Testamento usa para referirse a la totalidad del Antiguo Testamento. Si es que uno quiere comprender cabalmente el Antiguo Testamento desde Génesis hasta Malaquías, debe poner todo su texto ser puesto bajo el cristal interpretativo de los dos mandamientos aludidos . e. Por extensión, también es totalmente válido poner al Nuevo Testamento bajo el control interpretativo de Mateo 22:37–40. Lenski lo expresa de esta manera: “Estos dos (mandamientos) son el clavo del que se sostiene todo lo que está escrito en el Antiguo Testamento. Quite este clavo y todo se caerá en un montón. Todo perdería su verdadero sentido, significado y propósito. Aquí tenemos nuevamente el enfático olos “toda la ley”. No podemos reducir “la ley y los profetas” al contenido legal de los libros del Antiguo Testamento para decir que los profetas explican y aclaran las muchas leyes y regulaciones de Moisés. Esto obscurecería el sentido evangélico del Antiguo Testamento… El evangelio también “cuelga de estos dos mandamientos”. Sólo aquellos que tienen y sostienen el evangelio pueden cumplir cabalmente estos mandamientos… Y estos dos mandamientos, y no otros, muestran la verdadera necesidad del Evangelio; pues a pesar de lo bien que puedan cumplir con los deberes externos de la ley, los hombres por naturaleza fallan ante el amor demandado por estos mandamientos, y son culpables delante de Dios, y solamente pueden ser salvados y restaurados por medio del Evangelio” (The Interpretation of St. Matthew Gospel, por R. C. H. Lenski, 1:883). 2. ¿Qué significa el verbo amar? a. La forma verbal aquí es la 2ª persona singular, futuro, del verbo agapao (agapeseis), y significa amarás con el amor en su más pura esencia. W. E. Vine lo define así: “Agape y Agapao se usan en el Nuevo Testamento: (a), para describir la actitud de Dios hacia su Hijo, Juan 17:26; hacia la raza humana en general, Juan 3:16, Romanos 5:8; y particularmente hacia los que creen en el Señor Jesucristo, Juan 14:21; (b) para comunicar Su voluntad a sus hijos con respecto a la actitud que deben tener unos hacia otros, Juan 13:34, y hacia todos los hombres, 1 Tesalonicenses 3:12, 1 Corintios 16:14; 2 Pedro 1:7; (c) para expresar la naturaleza esencial de Dios, 1 Juan 4:8. “El amor puede conocerse solamente a través de las acciones que provoca. El amor de Dios se ve en la dádiva de Su Hijo, 1 Juan 4:9, 10. Pero obviamente éste no es el amor de la complacencia ni del afecto, es decir, no se produjo debido a la excelencia de aquellos que lo recibieron, Romanos 5:8. Fue un ejercicio de la voluntad Divina por medio de una elección deliberada, hecho sin ninguna causa específica fuera de la naturaleza de Dios Mismo. (Compare Deuteronomio 7:7, 8) “El amor tiene en el Señor Jesucristo su perfecta expresión entre los hombres, 2 Corintios 5:14; Efesios 2:4; 3:19; 5:2. El amor Cristiano es el fruto de Su Espíritu en el Cristiano, Gálatas 5:22. “El amor Cristiano tiene a Dios como sujeto primario, y se expresa primero de todo en una obediencia implícita a Sus mandamientos, Juan 14:15, 21, 23; 1 Juan 2:5; 5:3; 2 Juan 6. El agradarse a uno mismo es la negación del amor de Dios. “El amor Cristiano, tanto el que se ejerce hacia los hermanos como el que se ejerce hacia los hombres en general, no es un impulso de los sentimientos, no siempre corre paralelo a las inclinaciones naturales, ni se agota sólo en aquellos con los que hay cierta afinidad. El amor busca el bienestar de todos, Romanos 15:2, y no causa ningún mal a nadie, Romanos 13:8–10; el amor busca oportunidades para hacer ‘bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe’, Gálatas 6:10. Vea también 1 Corintios 13 y Colosenses 3:12–14. Cuando agapao se refiere a Dios, expresa el profundo y constante amor e interés de un Ser perfecto hacia sujetos totalmente indignos; produce y alimenta un amor reverencial hacia el Dador, un amor práctico hacia aquellos que participan del mismo amor, y un deseo de ayudar a otros en su búsqueda del Dador” (Expository Dictionary of the New Testament, por W. E. Vine, 