ORACIÓN 1.-Mateo 18:20Porque donde están dos o tres - TopicsExpress



          

ORACIÓN 1.-Mateo 18:20Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos Hechos 4:31Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. Apocalipsis 3:20: 20 He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo. 2.- Orar por los problemas familiares, con nuestro hijos e hijas, Esposas y Esposos, con nuestras Suegras y Suegros Laura sintió que estaba sola en su trasegar por la vida. Tenía problemas con su esposo y con sus hijos. Cuando todos salían de casa, solía dar vueltas presa de la desesperación en la sala de su casa. No encontraba salida al laberinto y miraba por la ventana, hacia el cielo infinito, y decía: “Dios mío, ¿acaso no ves la situación que vivo?” Estaba desesperada… Si se ha encontrado en un laberinto similar, le recuerdo que Dios le ama y escucha todas sus oraciones. ¿Alguna vez ha estado en oración y de repente le ha perturbado la idea de que Dios no está escuchándolo? Esto nos sucede a todos. Pero poco sabemos realmente qué hacer. Oramos de manera inconstante, diciendo las mismas oraciones de siempre, y esperamos con cierta incertidumbre que sean contestadas y sospechamos con cierta certeza que no lo serán. Hoy quiero mostrarle cómo resolver ese dilema de una vez por todas. Pero déjeme advertirle, no voy a darle una palmadita en la espalda y asegurarle que Dios escuchará cualquier cosa dudosa o egoísta que usted le diga. No lo hará. El sólo ha prometido escuchar las oraciones que se hacen conforme a su voluntad. El apóstol Juan dice que si usted ora así, puede estar seguro de que recibirá las peticiones que le haya hecho a Dios. La palabra petición se define como “una solicitud formal escrita y dirigida a un superior soberano sobre una gracia o derecho en particular“, y eso es exactamente lo que usted necesita cuando ora por algo serio. ¿Cómo se prepara una petición sólida que esté de acuerdo con la voluntad de Dios? En primer lugar, tiene que escudriñar la Palabra de Dios. Encuentre pasajes bíblicos que se aplican a su situación y úselos como la base de su petición. Luego arrodíllese y pregunte al Espíritu Santo. Deje que le ayude a desarrollar su petición en forma detallada. La mejor manera de hacer eso es pasar tiempo orando (Véase Romanos 8:26Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. 28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. ). Espere que Dios le muestre cosas “de corazón a corazón”. El quiere que usted conozca su voluntad. Por lo tanto, ponga atención cuando esté orando. Por último, escríbalo. Haga una petición formal escrita, anotando cada pasaje que encuentre. Además, al esperar que el Espíritu Santo le dé detalles, anote las ideas y pensamientos que Él le dé. Tómese el tiempo necesario. Deje que el Espíritu desarrolle su oración. Trate de asimilar la verdad que le está mostrando y espere a que actúe en usted. Afirme la petición en su mente y cuando esté preparado, preséntesela a Dios. Créame, El estará escuchando. 1 Juan 5:14,15 “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye, y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos la peticiones que le hayamos hecho”. De acuerdo a Romanos, la esperanza es ver algo que no se puede ver. ¿Cómo se hace eso? Se hace mirando con los ojos espirituales las promesas de Dios contenidas en su Palabra hasta formar la imagen que queremos. 3.-Oracion por nuestras enfermedades Su historia era demasiado simple; tanto que nadie medía el dolor que había arrastrado desde niño. Reía, lloraba y canturreaba. Todo de acuerdo con su estado de ánimo. Una persona normal, en circunstancias normales, en una ciudad normal. Sin embargo no era feliz. Se cansó de recorrer las mismas distancias entre la cama, la mesita de la habitación y una estancia más grande, de barro apretado y cal, que hacía las veces la sala de estar. Parecía estar condenado a lo mismo. Era ciego. De niño su madre le describía el hermoso mundo que le rodeaba. Anhelaba poder apreciarlo, pero debía resignarse a imaginar el rostro de chicos que—igual que él—reían mientras jugaban en la calle polvorienta del abigarrado conjunto de casas donde vivía. Las sombras se convirtieron en su vida diaria. Nunca sabia cuando la luz del sol bañaba con intensidad el caserío ni el momento en que las sombras de la noche cobijaban todo alrededor. El curso de su historia cambió. Fue el día menos previsto. Le hablaron del Señor Jesús. Todos hablaban maravillas de él. Unos decían que era profeta, otros que Elías y muy pocos se atrevían a insinuar que era el Hijo de Dios. Salió a la calle. El murmullo de los curiosos lo atraía. Y aunque no pudiera verlo, aguzó su oído para percatarse de todo cuanto ocurría. “Ahí viene… ahí viene”, gritaron unas mujeres. “A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:–Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?