Neptuno Dios de las cosas raras y extrañas al pasar por su peor - TopicsExpress



          

Neptuno Dios de las cosas raras y extrañas al pasar por su peor detrimento por Acuario a finales del siglo pasado y gran parte de la primera y segunda década del siglo XXI, las malas mañas aumentaron exponencialmente a todos los niveles de la humanidad, como la producción y el consumo de todo tipo de drogas, la delicuencia organizada desde las mas altas cúpulas encriptadas en los gobiernos que dicen llamarse de izquierda o comunistas o socialistas, como dice Joseph E. Stiglitz El 1 % de población tiene lo que el 99 % necesita. El 1 % de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida, pero hay una cosa que el dinero no puede comprar: la comprensión de que su destino está ligado a cómo vive el otro 99 %. A lo largo de la historia esto es algo que esa minoría no ha logrado entender… Las consecuencias de la desigualdad son conocidas: altos índices de criminalidad, problemas sanitarios, menores niveles de educación, de cohesión social y de esperanza de vida. Pero ¿cuáles son sus causas, por qué está creciendo con tanta rapidez y cuál es su efecto sobre la economía? El precio de la desigualdad proporciona las esperadas respuestas a estas apremiantes cuestiones en una de las más brillantes contribuciones de un economista al debate público de los últimos años. O como dice Beatriz Di Totto Blanco sobre Venezuela. Cadivi y la oportunidad para convertirse en delincuente. En la última mitad del siglo XX, las nuevas formas de criminalidad provocaron la revisión de las teorías que explicaban el fenómeno. Es obvio que muchos de sus postulados, sobre todo los vinculados con la esencia de la naturaleza humana, mantuvieron su valor, pero la presencia de factores novedosos, impensables para los padres del Derecho Penal, generaron la necesidad de seguir explorando el tema para procurar el control de los delitos, su condena moral y su castigo, ya que su erradicación total es imposible. Ya en el siglo XXI varios países, además de adoptar las medidas de coerción destinadas a su castigo, se mantuvieron vigilantes para identificar sus fuentes e instauran políticas que lo descalifiquen moralmente y lo desestimulen. Una de las experiencias que atrajo el interés de abordar la prevención de delito por vías externas al delincuente —es decir, sin necesidad de reinventar a un Lombroso ni intervenirle algún lóbulo cerebral a los sospechosos de mala conducta— fue un estudio realizado a mediados de los años setenta por la Home Office británica, dirigida por Ronald Clarke. Los investigadores de esta dependencia notaron que la abrupta disminución de la tasa de suicidios durante los siete años anteriores al estudio estaba directamente relacionada con la sustitución del tipo de gas doméstico que se distribuía en los hogares: la inhalación de gas con un alto contenido de monóxido era la segunda forma preferida por los suicidas para cumplir con su propósito, ya que era un método accesible, rápido, indoloro y no producía desfiguración. Al ser reemplazado por gas natural, mucho menos tóxico, se produjo un efecto disuasivo muy peculiar ya que más del 30% de los potenciales suicidas no migraron hacia otros métodos para quitarse la vida sino que simplemente prefirieron desistir. Ese hallazgo fomentó el interés de observar cuál era el peso de las “ocasiones fáciles” en las conductas delictivas y, efectivamente, las cifras sustentaron esta hipótesis. Ya en los años noventa el mismo Clarke coordinó la publicación de varios estudios que representan referencias ineludibles en materia de prevención del delito por la vía de atacar todas las fuentes que lo estimulen, faciliten o recompensen de cualquier forma. Las conclusiones de los estudios que han validado las teorías del “delincuente de oportunidad” apuntan a la identificación de varios factores concurrentes: un objeto cuyo atractivo sea muy visible, un valor desmesurado de ese objeto en relación con el costo para obtenerlo y la ausencia de control formal o informal apropiados sobre la conducta indebida, entre otros. Aunque parezca mentira, estos factores son perfectos para describir la obtención indebida del dólar Cadivi, convertido en un bien más buscado que el Santo Grial por obra y gracia de los desaciertos y distorsiones de la torpe política cambiaria que hoy impera en Venezuela. Veamos por qué: Un objeto cuyo atractivo sea muy visible. La visibilidad del dólar Cadivi es notoria por vía de contraste, gracias a la presencia “invisible” pero muy tangible del dólar paralelo, y el inmenso e indetenible diferencial que existe entre ambos. Si añadimos las tendencias, cada vez más crecientes, de escasez de bienes y aumento de la liquidez monetaria, a muchos les resulta tentadora la oferta de multiplicar a la enésima potencia un sueldo mensual exiguo apelando de manera opaca a “su” cupo anual para viajes. Esto para mencionar solamente el caso de ciudadanos normales, sin especiales tendencias delictivas, pero cuyo empobrecimiento opera a una velocidad vertiginosa sin que vean señal alguna de que esta distorsión se corregirá. Un valor desmesurado de ese objeto en relación con el costo para obtenerlo. El costo, en términos delictivos, no necesariamente es monetario. El enunciado se refiere a la ponderación de los beneficios frente a las consecuencias de delinquir. Con la desaparición del mercado alternativo de divisas, legal y perfectamente reglamentado, cuya función era drenar el exceso de liquidez, atender la obtención de bienes no esenciales y disminuir la demanda sobre el dólar Cadivi, la negociación de un bien básicamente anodino –como lo es una divisa– se ha equiparado en la práctica a la posesión de armas o drogas. Y el verdadero delincuente evalúa costos y beneficios: al convertir a todos en delincuentes mediante la penalización de cualquier actividad cambiaria claramente se favorece a los que sí lo son y se crea un clima en el que todos temen, pero campean y triunfan la audacia, los contactos y la corrupción. La ausencia de control formal o informal apropiados sobre la conducta indebida. Resulta insólita la incapacidad del gobierno en el manejo apropiado de las bases de datos a las que legalmente tiene acceso con el fin de detectar irregularidades y sancionar a los culpables. Nada le cuesta, ante cada nueva solicitud, revisar los precedentes y adoptar las medidas apropiadas tanto para importadores como para viajeros. Lo inadmisible es que los perjuicios causados a los usuarios sean desproporcionadamente superiores al número de delitos encontrados. ¿Qué sentido tienen las requisas masivas en los aeropuertos que, por lo visto, han arrojado como resultado menos de un 5% de irregularidades cuando el Estado puede focalizar su poder represivo donde se justifique con la sola comparación previa de los datos de Cadivi, del sistema bancario, del sistema migratorio y de las líneas aéreas? En síntesis: el colmo de la hipocresía es diseñar un sistema perverso y pretender que cuando surjan las perversiones, la culpa la asuman los usuarios. La corrupción a carcomido a los religisos, políticos, intelectuales, banqueros, al futbol, a la iglesia católica con ese escándalo que produjo Michaeel Sindona , llamado el banquero de San Pedro, en Venezuela lo que pasa ya no tiene nombre, porque sucede como decía el Gilguero del Huáscaran en una de sus canciones, en este mundo, el vivo vive del tonto, el tonto de su trabajo y el diablo de sus maldades, al que roba cuatro reales la justicia lo extrangula, pero al que roba millones o millardos la justicia mas lo adula... compran todo hasta al diputado 99. solo que no cuentan con la presencia de Urano (mundo cibernético) en aries que todo lo saca a la luz y en tiempo record, Vzla dentro de poco tendra su propio Snouden, que le sacará los trapitos al sol a los revolucionarios boliburgueses.
Posted on: Sat, 23 Nov 2013 20:54:48 +0000

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