3:21). b. Estos dos mandamientos son inseparables e interdependientes (vea 1 Juan 3:23; 4:19–21; etc.). c. ¿Cuáles son algunas formas prácticas de expresar este amor? (1) Con respecto a Dios Amar a Dios es obedecerle total e incondicionalmente. Toda expresión de amor hacia Dios demanda una obediencia incondicional a su Palabra (Juan 14:21, 23, 24). La única perspectiva correcta de este mandamiento es que “amar es obedecer, y obedecer es amar”. Otra vez, la única expresión pura del amor a Dios es la obediencia incondicional a sus mandamientos. Entre los muchos mandamientos cuyo cumplimiento da evidencias de nuestro amor a Dios, destacamos éstos que nos exigen una santidad personal, la sujeción al Señorío de Cristo, el cumplimiento de la Gran Comisión, aunque, como es obvio, estos mandamientos no son los únicos. (2) Con respecto al prójimo Amar al prójimo es hacerle bien y servirle activamente. Esta clase de amor va mucho más allá de lo pasivo. Algunos dicen: “No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan”, pero Jesús establece un principio eminentemente activo cuando dice: “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced con ellos” (Mateo 7:12). ¡“La Regla de Oro” es la mejor aplicación a este segundo mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo! Tengamos en cuenta que desde el punto de vista Cristiano hay dos clases de prójimo: los creyentes y los que no son creyentes, y nuestra consideración y trato hacia ellos tiene matices distintos hacia uno y otro grupo. Pero la Biblia nos enseña que debemos amar a ambos, es decir, hacerles bien y servirles. Busque los versículos donde se encuentran estas expresiones que son otros tantos ejemplos del amor al prójimo. Entre otras cosas, los Cristianos debemos hacer bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe, soportar a los débiles en la fe, cuidar de las viudas y los huérfanos, amar a los enemigos, compartir el Evangelio ¿Hay otras maneras de amar (hacer bien, servir) al prójimo? Anótelas aquí abajo: (3) Con respecto a uno mismo Se dice que si uno no se ama a sí mismo, no puede amar al prójimo; y aunque esta afirmación suena bien, está cambiando sutilmente los términos de Mateo 22:39, y de hecho se opone a lo expresado por Jesús. Note lo siguiente: En primer lugar, en estos versículos (de hecho en ningún versículo de la Biblia) no se dice que uno debe amar primero a Dios, segundo a uno mismo y tercero al prójimo. ¡Estos mandamientos no son tres sino dos! Hay un mandamiento primario: amar a Dios, y uno dependiente de aquel: amar al prójimo como a uno mismo. Pero no se enseña que para amar al prójimo uno debe amarse primero a sí mismo (en sentido cronológico, de importancia, etc.). La fuerza del segundo mandamiento está precisamente en su simultaneidad y su equilibrio: “al prójimo como a uno mismo”. En segundo lugar, y a pesar de la simultaneidad a la que aludimos recién, todavía es cierto que Jesús deliberadamente menciona primero al prójimo y después a uno mismo. Es evidente que el Señor quería eliminar toda posibilidad de que este mandamiento fuera mal entendido, y que alguien cayera en el error de ponerse a sí mismo segundo en esta escala del amor, y poner al prójimo tercero. Si existiera esta escala (en realidad no existe, pero si existiera) ¡el prójimo debería ser el segundo y uno mismo el tercero! Entonces, ¿qué significa la expresión “como a uno mismo”? Una ligera mirada a Levítico 19 (de donde Jesús cita en el versículo 18) nos ayuda a entender esto de “amar al prójimo como a uno mismo”. Una buena parte de ese capítulo se dedica a delinear las conductas a seguir con el prójimo, sea judío o no. Por ejemplo: enseña cómo debe ser la actitud de uno hacia los padres (3), los pobres (9, 10, 15), los extranjeros (9, 10, 33, 34), y los ancianos (32); prohíbe el robo (11a), el engaño y la mentira (11b, 12), la opresión física o económica (13), el abuso de los discapacitados (14), la injusticia (15, 35, 36), el chisme (16a), el desprecio por la vida ajena (16), el odio, la venganza y el rencor (17, 