–. —Ni él pecó, ni sus padres—respondió Jesús–, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. Dicho esto escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, diciéndole:–Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue se lavó, y al volver ya veía” (Juan 9:1-8. Nueva Versión Internacional). El Maestro, aquél de quien tanto hablaban, hizo algo que él mismo no esperaba. Pero fue grandioso. Lo más grande que jamás le pudo ocurrir. Dios hizo un milagro. Lo sanó. Le permitió emprender una nueva vida… ¿Por qué un milagro? Dios obra milagros en aquellos que lo piden. El ciego anhelaba en su corazón ver. El amado Señor lo sabía. Él conoce nuestros pensamientos. Cuando le vio junto al camino, obró en su ser. Hizo aquello que para los médicos de la época y aún en nuestro tiempo es imposible: devolver la vista. Cuando ocurre algo trágico en la vida de alguien, el camino que muchos toman se orienta en dos direcciones: la primera, culpar a Dios, la segunda, atribuir a un pecado las situaciones fortuitas que le acontecen. El Señor Jesús fue claro al señalar que muchos incidentes, sin aparente explicación, conducen es a que Dios sea glorificado: “—Ni él pecó, ni sus padres—respondió Jesús–, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida”. Enfrenta una situación difícil?¿Alguna enfermedad considerada por la ciencia como incurable golpea su cuerpo?¿Considera que no hay salida a su problema? Permítame decirle algo: Está diametralmente equivocado. El Dios en el que usted y yo hemos creído es un Dios de milagros. Él quiere manifestarse en su existencia. En dónde comienza un milagro –Hasta no ve, no creer–, solía repetir una mujer que—tiempo después–, debió rendirse a Dios–: Su hija estaba sumida en las drogas. En medio de la desesperación entregó el problema en manos de Dios. “No sabía qué más hacer, pero encontré que Dios podía ofrecerme una salida. Clamé a Él y Él me escuchó.— Sus oraciones se hicieron intensas, perseverantes. Y el Señor honró su fe. Antes de tres meses la chica abandonó sus antiguas amistades y decidió emprender una nueva vida. Estuvo varias semanas en un Centro de Rehabilitación para Adictos, pero sin duda lo que más ayudó, fue su dependencia del Señor Jesús. ¿Dónde comienza un milagro? Un milagro comienza con la fe y se alimenta con las oraciones de quienes creen que el Señor puede cambiar las circunstancias. Allí es donde comienza el milagro. Dios se glorifica con los milagros Cuando algo literalmente “imposible” se produce en la vida de alguien, Dios es glorificado. Volvamos al caso del invidente sanado por el Señor Jesús. “Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían:>>No es éste el que se sienta a mendigar?>> Unos aseguraban:. Otros decían:>>No es él, sino que se le parece>>. Pero él insistía: .–¿Cómo entonces se te han abierto los ojos?—le preguntaron. –Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo:”Ve y lávate en Siloé”. Así que fui, me lavé, y entonces pude ver.”(Juan 9: 8-11. Nueva Versión Internacional). Si me lo permite, podría graficarlo de la siguiente manera: nuestro amado Padre se complace obrando milagros. Sí, aunque suene muy “novelesco”. Es un Dios de amor, que sabe de nuestro sufrimiento y que libera su poder cuando lo pedimos en oración. El Señor Jesús pudo seguir de largo, sin embargo no lo hizo; se detuvo, llamó al ciego y lo sanó. Él sabía el profundo anhelo que tenía de su obrar milagroso. Y lo hizo. Para usted también son los milagros A diferencia de quienes consideran que el tiempo de los milagros ya pasó, estoy convencido por las Escrituras, que “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos”(Hebreos 13:8). Él desea manifestarse con poder en su vida. Hoy mismo. Ahora. ¿Qué hacer? Ir al padre en oración. Pídale aquello que necesita. Deseche toda duda y afírmese en el convencimiento de que si está en la voluntad de Dios, aquella petición será atendida. ¡El Todopoderoso responderá!. No olvide que los milagros comienzan con la fe y se alimentan con la oración. Si creemos aquello en lo que creemos, ocurrirá. Pero es necesario perseverar en oración. Los milagros ocurrirán. Dios manifestará su poder. 