OPINIÓN El agotado repertorio de la derecha vernácula Publicado - TopicsExpress



          

OPINIÓN El agotado repertorio de la derecha vernácula Publicado el 7/8/2013 - 4:00 Aparentemente, parte de la campaña electoral transcurrirá en las redes sociales, particularmente a través de las cuentas de Twitter, medio de comunicación predilecto de los voceros y actores políticos de la derecha. Este es, sin dudas, el código que identifica a esta vacía e instantánea posmodernidad, particularmente para quien tiene poco para decir, ya que los mensajes están acotados a los ciento cuarenta caracteres. En términos económicos, sería el lenguaje de la austeridad, vocablo asociado a las recetas recesivas que suelen recomendar y aplicar los tecnócratas neoliberales, númenes inspiradores de la praxis del bloque conservador. Es tan trillado y anacrónico el repertorio dialéctico de los defensores a ultranza del statu quo hegemónico, que todo su discurso se agota en un mero mensaje tuiteado. Dominado por una compulsión seguramente irreprimible, el senador nacionalista Jorge Larrañaga insiste en fustigar al ex presidente Tabaré Vázquez, a través de su cuenta personal. En una de sus últimas apariciones en escena, el precandidato blanco acusó a Vázquez de haber condicionado “el futuro de los niños” y “la libertad de los uruguayos”, con las políticas de educación y de seguridad de su gobierno. Con referencia al líder frenteamplista, el legislador opositor se permitió afirmar también que “tarde se acuerda de preocuparse de los problemas de la sociedad”. Tampoco teme insinuar que Vázquez condiciona su eventual candidatura a la coyuntura económica del país, olvidando que en 2005, el ex presidente asumió la presidencia de un país arrasado por la coalición rosada integrada por el Partido Colorado y la colectividad del propio Larrañaga. Resulta indigerible que el dirigente blanco afirme que Tabaré Vázquez se preocupó tarde de los problemas del país, cuando fue el gran protagonista de la reconstrucción de un Uruguay postrado, en escombros y en dramática emergencia social. Por entonces, Uruguay tenía tasas de pobreza africana, índices de desocupación y subocupación récord y una pérdida de los salarios y jubilaciones de casi un 30%, entre otros indicadores negativos, que en ese momento sí ponían en serio riesgo el futuro. La educación, a diferencia de lo que sucede en el presente, era un reducto cerrado a cal y canto a los sectores más deprimidos de la sociedad, que estaban condenados a la exclusión crónica y a la intemperie de la ignorancia. Tampoco había -como hay hoy- programas de carácter inclusivo ni estrategias para abatir el abandono y mejorar los resultados académicos. Por supuesto, la inversión en salarios, obras y equipamiento era insignificante. Era una enseñanza en alpargatas, que sobrevivía -a duras penas- con un tercio del presupuesto actual. Tampoco el partido de Larrañaga y sus socios colorados pueden atribuirse ningún éxito en materia de seguridad, porque los recursos que destinaban a esa área eran irrisorios. Como se recordará, hace ocho años los policías percibían salarios escandalosamente bajos y se carecía de equipamiento y de medios de transporte adecuados. Hoy, el personal uniformado es bastante más profesional y dispone de lo necesario para combatir la delincuencia, por el incesante crecimiento del presupuesto asignado al Ministerio del Interior. Cuando de herencia maldita se trata, Larrañaga suele afirmar que no se hace cargo de lo sucedido en el pasado. Así lo expresó cuando el presidente José Mujica recordó el reparto discrecional de radios durante el gobierno blanco de Luis Alberto Lacalle. Si no nos falla la memoria, por entonces el senador Larrañaga era intendente de Paysandú y, obviamente, un dirigente de primera línea de la colectividad de Oribe. Seguramente, tampoco se hace cargo de las nefastas consecuencias del gobierno blanqui-colorado encabezado por Jorge Batlle, pese a que su Partido Nacional integró el gabinete con nada menos que cinco ministros durante casi tres años y luego abandonó la coalición, con gran sentido de la oportunidad, cuando se comenzó a incendiar la pradera. Esas recurrentes actitudes elusivas parecen ser el signo de identidad de su conducta política. Con esa liviana artillería difícilmente pueda dar la batalla electoral.
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 15:21:53 +0000

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