18a), la falta de respeto a la sierva, a la esposa del prójimo (20–22) y la incitación a la prostitución de las hijas (29). Resulta muy interesante que en medio de estos mandamientos destinados a regular la conducta a seguir con el prójimo, también se ordena cuidarse (¿amarse?) a uno mismo; los judíos tenían que vivir en santidad (2), huir de la idolatría (4), ofrecer sacrificios de manera correcta (5–8), no comer con sangre (26a), no ejercer el ocultismo ni exponerse a la influencia de los adivinos y agoreros (26b, 31), no maltratar el cuerpo (27, 28), guardar el día de reposo y reverenciar el santuario de Dios (30). Levítico 19 destaca la interdependencia y reciprocidad de este mandamiento, donde todos tienen que ver con todos pero la responsabilidad de amar siempre es de uno mismo. A mi entender, ésta es la esencia de Mateo 22:39: tiene que ver con ejercer hacia los demás el cuidado que uno tendría consigo mismo, pero comenzando por el otro y no por uno. El amor/ágape es hacer bien y servir al prójimo. Ahora bien, en este esquema ¿dónde queda uno como persona? ¿Propugna la Biblia una especie de anulación personal? ¿Para amar al prójimo se debe descender al nivel de “no persona”? ¡Por supuesto que no! ¡Lo que Dios quiere es que por medio del servicio de amor brindado a nuestro prójimo nos elevemos a nosotros mismos! En cuanto a la relación del creyente con el prójimo/hermano, las Escrituras señalan que esta relación se establece sanamente cuando uno ocupa el lugar que le corresponde en el cuerpo de Cristo: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” (Romanos 12:3). Hay un nivel conceptual que sí debemos tener de nosotros mismos: tenemos que vernos tal cual somos (es decir, vernos como Dios nos ve), para ocupar con dignidad ocupar el lugar que Dios nos ha concedido en el cuerpo de Cristo (vea los versículos siguientes, donde se mencionan algunos de los dones dados a los creyentes, y Romanos 14:1–15:6 donde se define el trato que debemos brindar a los hermanos débiles en la fe). El que no se mira a sí mismo desde este nivel demuestra falta de cordura; quien no tiene un equilibrio espiritual en la consideración de su persona cae en una especie de insania o locura espiritual. Ahora bien, para mantener esta visión equilibrada de nosotros mismos, Dios nos ha concedido a cada uno de nosotros la medida de fe que necesaria como para no menospreciarnos ni ensalzarnos a nosotros mismos, ni menospreciar o adular a otros. (Vea también Filipenses 2:1–8, y Efesios 5:25–33. En ambos pasajes el Señor Jesucristo es el ejemplo supremo de la actitud de amor que debemos mostrarnos unos a otros como hermanos que somos). En cuanto a la relación con el prójimo que no es creyente, Romanos 1:14–13:14 plantea distintas situaciones que lo ejemplifican. En conclusión, “Este mandamiento viene a ser una condenación de la idolatría de la criatura. Nuestro afecto supremo ha de ser reservado para Dios. Pero tan sinceramente como nos amamos a nosotros mismos hemos de amar a todos los seres humanos, y con la misma prontitud a obrar y a sufrir por ellos como razonablemente esperaríamos que ellos lo hicieran por nosotros” (Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia, por R. Jamieson, A. R. Fausset y D. Brown, II, 117). d. Algunas advertencias Bíblicas con respecto a la vida de amor. (1) Con relación a Dios. Deuteronomio 6:1–9 Miqueas 6:8 Marcos 12:28–34 Juan 13:34–35 Juan 21:15–19 1 Corintios 13 Santiago 1:12; 2:5 (2) Con relación al prójimo Levítico 19:17, 18 Mateo 7:12 Romanos 13:8–10 (3) Con relación a uno mismo Efesios 5:28, 29 3. ¿Dónde se encuentra y cómo se expresa ese amor? a. El amor de Dios ya está en nosotros (Romanos 5:5) En el original Griego el verbo “ha sido derramado” está en un modo perfecto, e indica que el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones en el momento de la conversión cuando Dios nos otorgó el Espíritu Santo, y sigue derramándose en nosotros. Si alguien ora a Dios pidiendo más amor está orando mal. ¿Cómo Dios podría contestar esta oración, siendo