4.-Oración por nuestras necesidades materiales, necesidades de la casa, de la empresa, del negocio, del trabajo. Viene a mi memoria la historia de un creyente que pedía a Dios un auto. “Señor, los domingos es muy complicado tomar bus y ando con toda mi familia. Provéeme un carro“. Era un clamor insistente. Vez tras vez, lo mismo: un vehículo. Y llegó el día en que compró un automóvil nuevo. A través de un crédito que se dio con facilidad. Pero hasta allí llegó el cristiano. Los domingos no iba a la iglesia, con el auto nuevo, sino de paseo… Se olvidó del Dios que había obrado un milagro. Y lo más grave es que no es el único porque como él hay infinidad de personas interesadas sólo en los beneficios. El Señor conoce las intenciones de nuestro corazón y en gran medida, ese propósito oculto levanta una barrera para que nuestras oraciones reciban respuesta, como explicó el apóstol Santiago 4:1-3. Él enseña que no sabemos pedir y enfatiza que el problema esencial son las motivaciones que, no revelamos a las personas, pero que Dios sí conoce. ¿Recuerda el texto? Le invito para que lo leamos de nuevo: “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ” (Santiago 4: 3) Es importante revisar por qué y para qué pedimos las cosas. Evaluar qué motiva nuestras oraciones. Es revisión es esencial, porque si nos estimula experimentar una revolución en nuestra vida espiritual, es importante pedir conforme a la voluntad de Dios, que en cuanto nos concede, Él sea glorificado y esté en consonancia con lo que desea para nosotros. 5.-La Oración Por Los Gobernantes 1 de Timoteo 2:1-4 Encontramos aquí un texto, que nos exhorta a orar por los gobernantes. La oración tiene que ver con que un buen gobierno es el que va a propiciar las condiciones en primer lugar para que “Vivamos quieta y reposadamente”. Analicemos el contexto y el tiempo en que Pablo escribe. Los cristianos del siglo primero prácticamente no tuvieron sosiego. La persecución era la constante. El apóstol lo que está diciendo es: “Oren por los gobernantes para que sus corazones cambien y dejen de perseguirnos y también encuentren al Señor y puedan arrepentirse”. El propósito inicial de la oración es el de cambiar las circunstancias adversas que vivían los creyentes. De hecho este tipo de oración requería de una fe inmensa. La realidad era cruel y lo que se pedía era que fuera lo opuesto. En este ambiente de quietud y reposo es donde los que están en eminencia podían ser tocados por el mensaje del evangelio y convertirse. Lo anterior es bueno y agradable delante de Dios y en el versículo 4 establece la meta de la oración, “Que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”, esto incluye a los reyes, gobernantes, presidentes, senadores, diputados, alcaldes, concejales, funcionarios públicos, etc. Lamentablemente hoy día, muchos líderes evangélicos reconocidos en sus naciones, sin entender el significado de este texto apoyan públicamente a gobiernos que están muy lejos de querer propiciar un ambiente de quietud y reposo en donde la predicación del evangelio encontraría lugar no solo en el corazón de la nación sino también en el de ellos mismos. El texto no dice “Se alcahueta”, “Acolita”, el texto dice ora para que se arrepienta y cambie y la Iglesia pueda evangelizar con tranquilidad y sin persecución. Cuanta ignorancia hay en creer que la actitud que el texto nos dice es la de estar al lado de un gobernante sin importar lo que esté sucediendo con el país. Muchos se apoyan en Romanos 13:1-3, para decir que hay que someterse a las autoridades. El texto citado se refiere a las autoridades judiciales, a las que actúan en mi contra cuando cometo algún delito. Iglesia de Cristo, ora para que los gobernantes cambien, se arrepientan, conozcan a Cristo y así podamos predicar en un ambiente de tranquilidad, nunca apoyes al tirano y al dictador. Error craso y lamentable. Que Dios nos ayude a entender su voluntad.
Posted on: Fri, 01 Nov 2013 06:19:48 +0000

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