que ya nos ha dado todo su amor en Cristo? En segundo lugar note la abundancia del amor de Dios en nosotros: “ha sido derramado”. Derramar es mucho más que “gotear”… Dios es amor, y Dios vive en nosotros. ¿Podría haber mayor abundancia que ésta? ¿Podríamos aspirar a más amor si en nosotros mora el Dios que es amor? ¡Simplemente es imposible! ¡Lo que usted y yo tenemos que hacer es “abrir el grifo” para que ese amor que poseemos en su plenitud se manifieste en obediencia a Dios y en servicio al prójimo! b. El amor de Dios se expresa por medio del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22, 23) En la actualidad hay un excesivo énfasis en los dones milagrosos y en el poder del Espíritu y muy poco énfasis en el fruto del Espíritu. Esta desproporción está causando un grave daño al Cuerpo de Cristo. Se ha perdido de vista el hecho de que el Espíritu da los dones como Él quiere y a quien Él quiere darlos (1 Corintios 12:7–11); no todos los creyentes tienen todos los dones ni todos los creyentes tienen el mismo don. Y también ha quedado relegada a un segundo plano la verdad de que todos los creyentes deben producir el fruto del Espíritu. Es tal la confusión al respecto que, a manera de modernos Corintios, hay muchos que hacen alarde de sus dones y de su poder, pero no producen el fruto del Espíritu sino viven en la carne, hacen las obras de la carne y hasta usan sus dones carnalmente (vea Gálatas 5:1–21). Jesús nos advierte el gran peligro que entraña esta falta de equilibrio entre los dones y el fruto del Espíritu: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21–23). De hecho, Jesús está diciéndoles que no amaron ni a Dios ni al prójimo, porque si le hubieran amado habrían hecho la voluntad de Dios, y si hubieran amado a su prójimo, habrían hecho obras bondadosas en lugar de maldades. Al enfatizar sus “grandes obras” estaban desplazando a Dios del lugar de prioridad que le corresponde, y sus pretendidas obras grandiosas no beneficiaron a nadie sino perjudicaron a todos. Ahora bien, esos malos ejemplos no deben ser un tropiezo para que vivamos en amor hacia Dios y hacia el prójimo, sino deben motivarnos a vivir clara y honestamente delante de Dios y de los hombres, amándolos como se merecen. Recuerde que en términos Bíblicos, el amor se plantea no como un sentimiento sino como un deber. Y como dijo Jesús, usted y yo debemos amar “para que seáis hijos de nuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:45 en su contexto). C. EL AMOR Y LA CORRECTA COMPRENSIÓN DE LAS ESCRITURAS Volvemos a nuestro tema principal, que tiene que ver con la comprensión de las Escrituras y la transmisión de ellas mediante una actitud de auténtico amor a Dios y al prójimo. Simplemente voy a enumerar unos cuantos pasajes Bíblicos que demuestran el concepto y lo enriquecen, dejando en manos de Dios la tarea de hacer que sus hijos los comprendan y los apliquen. A mi entender, hay algunos pasajes de importancia prioritaria y otros de importancia secundaria, y así los presento. Y también sé que usted en su estudio personal de las Escrituras va a poder añadir otros a esta lista que obviamente no está completa. 1. Versículos clave: Mateo 22:37–40 1 Corintios 2:9 (cita libremente a Isaías 64:4) Apocalipsis 1:1 Juan 15:9–17 1 Corintios 8:1–3 Colosenses 2:2, 3 Efesios 3:14–21 con Apocalipsis 2:4 (vea también Filipenses 3:8–14) 1 Timoteo 1:5 (vea varias traducciones) 2 Timoteo 3:1–7 2. Otros versículos importantes: Job capítulo 28 Salmo 91:14 Isaías 19:21 Daniel 1:17 Marcos 10:17–31 Juan 5:20; 8:31, 32, 35 Filipenses 1:9–11 Colosenses 1:8, 9 2 Tesalonicenses 2:10–12 1 Juan 2:3–6; 4:7–12; 4:16 2 Juan 4–11 COMPARTIR.- Te pido que nos sigas ayudando a dar a conocer esta página: facebook/CAMBIATUVIDAYA.CON.JESUS con todos tus amigos, compañeros, conocidos y vecinos. Mucha gente no ha encontrado la ayuda oportuna para conocer a Jesucristo; contamos contigo para salvar vidas con el poder de Dios.
Posted on: Tue, 02 Jul 2013 03:07:24 +0000

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